En estos días se descubrió que en un jardín maternal en Buenos Aires, maestras jardineras torturaban a los chicos. Los padres estallaron y escracharon a las maestras en tv y facebook. La justicia ya está actuando. Esto me llevó a pensar: ¿cómo elijo el jardín para mi bebé? En un mundo ideal, al bebé lo cuida la mamá o la abuela, pero si ellas trabajan, o si prefieren mandar al nene a la guardería, no está de más tener algunos puntos en claro.
Lo primero, reflexionar sobre qué buscamos para nuestros hijos: cuáles son nuestros propios criterios para entender que un lugar es mejor que otro. Actualmente, hay mucho interés puesto en qué tipo de oferta lectiva da la escuela, qué deportes puede ofrecer, idiomas y más. Sin embargo, hay mucho más por evaluar.
Más tarde o más temprano nuestros hijos deberán ir al jardín de infantes o a una guardería. Esta última opción surge sobre todo cuando las madres deben cumplir horarios laborales extendidos apenas se termina su licencia por maternidad. Mientras que el jardín es una elección que surge cuando ya el niño tiene por lo menos dos años.
Todos los padres desean escoger el mejor jardín o guardería para el pequeño. Para que eso sea posible, primero hay que reflexionar sobre qué significa para cada uno que esa institución sea lo que buscamos, qué le da esa característica de ser superior según los criterios propios. Actualmente, hay mucho interés puesto en qué tipo de oferta lectiva da la escuela, qué materias extraescolares puede ofrecer (deportes en el caso de los más pequeños), sumatoria de idiomas y más. Sin embargo, hay mucho más por evaluar.
Por un lado, hay algunas cuestiones objetivas como el espacio físico, cuántos docentes van a estar a cargo por cada grupo de niños, qué cantidad de alumnos conforman un grupo, qué actividades van a desarrollar en el día, a qué áreas de aprendizaje le dan prioridad, cómo las abordan y, por supuesto, las cuestiones relacionadas con el cuidado y la seguridad.
Hay algunos datos que son más subjetivos, que tienen que ver con el lugar en el que imaginamos a nuestro hijo pasándola bien, si las familias que ya forman parte de esa comunidad educativa son afines a la propia, si comparten valores o gustos, cómo se comunican éstas entre sí y más.
Una vez que los datos objetivos ya están, tenemos que prestarle atención a estas otras cuestiones que son más intuitivas, que tienen más que ver con la percepción. En el momento en el que vamos a visitar el jardín es bueno ir acompañados con el futuro alumno, ver cómo reacciona, cómo lo vemos y si creemos que va a poder disfrutar su estadía allí.
Por último, en la entrevista con la directora de la institución es bueno aclarar los puntos que la familia considera indispensables. Uno de esos ítems puede ser el manejo de los límites en el caso de los niños que ya tienen entre 3 y 5 años, para que exista una línea de trabajo coherente entre lo que recibe en la casa y de sus maestras. En cuanto a los más pequeños, quizá es bueno charlar cómo es el manejo de cambios de ropa, cómo acompañan las etapas evolutivas (dejar los pañales, empezar a tomar en taza y más) y qué tipo de ayuda requerirán de parte de los papás.
Para los padres es muy útil permitir sentirse parte de la comunidad educativa, pues estableciendo un lazo y un compromiso con el jardín es que podrán potenciar todos los aspectos positivos y ayudar a paliar los negativos, si los hubiere.
Seguramente si tenemos en cuenta todas estas cuestiones y algunas otras que hay que pensar desde la familia, podremos elegir la mejor opción para que el pequeño pueda pasarla bien, aprender y que los padres nos ocupemos de nuestras otras actividades con total tranquilidad, logrando que todos salgan beneficiados.
Cómo detectar el maltrato Infantil: escuchar a tu hijo y creerle.
“Aunque no tenga la capacidad de hablar, si atraviesan situaciones de violencia, los chicos lo comunican. Los padres tienen que estar atentos a los cambios de conducta: pueden volverse más agresivos, o más introvertidos; aislarse o estar más irritables”
Trastornos en el sueño, en la alimentación y dificultades para retener la orina o la materia fecal, también pueden ser mecanismos mediante los cuales los más chicos comuniquen lo que están viviendo.
“Para muchos padres resulta difícil creerles a los hijos, y es entendible que los mayores confíen en quienes cuidan a sus hijos, porque la función de todo docente es proteger”. Pero hay que estar atentos a los relatos de los chicos, aconseja la licenciada Irungaray. Sobre todo cuando la violencia es “una conducta que va creciendo, que va en aumento”, alerta la especialista en la materia.
Chicos introvertidos, una señal que da cuenta de la violencia a la que pueden ser sometidos
¿Qué precauciones tomar como padres?
La situación del jardín maternal de San Isidro salió a la luz cuando uno de los padres escuchó a su hija decir malas palabras y notar sus cambios de humor repentino. Así, decidió mandar un grabador en la mochila para sacarse la duda. Lo que escuchó, además de los insultos, fueron los llantos de los nenes.
Tribilín no es el primer registro que se tiene sobre jardines maternales donde los más pequeños son víctimas de maltrato. Si bien el Estado debería generar espacios de ese tipo, la realidad muestra que en general funcionan bajo un régimen privado, lo que implica cierta falta de regulación.
Por ello, siempre que un padre decida enviar a su hijo a una institución de este tipo “lo primero que tiene que ver es si ese jardín está inscripto, si tiene su número de DIPREGEP –el ente regulador-. Ese número debe estar en la puerta de la institución y es lo que le da el toque normativo y legal al espacio”, explicó la docente en educación inicial, Pamela Causa.
Como era de suponer, Tribilín no tenía ese registro, lo que “significa que no tiene todas las condiciones de seguridad necesarias. Sucede que hay muchas guarderías que aún no están registradas, y en esos espacios no hay contenido pedagógico, como sí sucede en los jardines que están inscriptos”, precisó la docente.
Ahora bien, además de las cuestiones legales, la trabajadora en educación inicial aconseja a los adultos estar atentos a “la apertura que ese jardín tiene para con la familia del menor. Hoy en día la construcción el proceso educativo del niño desde el jardín maternal está en relación con la familia, por lo que se debe dar lugar a la familia en todo momento, brindándoles la apertura necesaria para que participen activamente”. En caso contrario, estar alertas.
El juego, un lenguaje a descifrar
Si de reconocer episodios de maltrato infantil se trata, la psicología es una de las herramientas más utilizadas para indagar en la realidad del niño. “En el área de lo lúdico se pueden desprender muchas señales de maltrato. Aunque allí los psicólogos son quienes pueden leer entrelíneas las conductas de los más chicos, porque a través del juego despliegan sus emociones, sus fantasías”, y así es posible llegar a lo que les sucede”, explicó a este medio la licenciada en Psicología Zoya Tescari.
La especialista sostiene que el maltrato infantil puede identificarse en los más pequeños a través de la observación de “conductas atípicas”. Ciertas actitudes, pueden estar “distorsionando una verdad oculta”, aseguró Zoya. “Por ejemplo, en casos de abuso es frecuente que los chicos tengan una sexualidad activa. O que les vaya muy bien en la escuela, o muy mal. Son procesos de sobre adaptación”, explicó la especialista.
“Los padres saben muy poco qué es lo que les pasa a los hijos. Y lo más grave es que creen que no hay mucho para hacer. Depositan en el resto de las instituciones –como la escuela- el cuidado de los más chicos. Cuando la familia es la primera institución donde se construye subjetividad”
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