Revista Arte
Jenny and the mexicats, frenético ritmo: el perfil de los sonidos de la frontera
Por Asilgab @asilgabPonerse de lado y pararse a mirar. Observar cómo transcurre la vida desde el día a la noche. Y en ese devenir de las más profundas tinieblas intentar dibujar el perfil de los sonidos de la frontera. Jenny and the Mexicats juega a ese baile de sombras chinescas donde las figuras que acaban proyectadas sobre la pared son el producto de la imaginación. Fusión, mezcla y libertad a la hora de elegir y combinar ritmos, y ese característico sonido nacido del mestizaje que tan bien les define, son las mejores marcas de identidad de un grupo distinto, por original y atrevido, a la par que simpático, pues esa otra de las claves de su música: la diversión y la fiesta. Frenético ritmo está concebido para acompañar a las noches sinfín, en las que compaginar todo tipo de momentos, desde los más íntimos a los más rítmicos, eso sí, en clave de un caleidoscopio de notas y melodías deudoras de la pasión. Más allá de las etiquetas, Frenético ritmo es la evanescencia hecha colores, donde los tonos siempre son intensos. Las palmas, esa trompeta que tan bien acaricia Jenny, y el duende que traspasa cada una de las composiciones de este disco, nos obligan a permanecer muy atentos para no perder detalle, porque, en ocasiones, recordamos a Manu Chao en esa dicotomía salvaje de la fusión de la rebeldía musical y, en otras, a Chambao, que se asoma a través de las notas de este grupo mestizo e irreverente, por lo que de acertada tiene su búsqueda de la libertad. En ese sube y baja de ritmos nos despojamos de los complejos para ponernos a bailar en el salón de casa como si estuviésemos en uno de esos club del Caribe, o en uno de los más afamados tablaos flamencos.
En esa última y necesaria manifestación de su libertad interpretativa, Jenny and the Mexicats, también se atreven con el soul mezclado con unas gotitas de jazz, cumbia o salsa, dejando, con ello, muestras de la valentía del grupo a la hora de reinterpretar sus exóticos combinados musicales. Hay mucha alma en estas composiciones que buscan el semblante de la frontera de estilos y de formas de vida. En todas ellas, la voz de Jenny Ball sobresale, pues es capaz de acompañar de una forma acertada a cada una de las composiciones del disco, por muy variadas que sean estas. Lo que es de alabar, incluso más, si nos atenemos a la gran capacidad multi-instrumental que nos presenta el grupo en muchos de los quince temas que componen este Frenético ritmo, una compilación de los mejores temas de sus dos referencias discográficas existentes hasta el momento: Jenny and the Mexicats y OME.
Plenos de vida, y vigorosos en las sensaciones, Jenny and the Mexicats nos llevan de la mano por la senda de los colores sobre fondo negro o fondo blanco, pues tanto da a la hora de vernos reflejados sobre las notas de unos músicos que buscan la verdad de su música en el perfil de los sonidos de la frontera.
Ángel Silvelo Gabriel.
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