Jazz En Chile. Cristian Gallardo “Sin Permiso”

La escena jazz chilena está deparando magníficas sorpresas,
tanto a europeos como a norteamericanos, acostumbrados,
o mejor dicho, malacostumbrados siempre, a mirar hacia
nuestros propios ombligos.

Nos parece algo sorprendente que Santiago de Chile bulla de
intelectualidad y buena música, y aun más, que proliferen
músicos con un “idioma” totalmente norteamericano, pero
que no han puesto ni un sólo pie en tierras yanquis o
europeas para formarse. ¿Es esto posible?. Evidentemente es
posible. Y es posible, como bien afirman la mayoría de los
nuevos jóvenes talentos, gracias a una larga tradición de jazz
en el país del cobre, que los convierte en los epígonos de una
larga tendencia jazzística en su país.

A grandes rasgos podemos hablar de tres grandes etapas jazzísticas
en esta estrecha nación. La primera, iniciada en los años 20
por hombres como Pablo Garrido, Luis Aránguiz o Mario Escobar,
que elaboraban un jazz melódico y bailable, apuntando siempre
hacia la mayoría. En la segunda fase, sobre 1940, el jazz dejará
a la masa aparcada a un lado, para encapsularse en sectores
sociales más privilegiados. A este respecto deberíamos nombrar
músicos como José Luis Córdova, Omar Nahuel y Roberto Lecaros
, entre otros, que practicaron un jazz moderno enfocado al bop,
al cool y al free. Por último, la fusión hará acto de presencia,
abanderada por el vibrafonista Guillermo Rifo, ocupando la tercera
etapa en los años 70 y 80.

Sin entrar en datos biográficos ni profesionales (se tratarán en
artículos venideros) podemos decir de Cristian Gallardo, que
pertenece a la última hornada de jóvenes jazzistas que tocan y
disfrutan casi todas las noches en clubes de Santiago como el
Thelonious o El Perseguidor , y habla un lenguaje que podríamos
denominar Free o incluso Hard bop, con un sabor a jazz genuinamente
americano. En mi humilde opinión, Gallardo es el ‘Prometeo del
jazz Chileno’, y eso es decir mucho. Y es que, este chico que
toca el saxofón alto y que dobla a flauta y clarinete, “toca mucho
y bien”, como diría el maestro Cifu. Por momentos me recuerda a
Eric Dolphy. En otras ocasiones a Jackie Mclean. Me suena un enfoque
Coltrane allí, otro Mingus por aquí, aunque … ahora me hace
pensar en Parker y en Tristano. Y es que Lennie Tristano, de nuevo
en mi humilde opinión, es el desengrasante que evita que la arcilla
tome una plasticidad excesiva, o dicho de otra manera, el común
denominador de esta caterva maravillosa de músicos chilenos. Todos
estos grandes músicos que hemos nombrado, los Mclean, Mingus … y
más, se apiñarán como si viajaran en el metro de Japón en las neuronas
mestizas de Gallardo, queriendo salir todos a la vez., en un
acontecimiento casi antropológico, que bien querría estudiar el
mismísimo Serge Gruzinski.

Con esta urgencia de la que hablamos, Cristian Gallardo se inicia
como líder en 2010. Entrará sin llamar, como bien dice otro maestro:
Fernando Ortíz de Urbina, y “SIN PERMISO” en el panorama jazz, con
un disco autoeditado, ¡y qué disco! . Presentado en formación de cuarteto,
conformado por el propio Gallardo al saxo alto, Cristián Orellana
al contrabajo, Gonzalo Palma al piano y Carlos Cortés a la batería.
El álbum contiene seis composiciones cuya autoría se la reparten los
tocayos, Gallardo y Orellana. Una placa redonda, sin duda.
CristiÃ¡nOrellana.jpg
Cristián Orellana, contrabajo.
Comenzamos con Graffiti. Si anteriormente hemos dicho que Gallardo
entra sin llamar a la escena jazz, con este tema directamente pega una
patada a la puerta metafórica de nuestra querida música, y la echa
abajo. Aldabonazo bopero donde los haya, en el cual la improvisación
tiene un papel importantísimo. La entrada de Gallardo en este tema,
te deja sin palabras. Le sigue un solo de Gonzalo Palma al piano, que
interpreta lo expuesto por Gallardo anteriormente a la perfección.
Turno para una pequeña intervención del batería y para un diálogo
entre el piano y el saxofón, que con la misma rapidez con la que comenzó
el tema, lo termina. Más de ocho minutos que pasan como los postes
de la luz cuando viajas en tren. Fantástico comienzo.

Seguimos con Sin Permiso, composición elaborada por Gallardo para
Contracuarteto, arreglada ahora para la ocasión. El saxofonísta hace
de la disonancia un arte en este tema. El contrabajo realiza un trabajo
exquisito, pero si hay que destacar a alguien, ese es Gonzalo Palma al
piano. Con La Vecinita llegamos al ecuador del álbum. Cristian se
pone un sombrero estrafalario de Monk evocándolo en todo el tema. Un
ritmo medio, que hará las delicias del respetable y del no tan respetable.
De nuevo sobresalientes todos y cada uno de los miembros del cuarteto.

Gonzalo de Palma , pianista.

Concurso es la primera composición para el disco del contrabajista
Cristian Orellana y quizá el track más light del mismo. Ritmo rápido
en el que se nota influencia de los mejores compositores bop. A
veces, no hace falta decir más, tan sólo escuchar. AH1N1 o Gripe A
es un track dedicado a esta variante de la gripe. Una composición
compleja y dura como el virus mismo, con algún toque ‘blusy’.
Improvisaciones de Gallardo en un primer momento, de Palma en el piano
y de Orellana al contrabajo, para acabar de nuevo Cristian al saxo, en
una breve intervención. Terminamos con Pendiente, segunda composición
de Orellana, donde vuelve a demostrar su capacidad para crear temas
con armonías muy originales. De nuevo gran nivel de todos los músicos,
una constante durante todo el álbum.

Para finalizar, hay que mencionar que la calidad del sonido de la
grabación no es la mejor, algo que puede molestar a algunos, pero que a
mí, particularmente me gusta, ya que le da un sabor a grabación histórica
perdida de la que te sientes descubridor. Disco debut que no parece que
lo sea. Gran calidad en las composiciones y gran nivel de los músicos,
con Gallardo rozando la excelencia. Mi nota es un 10 y advierto, en
cualquier momento una discográfica norteamericana le echa el guante
a Cristian Gallardo y lo convierte en una estrella mundial del jazz,
porque este chico, lo tiene todo para triunfar.

Fotografías :