Jeremy Jay nos está mal acostumbrando demasiado con esto de sacar un disco por año. Desde que sacara aquel EP llamado A Place Where We Could Go en 2008, el chico no ha parado de publicar trabajos, y la verdad es que todos ellos son más que notables, aunque ninguno como el fantástico Slow Dance. El californiano se ha movido todos estos años entre el rock de los cincuenta; el pop, y la new wave de los ochenta, pero si hay algún nombre con el que se le puede comparar, es con David Bowie; el duque blanco siempre ha estado presente en la música de este jovenzuelo, que ha sabido canalizar sus influencias como nadie, y llevarlas a su terreno de una manera bastante convincente.
Se supone que este Dream Diary iba a ser la segunda parte de Splash, el disco que sacó el año pasado, y que en un principio iba a ser doble. Creo que hizo bastante bien dividiéndolos en dos trabajos, ya que los discos dobles me terminan cansando, y en esta época en la que todo va a toda leche, sería un grave error sacar un trabajo con 24 canciones.
Aunque parezca increíble, lo ha vuelto a hacer: su cuarto trabajo es otra joya en la que el pop de los ochenta (mucho The Smiths), es el verdadero protagonista. Caught In A Whirl, By The River’s Edge, Secret Sounds, Shayla y varias canciones más del álbum, recuerdan mucho a el Slow Dance, y eso solo puede ser bueno. Además, temas más tranquilos como Our Only Light’s a Flashlight o Wild Orchids, no desentonan para nada con el resto del disco.
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