Revista Cultura y Ocio

Jamás aprendimos a leer una partitura

Por Terrakeo @zonadejazz

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John Coltrane. Ilustración de Víctor Romano.

“… el secreto de nuestra música consiste en que nuestros ligados consiguen llegar instintivamente a esas notas sin tener la menor idea de los fundamentos de la teoría musical. Muchos de nosotros, Bix incluido, jamás aprendimos a leer una partitura” .

Apenas existían grabaciones y la radio aun estaba arrancando, de modo que estamos en un momento en el que el legado musical se transmitía básicamente por vía oral. Esta cita pertenece a Mezz Mezzrow y podemos situarla en la década de los años 20 del pasado siglo, en una ciudad como Chicago.


Es curioso como la gente se extraña, a veces, cuando descubre ciertas anécdotas sobre los músicos de aquella época. Y es que hoy en día se nos olvida que el Jazz es una música popular, y para mí en parte, lo sigue siendo.

No tengo intención de enredarme en ningún jardín pero lo cierto es que hablar de “Jazz” en general me produce cierta incomodidad. El espectro es muy amplio como para generalizar pero me quiero centrar en esas condiciones en las que se fraguo aquello a lo que hoy llamamos Jazz.

Esos “arreglos de memoria” y la tradición oral son la piedra angular de este estilo de música que tantas ramificaciones tiene. Y no piensen que se trataba de situaciones puntuales, también parece que en la orquesta de Count Basie (hablamos de los años 30-40-50) nunca hubo una partitura y no solo eso sino que el propio Basie afirmó algo así como que “el Swing puede tocarse con una solo nota”.

O podemos hablar también de Django Reinhardt que, no solo no sabía leer música sino que, fue prácticamente analfabeto toda su vida, Charlie Parker apenas miraba las partituras o Chet Baker que tocó de oído durante toda su vida.

Lo que quiero decir es que antes de las partituras y el lenguaje musical está la actitud, la predisposición, las ganas, la curiosidad, la capacidad de sorprenderse y el talento claro. Lo cierto es que la situación que vivían, no solo los negros (tanto Bix como Mezz eran blancos), sino la sociedad americana en general era dura y compleja. Pero no solo por el hecho de que blancos y negros no tuvieran acceso a los mismos derechos y servicios, ni apenas estuvieran amparados por las instituciones, sino porque el desarrollo social, en el sentido más amplio, estaba a años luz de lo que hoy entendemos por dicho término.


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Descubrir la potencialidad de un arte como la música ante un panorama en el que no había demasiadas oportunidades para salir adelante, las comunicaciones estaban muy limitadas y el aislamiento no tenía connotaciones negativas sino que era una realidad (The Grapes of Wrath. John Ford 1940), dotaron a esta música de un valor añadido y una proyección que era difícil de encontrar en otros ámbitos.

La música era una puerta, esa puerta de la que hablaba Cortázar en El Perseguidor, esa patada a la puerta de Jhonny Carter, ese mearse en la puerta.

Perseguidor


Era la oportunidad de salir de los billares, de las pandillas del barrio, de las esquinas y los trapicheos o del tedio de la América rural y de los prejuicios, esa puerta era crecer aprender, divertirse, simplemente un camino para expresarse y para se alguien, era libertad.

Con este punto de partida la evolución de ésta música fue impresionante, tanto que el jazz se suele equiparar a la música clásica europea y aunque seguramente estén al mismo nivel en cuanto a técnica y complejidad, la diferencia fundamental reside en la raíz. Una formación basada en reglas y normas rígidas y estrictas y otra en la ausencia de ellas solo inicialmente.

Porque estarán de acuerdo conmigo en que no es lo mismo ceñirse a unas pautas que descubrirlas y aferrarse a ellas.

Parece ser que fueron, entre otros, Duke Ellington y Dizzy Gillespie los más destacados y los primeros “intelectuales” del jazz. Uno dedicado al Swing y el otro a ese giro de tuerca que supuso el Be-boop. Seguro que fue una evolución natural y necesaria pero prácticamente todos los músicos coinciden en que la esencia del Jazz, donde radica lo fundamental de este estilo, desde donde parten todos los puntos de inflexión que ha experimentado, y lo que hace que sea tan potente y tan característico es la improvisación y el Blues.


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Ellignton y Dizzy NYC, 1959.
(c) Don Hunstein. Sony Music Entertainment .

Y ninguna de estos dos pilares nace de ninguna pauta o norma, más bien diría que están más cerca de los sentimientos o las emociones.

La improvisación es un concepto complejo que no se si sería capaz de explicar claramente, en ocasiones implica un nivel muy alto de conocimiento musical, pero de lo que estoy seguro es de que hay muchas formas de llegar al mismo punto y muchos caminos para ello, pero cuando uno siente la motivación de lo que hace, y lo expresa simplemente por que así lo necesita (Blues) tiene gran parte del camino hecho.

Espero no endulzar demasiado el pastel pero me temo que tanto la improvisación como el Blues tienen que salir desde dentro y una vez entendido lo que esto significa y con ayuda de las partituras y el lenguaje musical podemos conseguir elevar algo bonito en algo excepcional.

No puedo resistir la oportunidad de mencionar este denso pero genial artículo de Emilio de Gorgot para la revista ‘Jot Down’ sobre John Coltrane y A Love Supreme.


Jamás aprendimos a leer una partitura
Anotaciones en la partitura del tema ‘A Love Supreme’ .
Click para agrandar.

Nada voy a decir de Coltrane que no se haya dicho ya, pero a pesar de decantarme más por un tipo de Jazz de conjunto, más melódico, más pop si queréis. ‘A Love Supreme’ tiene algo que me hace volver a escucharlo una y otra vez. Y sin entrar en los análisis de Emilio creo que Coltrane sentía, improvisaba y dominaba el lenguaje musical.

La mayor o menor trascendencia o pretenciosidad del disco no me interesan tanto pero cuando intento imaginarme el proceso de creación de una obra como esta no me queda más que quitarme el sombrero ante el señor Trane.




Bibliografía y recursos web :

- Really the Blues. Mezz Mezzrow (Ediciones Acuarela. 2010) .

- El Perseguidor. Julio Cortázar (Edición Libros del Zorro Rojo, ilustrada por José Muñoz. 2009).

- A Love supreme: El Evangelio según John Coltrane. Emilio de Gorgot para Jot Down .

- La Ensoñación Trágica de Bix. Manuel Recio para Cuadernos de Jazz .

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Lanide para ZDJ , 2014.


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