Revista Cultura y Ocio

Jennifer Egan: "El tiempo es un canalla". Pullitzer 2011

Publicado el 02 octubre 2020 por Juancarlos53

- Susan, la mujer de Ted, le dice un día " Tenemos que procurar que sea siempre así"... y no porque estuviese achispada o hubiesen hecho el amor esa mañana sino porque " acababa de notar el paso del tiempo"
*Bennie le recuerda a Scotty su anterior encuentro: " fue hace veintipico años. ¿Puedes creer que haya pasado tanto tiempo? Me trajiste un pescado."
* " Alex se había rendido ante Bennie Salazar sin casi oponer resistencia. ¿Por qué?" [...] " ¿se trataba de la extraña simetría de haber oído hablar por primera vez de Bennie Salazar de boca de una chica perdida con la que había salido una vez, al principio de todo, para terminar conociendo a Bennie una década y media más tarde, por la guardería de su hija?"

Conocí esta novela gracias a la reseña que en su blog, "Cuéntame una historia", publicó Rosa Berros hace exactamente un mes. Fue una reseña subyugante, que me atrapó inmediatamente, como casi todas las suyas. En el interior de la misma agradecía a Gerardo Vázquez del blog "Varado en la llanura" haberle dado a conocer a Jennifer Egan, y a Juan Carlos Montag del blog "El fuego de Montag" haberle recordado, hace tan sólo dos meses, con una reseña sobre "El tiempo es un canalla" que ya habían pasado dos años desde que leyó por primera vez en el blog de Gerardo la referencia a novela y autora. Es maravillosa la capacidad que tienen las redes sociales, en especial los blogs literarios, de transmitir informaciones útiles y placenteras como la de la novela que me propongo reseñar.


"El tiempo es un canalla"
apareció publicada en 2011 alzándose nada menos que con el Pullitzer aquel año. En la lucha por este galardón desbancó incluso a "Libertad" de Jonathan Franzen, una novela que leí hace tiempo con mucho agrado y que desde luego tras hacer lo propio con la de Jennifer Egan entiendo que no se alzase con el Premio. Y lo comprendo porque mientras que Franzen presenta una obra interesante pero dentro de parámetros constructivos que podríamos definir como tradicionales, Jennifer Egan realiza una novedosa obra distinta a muchas otras. Esto, unido a ser en cierto sentido una crónica de toda una generación, aquella que se inicia en los últimos años 60 o primeros 70 del siglo pasado para llegar hasta la década de los años 20 del siglo XXI en que nos encontramos, o sea, más de diez años después del momento de escritura y/o de lectura, explica por qué ganó no sólo el Pullitzer 2011 sino también el Premio del Círculo de Críticos en 2010. En la justificación de ambas concesiones se puso en valor, además del tema del tiempo como elemento destructivo, la novedosa construcción del relato.

Recomiendo a quien lea esta novela que haga la lectura a buen ritmo si es que quiere disfrutar de la misma. Es un libro que por su construcción a base de capítulos situados cada uno en un tiempo distinto -hacia adelante o hacia atrás- y narrado por un personaje diferente, parece en ciertos momentos más una colección de relatos cortos que una novela en el sentido acostumbrado. Pero no, sí es una novela, y lo reconocemos si la leemos del modo que recomiendo, sin pausarla mucho, porque aunque los personajes que aparecen en unos y otros capítulos son recurrentes, -y aquí el punto de vista, la perspectiva adoptada por cada narrador es muy importante-, mientras en unos son auténticos protagonistas en otros aparecen simplemente como secundarios llegando incluso hasta a olvidarnos de alguno en el baile temporal que es esta novela.

La estructura que Egan da a la novela es la horma adecuada al Tema que se propone: la maldición que el Tiempo vierte sobre aquellas generaciones del rock, que deificaron la juventud como si ésta fuese a durar eternamente. Pero no, claro, esto no es posible, somos contingentes, temporales, nos arrugamos, envejecemos, perdemos la libido con el paso de los años, tenemos hijos e incluso nietos que en su sinceridad e inocencia nos echan/rán a la cara nuestra vejez o nuestro deterioro... " ¿Cómo he pasado de ser una estrella de rock a ser un jodido gordo inútil? ", dice Bosco, un artista sobre el que el tiempo ha hecho estragos.

El tiempo todo lo muda, incluso aquello que nos pueda parecer inamovible. En un capítulo Alison Blake, hija de 12 años de Sasha y de Drew, su marido, en un año de la década de los 20 del siglo actual escribe utilizando de soporte la aplicación Power Point, o sea, escribe una narración en diapositivas a base de cuadros sinópticos, esquemas, gráficos, diagramas... utilizados normalmente en otras actividades socio-laborales, al menos en nuestro hoy. Por más que su padre le pide que utilice el papel para hacerlo a la manera tradicional de la literatura Alison no lo hace. Y lo mismo le sucede a su hermano Lincoln quien analiza la música, campo profesional y pasión en la que viven y han vivido todos los personajes de la novela, de una manera singular: fijándose en las pausas, algo que a su padre también desconcierta.

Siempre que los humanos reflexionamos sobre nuestra existencia finita, sobre los inevitables estragos que el tiempo produce sobre cualquier ser vivo y los constatamos en nosotros mismos, se entra en un bucle de sombrío pesimismo. ¿Diría, pues, que esta narración es decididamente oscura, desesperanzada? Sinceramente, yo diría que no. Y es que una cosa es ser realista, objetivo, y otra muy distinta ver sólo el lado penoso de la vida. Contra lo inevitable nada cabe hacer y menos lamentarse; sólo nos queda echar mano del latino 'carpe diem' y procurar disfrutar de lo que la existencia nos procura en cada una de las etapas por las que pasamos: la amistad entregada durante la primera juventud; las ilusiones de todo tipo (amores, triunfos profesionales...) durante ese período; los hijos, aunque sean testigos demoledores del discurrir de la Vida; los viajes (el de Ted Hollande por Nápoles en busca de su sobrina Sasha es fantástico; por contra el que Doll y Steph realizan a Sudamérica, aunque hermoso en sí mismo, es horrendo por la finalidad que persigue: mejorar la imagen de un General genocida); el disfrute del Arte -música, pintura, literatura- por servir para regocijarse en el momento actual con el mundo:... " [Sasha] no respondió. Estaba observando el sol. Ted lo miró también, contempló el derroche de colores polvorientos a través de la ventana. Turner, pensó,. O'Keefe, Paul Klee ." (pág. 291); etc.

La revelación de la belleza de la vida, la necesidad de disfrutar de ella pese a lo inevitable que nos espera a todos, es importante para Sasha y para Bennie, quizás los dos personajes principales dentro del círculo que es el personaje colectivo que en torno a ellos se configura a base de amigos, clientes profesionales, relaciones familiares, compañeros de trabajo, compañeros de estudios, relaciones amorosas transitorias... Este personaje colectivo del que forman parte también ellos mismos es el auténtico protagonista del relato. Es un personaje informe que crece con las interconexiones que unos y otros establecen entre sí y con otros nuevos. Los cuadros sinópticos del capítulo en que Alison cuenta la historia de su familia a base de flechas, círculos y esquemas es representación formal de lo que la Vida actual es: una compleja red de relaciones que se mueve por el tiempo y el espacio de manera diríase desordenada, en un intento, quizás, de doblegar al monstruo, al canalla: el Tiempo.

Jennifer Egan:

Nuestra vida particular, la vida de cada uno está formada por nuestras acciones pero también por la de aquellos con los que nos relacionamos. Esto es lo que Jennifer Egan nos transmite con esa estructura formal que ha dado a su novela a base de capítulos que se dirían independientes por su distinto narrador en 1ª persona pero en los que los otros personajes aparecen en un papel secundario. Al hacerlo así, cambiando el foco, con una perspectiva diferente, vemos a los actores desde dentro de ellos mismos pero también desde fuera, o sea, tal y como los otros los ven. Incluso cuando emplea un narrador en 2ª la escritora parece querer subrayar esta idea: " Queda claro al instante que Kitty Jackson pertenece más al grupo de estrellas simpáticas (Matt Damon) que al de las estrellas difíciles (Ralph Fiennes). Las estrellas de la categoría simpática actúan como si fueran como tú (o sea, como yo) para caerte bien y así lograr que escribas cosas halagüeñas sobre ellas ", cuenta Jules entrevistando a Kitty la actriz en horas bajas que usarán Steph. y Doll para rehabilitar en lo posible la imagen del general genocida. Esta focalización externa y/o ['y' en el caso de Jules dada su bipolaridad] interna en mi opinión es un rasgo fundamental de la novela.

Decía antes que no se puede luchar contra lo inevitable -el paso del tiempo- pero tampoco dejarse anímicamente vencer por él. En un momento del relato cuando un Scotty fracasado socialmente se presenta ante el exitoso productor discográfico Bennie Salazar mantienen un diálogo que dice:

"El tiempo es un canalla, ¿no? ¿Vas a dejar que un canalla te vacile?
Scotty sacudió la cabeza.
-El canalla ha ganado
".

Veremos que aunque la batalla definitiva esté perdida de antemano, sin embargo hay victorias parciales que nos reconcilian con la existencia como se ve en ese concierto condenado en principio al fracaso que el ajado y deprimido Scotty dará, o en esa producción musical que un fracasado Bennie promueve, o en los hijos que Sasha y Drew tengan tras una vida movidita por parte de ambos allá en su lejana juventud... Y siempre siempre el recuerdo imborrable de las ilusiones puras, auténticas, que durante la adolescencia-primera juventud todos tenemos y que en la novela se ven reflejadas en la pugna habida entre Scotty y Bennie por Alice; en el cariño de Sasha hacia Rob; en el no correspondido de Rob hacia Drew; en la ansiada y nunca producida relación de Bennie con Sasha; en la fugaz habida entre Alex y Sasha; etc. Y por medio de A a B, es decir, de entonces acá, la vida transcurrida, el ineluctable decurso temporal.

Precisamente la novela se divide en dos grandes apartados titulados así, A y B. 'A' está formado por 6 capítulos (o relatos, como he dicho antes) y 'B' por 7, aunque el primero de éstos, o sea, el 7º es una especie de relato bisagra constituido a su vez por cinco secuencias narrativas. Significativamente este capítulo se denomina "" y contrariamente al resto está narrado en 3ª persona. Muestra el porqué de la disolución del matrimonio de Stephanie y Bennie y sirve para dar entrada a una serie de personajes de la órbita de Steph que tendrán importancia en los capítulos siguientes: los vecinos del matrimonio en la zona exclusiva de Crandale (Nueva York), en especial Kathy con la que Steph juega al tenis; Jules, el hermano bipolar de Steph, que acaba de salir de la prisión donde ha cumplido condena por intento de violación; Doll, la jefa de Steph, con la que emprenderá en capítulos siguientes el blanqueo de un general genocida; también Chris, el hijo de ambos; etc.

Jennifer Egan:

Es una novela muy bien ejecutada, que no descuida detalle alguno. Al presentar en desorden el decurso temporal se hace algo complicado ubicar debidamente en el tiempo los diferentes sucedidos. Lo que sí es cierto es que iniciándose aproximadamente en 1973 la novela finalizaría 50 años después, en 2023 , con un punto de no retorno, una bisagra temporal, que se insinúa en el capítulo 7 y que se viene a situar en los días o meses próximos al 11 de septiembre de 2001.

He leído, como no podía ser menos, las interesantísimas opiniones que sobre la novela escriben en sus blogs Rosa Berros, Gerardo Vázquez y Juan Carlos, Montag, los tres amigos que cito al principio de esta reseña. He seguido la recomendación que Gerardo hace al final de la suya de leer lo que sobre esta narración dice José Martínez Ros en el blog ' Estandarte' y he leído esa reseña de pe a pa. Me ha parecido soberbia y me ha servido para comprender y aprender que es lo que desde siempre busco en este mundo de los blogs literarios. Os aconsejo leerla [pinchad aquí para acceder a ella] en especial por esa adecuación que -dice- cumple "El tiempo es un canalla" respecto a los seis rasgos que la literatura del siglo XXI debería poseer según lo que el gran escritor italiano Italo Calvino dejó escrito en 1985 poco antes de morir. Son los siguientes:

  • (el inicio lo cumple sin duda alguna)
  • ritmo visual y vertiginoso. Es fácil que pronto la veamos convertida en serie o film)
  • (el ritmo se atiene a ubicaciones temporales y espaciales precisas)
  • visibilidad (deja ver el hueco dejado por las Torres Gemelas, un concierto punk con sus bailes peculiares, un intento de violación, la asesoría de imagen a un dictador, un safari en África, etc.)
  • multiplicidad (colección de relatos comprimidos en uno solo, variabilidad de registros narrativos, perspectivismo, épocas y lugares distintos, etc.)
  • consistencia (lo más complicado, sin duda alguna: que todo lo anterior se vea como formando parte, verosímilmente, de un todo, que se lea con gusto y que en muchos momentos sea una novela divertida).

Como se ve Italo Calvino estaba señalando, consciente o inconscientemente ,los principios que conforman lo que ha venido en llamarse novela posmoderna que en mayor o menor grado informa gran parte de la literatura norteamericana de los últimos tiempos.

Todos los personajes son importantes, todos tienen interés, pero en el grupo destacan dos: Sasha y Bennie; y de esta pareja el fundamental en mi opinión es Sasha que personifica aunque en sentido opuesto al título, el paso del tiempo. Al inicio de la historia vemos a Sasha con unos 30 años en la consulta del psicólogo al que cuenta su último episodio de cleptomanía que tuvo una noche que estuvo en una cita a ciegas con Alex; más tarde en el capítulo 9 conocemos la búsqueda que Ted Hollande hizo en Nápoles a donde ella huyó con sólo 17 años:

" Sasha había huido de una adolescencia cuyo catálogo de tragedias incluía el consumo de drogas, innumerables detenciones por hurto, una tendencia a rodearse de músicos de rock (según había explicado Beth con impotencia), cuatro psicólogos, terapia familiar, terapia de grupo y tres intentos de suicidio "

Y veinte años más tarde encontramos a una Sasha totalmente integrada: casada y con dos hijos; y a un Ted ya abuelo y divorciado de su mujer. Ambos verán juntos el atardecer en la casa de ella en el desierto de California y al ver al sol " atrapado en el interior del círculo de alambre " Sasha mirando a su tío y al sol le dice: " ¿Lo ves? Es mío " (pág. 292). En definitiva ha conseguido dominar su vida tras unos tiempos algo confusos. Ignora la impronta que su persona dejó en los seres que tuvieron relación con ella como Bennie y Alex que en un momento dado de la novela la buscan, esfuerzo inútil pues lo que en verdad ellos pretenden es recuperar el pasado, y eso es simplemente imposible.

Una novela que merece ser leída. Yo quiero leer algo más de esta autora que descubierto gracias a los amigos del ciberespacio (ja, ja...). En España de ella se ha publicado al menos otro título, "Manhattan Beach", Lo buscaré qué duda cabe.

Jennifer Egan:

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