Tras el batacazo en Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur, el que iba a ser el próximo presidente de la productiva familia Bush decidió abandonar la carrera presidencial.
Jeb Bush ha sido un gobernador popular en Florida, viene de una familia con recursos económicos y, sobre todo, bien relacionada socialmente. Además, da el perfil de una persona sensata y moderada, alejada del excéntrico Donald Trump. Sus políticas conservadoras y abiertamente liberales en lo económico durante sus años de mandato en Florida auguraban una conexión muy buena con la tradicional línea socioeconómica del GOP. Él debía ser el candidato que se enfrentase a Hillary y que atrajese el voto hispano por encima de su, en otro tiempo aprendiz, Marco Rubio. Lo tenía todo para ganar, y nadie imaginaba que Jeb se quedase K.O. a la primera de cambio, sin ni siquiera llegar con mínimas opciones al Supermartes.
- El 2.8% de los votos en Iowa le relegaron a la sexta posición.
- En New Hampshire solo fue capaz de quedar cuarto con el 11% de los apoyos.
- Y en Carolina del Sur – donde la familia Bush tiene cierto tirón y donde si ganas te llevas el 100% de los delegados – Jeb solo fue capaz de quedar, de nuevo, como cuarta opción con un 7.8% de votos.
Ya no sabremos cuáles eran las opciones del hermano pequeño de George W. Bush en los Estados que todavía no han votado. La dinastía familiar se ha quedado sin su tercer presidente en menos de 50 años, pero ¿qué ha provocado la debacle de John Ellis “Jeb” Bush?
Jeb Bush anuncia su candidatura a las Primarias Republicanas en junio de 2015 en Miami
Desde luego, el dinero no ha sido un problema, porque el pequeño de la dinastía Bush contaba con 100 millones de dólares en junio del pasado 2015, y en enero de este año ya había gastado 82 de esos millones sólo en anuncios publicitarios. De manera muy gráfica Argemino Barro describe la campaña del hermano pequeño de George W. Bush como “el jumbo que no logra despegar”.
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La pelea por los extremos del tablero republicano presenta una lucha encarnizada entre Ted Cruz y Donald Trump, por lo que el centro republicano era una buena apuesta para Jeb a la hora de ganar la nominación del Partido, presentándose como una opción de garantías para obtener finalmente la Casa Blanca. Además, en el hipotético caso de que Sanders derrotara a Hillary, sería muy probable que el candidato moderado republicano obtuviese la victoria. Todo era un plan perfecto hasta que entró en escena el osado Marco Rubio.
El senador de raíces cubanas se presenta como la moderación joven, moderna y abierta del Partido Republicano. Una vez que ha caído Bush, el voto moderado debe concentrarse en él para desbancar a Trump que, además, sigue compitiendo contra Ted Cruz. Rubio ha jugado bien sus cartas. Jeb intentó, por todos los medios, echarle de la partida, (que es senador por Florida, mismo Estado que él gobernó) aludiendo a su juventud e inexperiencia, pero parece que Rubio tiene algo que Jeb no tiene: carisma.
En esta carrera por la nominación se está jugando con el espectáculo mediático más que nunca, y Jeb está chapado a la antigua. Sus mítines, actos y discursos son mucho más tradicionales. A este respecto, Eli Stokols en POLITICO y Luis Fajardo en BBC Mundo resumen bien las causas de la debacle del último de los Bush y la frustación de una campaña poderosa pero ineficiente.
Se puede tener madera de Presidente pero si no se tiene un mínimo de carisma en los debates, la televisión y en los actos de campaña en general, jamás se ganarán unas elecciones. En el siglo pasado las cosas eran diferentes, pero la democracia de audiencias y, en particular, la mediatización en la que Donald Trump ha decidido situar esta campaña, han dejado sin opciones a todo aquel que no se rinda ante las nuevas normas del juego.
A su vez, han sido muy significativos los ataques cargados de ironía por parte de Donald Trump hacia Jeb Bush acusándole de no tener sangre en las venas durante toda la campaña. De hecho, son especialmene llamativas las acusaciones vertidas sobre él en una entrevista en el show de Jimmy Kimmel: “Pienso que [Jeb Bush] está asustado”. “Es un individuo de baja energía y en este país no necesitamos baja energía”
¿Queréis otro ejemplo del poco carisma del bueno de Jeb? No os perdáis este vídeo donde reclama a su audiencia “un aplauso, por favor” (atentos a la cara de emoción de los tres chicos sentados detrás).
CAMPAÑA DE DE OTRO SIGLO
A lo largo de estos meses de primarias, Jeb siempre quiso mantenerse al margen de la polémica figura de George W. Bush. Sin embargo, al final, en Carolina del Sur, cuando la debacle ya estaba más que anunciada, su hermano reapareció junto a él para intentar una maniobra final desesperada. Sin embargo, resultó ser del todo ineficaz ya que esta campaña requiere un carácter especial que conecte y despierte el interés del elector; y Jeb no ha sido capaz de ofrecer a América esas altas dosis de show.
Las redes sociales e Internet están cambiando las posibilidades de aquel que quiere presentarse a unas elecciones. En el pasado, tener acaudalados padrinos y una familia en el centro de extensas redes clientelares eran sinónimo de éxito. Ahora, el magnate del espectáculo ha demostrado que la mediatización de la política permite llegar a los electores sin necesidad de filtros.
Donald Trump tiene recursos suficientes para financiar su campaña y, sin embargo, no es el candidato que más ha gastado. Hasta las primarias de Carolina del Sur apenas había desembolsado 24 millones de dólares (todos ellos de su propia fortuna). Otros, como Ted Cruz (60 millones invertidos), o Marco Rubio (76 millones), no han sabido hacer tanto con tan poco.
La clave del éxito de Trump es que llega a los electores de una manera muy económica: sus excentricidades le proveen publicidad gratuita y, para mal o para bien, es el artífice del cambio en las reglas del juego político. Trump se está vendiendo increíblemente bien en estas Primarias pero, a veces, los productos mejor anunciados en televisión resultan ser un fraude colosal.
En definitiva, la televisión, las redes sociales… las posibilidades en general nunca fueron tan grandes y a coste tan bajo. La comunicación en “2 pasos” (Two Steps Flow) que preconizaba Paul Lazarsfeld en los años 50 queda cada vez más desactualizada. Un tweet de Trump llega a millones de personas y sin ningún tipo de manipulación. El ingenio permite no depender de nadie más para hacerse publicidad.
El mejor ejemplo de todo esto en España es la extraordinaria campaña que realizó Izquierda Unida en los pasados comicios de diciembre. Con un coste ínfimo y sin recibir invitaciones a los grandes debates, el equipo de Garzón consiguió varios Trendings Topics y una extraordinaria repercusión. De esta forma, el candidato de IU consiguió la supervivencia del partido en un contexto nada fácil: casi un millón de votos y la mejor valoración entre los principales políticos del país.
Si queréis repasar la magnífica lección de comunicación política que nos ofreció Garzón y su Community Manager, aquí tenéis el enlace a un artículo que recoge algunos de los grandes aciertos en redes del equipo de Izquierda Unida.
Eh, @PSOE… pic.twitter.com/V3EaU5lDnx
— Izquierda Unida (@iunida) 29 de febrero de 2016
CONCLUSIÓN
Jeb Bush ha perdido su carrera presidencial y no ha sido porque sus ideas no conectasen con el Partido Republicano, o con lo que demanda la Estados Unidos post-Obama. Jeb se ha quedado fuera de juego porque no ha reunido dos condiciones para competir de manera eficaz :
- Su falta de liderazgo le ha condenado frente a sus mediáticos rivales (probablemente mucho peor candidatos que él). Donald Trump lo definió a la perfección con sus hirientes palabras: “Necesitamos killers y no gente sin energía como Jeb Bush”
- Una campaña sin brillo y desconectada de la comunicación política del siglo XXI
En realidad, estas dos características se pueden resumir en una sola:
- Tanto él como su campaña han sufrido una terrible carencia de carisma y de energía.
Ahora solo queda esperar lo inevitable: que Trump salga casi investido candidato republicano tras el Supermartes. Será la derrota de la política de verdad y el triunfo del “chamanismo” mediático (concepto que Víctor Lapuente desarrolla en su libro ‘El retorno de los Chamanes’). Sin embargo, ¿qué otra cosa podemos esperar en la era de la comunicación de masas y la interconexión? Lamentablemente, cuando todo el mundo grita, el que grita más fuerte (da igual lo que diga) es el que manda.