Revista Sociedad

Jaulas rotas

Publicado el 25 noviembre 2012 por Abel Ros

El juego de los silencios pone en evidencia a un periodismo encorsetado en los antojos del burgués


Jaulas rotas
a silueta de la realidad se dibuja con pinceles de colores sobre los muros de Internet. La velocidad de la información impide al profesional del papel competir, en términos de igualdad, con los píxeles de la red. El eco social del discurso actual, ha cambiado las tornas de la vieja profesión. La información, ha perdido su valor, en medio de un escenario saturado por millones de titulares repetidos, en los estercoleros del ordenador. En días como hoy – afirma el pensador, en su procesión interior -, las pantallas han ganado la batalla a los intermediarios de la extraordinariedad. Tanto el maestro como el periodista,  han sido los heridos por las espadas de las TIC. Mientras el laicismo y la universalización del saber liberaron a la cultura de las jaulas de la fe. Internet ha arrebatado el argumento de autoridad a los paraninfos de la postmodernidad. El analfabetismo del ayer ha encontrado en "la cultura del click",  la puerta de atrás para comprender al Sócrates que le espera en los recovecos de la luz.

Las pantallas han ganado la batalla a los intermediarios de la extraordinariedad

Desde la Crítica intelectual debemos repensar las tildes que acentúan los nuevos paradigmas de la interconectividad. La prensa cabalga contracorriente, en medio de los polvos levantados, por los rebaños de la red. El "tigre de papel" se convierte, en la era virtual, en un producto descatalogado por las megas de la inmediatez.

El ritual de la compra en el kiosco de Andrés, ha perdido su hechizo ante los contaminantes arrojados desde el barco digital. La velocidad de la red social, resulta imposible de imitar por los rotatativos de la tradición. El caos informativo – en palabras del difunto Saramago – sitúa al comensal del XXI, en un banquete de datos y entradillas imposibles de digerir. La rapidez de las lecturas y la fugacidad del titular, impiden al contemporáneo francés desarrollar su reflexión, como herramienta necesaria para desmontar los sesgos esculpidos con los cinceles de la parcialidad. 

El servilismo de los tigres hacia el león del capital, convierte el arte de informar en mercancía adaptada a los esquemas perceptivos de la comunidad. El filósofo ha perdido su provocación ante la soberanía del consumidor. Cliente de discursos que mueven con su dinero las plumas del escritor. El juego de los silencios, ante la incomodidad del titular, pone en evidencia a un tejido periodístico encorsetado en los antojos del burgués. Cuando la supervivencia del papel depende de las subvenciones y patrocinios del pagador, la imparcialidad del observador agoniza lentamente desde las primeras palabras de su renglón.

La interpretación y la reflexión deben ser los pilares que sustenten las cúpulas agrietadas de la información. Sin la profundización en los escritos, la noticia se convierte en un producto perecedero, sujeta a una crítica fugaz de los ejércitos de a pie. Solamente, a través del pensamiento, libre, plural e independiente; conseguiremos construir el retorno a una versión virtual de los foros clásicos del ayer. Mientras no lo consigamos, seremos aquel alienado social, que compra sus discursos enlatados en el kiosco de Andrés.

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