A pesar de que soy reacia a memorizar fechas, no podemos negar que en la historia de la ciudad hay toda una lista de años que han quedado marcados a fuego, ya sea por dulces o amargos hechos. Dentro del grupo de las que nos traen dulces recuerdos están las que han situado a Barcelona en la esfera internacional.
Una de ellas fueron los Juegos Olímpicos de 1992, de los que ya he hablado en otras ocasiones por experiencia propia como voluntaria, y las otras dos fueron las de las correspondientes exposiciones de 1888 y 1929, universal la una e internacional la otra, que nadie puede negar fueron un medio de promoción y de apertura hacia el exterior. Si la Exposición Universal de 1888 fue un primer paso para la mejora de las infraestructuras de la ciudad, y su salto hacia la modernización y el desarrollo, la de 1929 (a pesar de que económicamente dejó un déficit importante y su coincidencia con el crack de la bolsa de Nueva York redujo el número de participantes), fue todo un éxito social y de afluencia de público.
Pues bien, aprovechando la divulgación que tuvo el nombre de la ciudad a nivel mundial, uno de los actos paralelos a la exposición fue la celebración de lo que se conoce como el Jamboree Nacional 1929. Para los que no han tenido ningún tipo de relación con el mundo escolta quizá eso no les diga nada, pero no ocurrirá lo mismo con los que han sido o son boyscouts. No existe demasiada documentación al respecto, pero buscando en wikipedia encontramos el siguiente texto: “Los Exploradores de España organizaron un jamboree que se celebró en Montjuic del 21 de agosto al 3 de septiembre, con participación de boy scouts españoles y extranjeros, para aprovechar el impacto cultural que suponía la Exposición Internacional en aquel momento. La participación sumó un total de 2000 muchachos procedentes de 14 países (Inglaterra, Francia, Hungría, Alemania, Tánger, Polonia, Chile, Holanda, Suecia, Rumanía, Escocia, Australia, Brasil y Portugal), la mayoría de los cuales habían participado previamente en el Jamboree Mundial que se celebró en Birkenhead (Inglaterra) un mes antes de la fecha”.
Carlos de Cifuentes, jefe de la tropa de Barcelona, actuó de anfitrión y el Ayuntamiento ofreció una recepción a los jefes de los contingentes en el edificio consistorial.
La Vanguardia, domingo, 25 de agosto de 1929
Tal y como explican en el weBlog de La Roca del Consejo, una de las curiosidades del encuentro fue que se emitió una insignia conmemorativa en tela por primera vez en España.
Foto: weBlog de la Roca del Consejo
Quizá algunos os estéis preguntando el origen de la palabra Jamboree y su significado, tal y como hice yo al conocer la historia. De acuerdo a la información publicada en el Oxford English Dictionary el origen etimológico del término se desconoce, no obstante se sitúa a mediados del siglo XIX cuando empezaron a usarla algunos escritores irlandeses en base a un término en slang americano, que significaba bullicio o jolgorio. En el diccionario actual tiene dos acepciones: 1/ "A large celebration or party, typically a lavish and boisterous one". 2/ "A large rally of Scouts or Guides".
En el mundo de los escoltas la palabra Jamboree la introdujo Lord Robert Baden-Powell, fundador del movimiento escolta, aunque nunca supo dar una explicación de porqué eligió este término. Independientemente de lo que digan los diccionarios al respecto, popularmente se relaciona la palabra con el hindi, el swahili y con los dialectos de los indios americanos. También se relaciona con la palabra corroboree, deformación de la palabra caribberie, con la que los aborígenes australianos mencionaban un encuentro ceremonial propio donde se canta y se baila.
Volviendo a nuestro Jamboree barcelonés, el encuentro eligió como escenario la mítica Font dels Tres Pins de Montjuic, un lugar muy popular en la Barcelona de finales del XIX y principios del XX, a donde acudían las clases más humildes a disfrutar de su descanso dominical en medio de la naturaleza.
Foto: Barcelona, recuerdos de postguerra
Aprovechando el receso de la pasada Semana Santa, que lo he dedicado a pasear por Barcelona para descubrir nuevos recodos, decidí ir a visitar lo que queda del paraje dels Tres Pins, y me llevé una lamentable impresión.
A simple vista todavía conserva el aspecto forestal, donde se conservan los pinos que le dieron nombre al lugar. No obstante, si te internas un poco (aunque realmente no hay mucho espacio para perderte) irás descubriendo el abandono al que está sometido y los restos de basura y deshechos que casi no se ven por estar ya casi incrustados entre la hojarasca del terreno. Evidentemente de la fuente ya no queda nada, o al menos no fui capaz de localizarla.
Llama la atención que un lugar situado a poca distancia del Palau Nacional y de la zona Olímpica de Montjuic, donde suele pasar un gran volumen de visitantes, transmita una sensación de tal dejadez, sabiendo que siempre puede haber algún que otro despistado descubridor de lugares no indicados en las guías turísticas que sienta interés por ir a visitarlo.
Para saber más:
Jamboree nacional 1929
Inauguración del Jamboree nacional de los exploradores
Las fuentes campestres de Montjuic, un mundo perdido
La Font dels Tres Pins