Revista Religión
Hoy día, 8 de marzo, se celebra el Día internacional de la mujer. Por eso, en esta oportunidad, como un homenaje a todas las mujeres en su día, quiero dedicar esta reflexión.
Durante mucho tiempo, equivocadamente, se ha dicho que la mujer es el sexo débil. Lo cual no es cierto. Las mujeres tienen una fortaleza impresionante, de la cual muchas veces carecemos los varones. Por ejemplo, si el padre de familia muere o se aleja de la casa dejando a la mujer con sus hijos, ésta hace todo lo posible para sacarlos adelante. En cambio, si la mujer falta en el hogar, por lo general el varón no sabe qué hacer.
Lamentable a lo largo de la historia, en las diversas culturas, la mujer ha sido minusvalorada. Por ejemplo en el islamismo la mujer no cuenta para nada. Ella equivale a medio hombre. De igual forma en el Judaísmo del tiempo de Jesús la mujer tampoco contaba para nada. El historiador Flavio Josefo, literalmente decía que “la mujer es inferior al hombre en todo". En las plegarias de los hebreos y de otros pueblos el hombre daba gracias a Dios “por no haber nacido infiel, mujer, esclavo o ignorante”.
Jesús definitivamente revolucionó las relaciones humanas resaltando la dignidad de las mujeres. Ellas están presente en sus parábolas: por ejemplo en el caso de la viuda y el juez injusto (Lc. 18,1-8), la mujer que hecha la levadura en la masa (Lc. 13,20-21), la mujer que pierde su monea y la encuentra (Lc. 11, 8-10), las diez doncellas (Mt.25, 1-13). Jesús se acerca a las mujeres, las consuela y las sana de sus enfermedades (la suegra de Pedro, la hemorroísa, la viuda de Naín, la mujer encorvada). Jesús también tuvo sus amigas en Betania, las cuales era hermanas de Lázaro. El Señor se acercó o dejó que se acerquen las mujeres despreciadas: La pecadora de la ciudad (Lc.7, 36-50); la mujer adúltera (Jn. 8, 1-11), la samaritana (Jn. 4, 1-42). Además pronunció una frase desconcertante: "En verdad les digo: los publicanos y las prostitutas les precederán en el Reino de Dios" (Mt.21, 31-32).
Jesús, a diferencia de los rabinos, también tuvo sus discípulas, es decir seguidoras (Lc. 8,1-5). (Es bueno resaltar que en los evangelios hay una diferencia entre apóstoles, que era los doce y los discípulos, que eran un grupo mayoritario). María, la hermana de Marta y Lázaro, al estar a los pies del maestro asumen la condición de discípula. Precisamente son las mujeres quienes siguen al Señor hasta la Cruz (Lc.23, 49 ss).
Jesús hizo algo más por las mujeres: las devolvió su condición de testigo. En aquel tiempo el testimonio de una mujer no tenía valor. Para que su testimonio sea válido tenía que estar refrendado por el testimonio de un varón. Jesús definitivamente realzó la dignidad de la mujer devolviéndolas su condición de testigos. Fue a María Magdalena a quien se le apareció primero y le dio el encargo de ir y anunciar a los discípulos esta gran noticia. Los discípulos no creen en la versión de María Magdalena simplemente porque es mujer.
Ojalá que nosotros los cristianos, si de verdad queremos ser discípulos de Cristo, también trabajemos denodadamente en la construcción de un mundo donde los varones y las mujeres podamos vivir y convivir en un espacio de igualdad de dignidad y de oportunidades.
P. Walter Malca Rodas; C.Ss.R.Escritor y conferencista motivacional
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