Revista Viajes
Después de atravesar desventuradas llanuras, me recompensa un paisaje con un fondo de montañas nevadas que apunta ya al P.N.Teton. Surgen en el camino ocasionales ranchos antes de efectuar una breve parada en Pinedale, que me recibe con paisajes de estampa canadiense. Para pasar la noche me alojo en el Virginia Lodge, en la preciosa localidad de Jackson. Desde aquí comienzo una apasionante travesía bordeando el Snake river, confluente con el remansado y pictórico Jenny Lake. Incluso el nombre es bonito, como de cuento clásico.
La susodicha caminata me pone a bordo de un barco de recreo para festejar estos paisajes tan idílicos. Ya de regreso en Jackson, detengo mi pluma en este entorno puramente de “far-west” edulcorado y engalanado. Es innegable su encanto romántico que rezuma por todos sus poros de madera y sus letreros de película del oeste. Fotogénico, emblemático, pagado de sí mismo, colorido y vivaz, turístico y hospitalario, Jackson anima a perpetuar la estancia entre sus calles animadas. Atisbo un copioso contingente humano que circuye a un puñado de actores, preparados para dar rienda suelta a sus fantasías de vaqueros, sheriffs, cuatreros, forajidos y borrachines de salón y damiselas bellísimas que contonean su palmito con graciosa feminidad. El espectáculo, un tiroteo, es de lo más entretenido, pero para ameno, el rodeo que me espera dentro de unas horas. Su duración, unas tres horas, está sobradamente justificada y es un tiempo muy bien empleado. Es una atracción nacional, si cabe… Para llegar desde el centro al recinto, el Teton Country Fairland Rodeo Grounds, hay que contar con unos 20 minutos si vas a pie.
El rodeo es un espectáculo un tanto circense, donde vaqueros y jinetes de todas las edades nos demuestran sus proezas hípicas o ecuestres, galopando o dando tumbos sobre las grupas de caballos que parecen sufrir convulsiones de tanto que se menean y contorsionan para derribar a los vaqueros…
La cosa se complica cuando los corceles son sustituidos por otros animales cuadrúpedos mucho menos ortodoxos…
Es una delicia pasear por Jackson y llevarse en el recuerdo esos locales pintorescos con música en directo, rodeado de auténticos vaqueros con sombrero y cara de “duelo al sol”. Los sombreros que llevan, por cierto, son una seña de identidad, una extensión de su ego. Hay mucho acicate esperándote en Jackson, gran cantidad de restaurantes, como el precioso Million Dollar Baby, toda una institución: las sillas frente a la barra son sillas de montar (a caballo). Los adictos a la golosina del helado tienen una cita insoslayable en el precioso local de Moo´s Gourmet Ice Cream: helados deliciosos, buen servicio y como digo, un local muy curioso y bonito.
Pinky G´S Pizzería tiene muy buen servicio, la pizza es deliciosa y cuenta con música en directo. El local suele estar lleno de gente. Atienden aquí hasta más allá de las 10 de la noche. Alucinante también es el Silver Dollar Bar and Grill del precioso Wort Hotel.
En Jackson todo es laudable y bonito, como la zona de Town Square o Jackson W.Broadway, en definitiva, Jackson bien merece una parada.