Revista Espiritualidad
El descubrimiento de un antiguo fragmento de papiro reabre la polémica sobre la vida marital de Jesús. Desde el pasado día 19 de septiembre del 2012 la prensa se ha venido haciendo eco de esta noticia. En el periódico El País leemos: "Descubierto un fragmento de papiro que menciona a “la esposa de Jesús”", en los informativos de Tele5 que "Un papiro antiguo hace referencias a la posible esposa de Jesucristo", en el periódico La Vanguardia leemos el titular siguiente: "Un papiro del siglo IV afirma que Jesús tenía esposa" y en La Razón "Existió la «esposa» de Cristo".
El País escribe un artículo muy interesante y de recomendable lectura sobre este polémico hallazgo con el título de ¿Jesús casado? Por qué asusta esa idea, señalando precisamente al meollo del asunto.
He aquí un vídeo en el que la Teóloga, y profesora de Harvard, Karen King explica su hallazgo:
Desde luego, la respuesta del Vaticano ante este polémico hallazgo no se ha dejado esperar. Así, en el periódico El Mundo leemos el siguiente titular: "El diario oficial del Vaticano asegura que el papiro sobre la mujer de Jesús es falso" y en el Gomera Noticias leemos: "Un especialista argumenta que «el papiro de la mujer de Jesús» es una falsificación moderna". En esta última noticia aparecen, traducidos al castellano, los fragmentos que han sido blanco de la polémica y que son los siguientes:
1 no [a] mí. Mi madre me dio vi[da]2 los discípulos dijeron a Jesús:3 negar. María n[o] es digna de ello.4 Jesús les dijo: Mi esposa y5 ella podrá ser discípulo para mí y6 Que el hombre perverso se hinche7 Estoy con ella respecto a8 una imagen.
Por mi parte, y después de dedicar bastante tiempo a la investigación "histórica" de la figura de Jesús y de María Magdalena, llegué a la conclusión de que, por ese camino, no se consigue dar ningún salto de consciencia, ni transformación alguna del "hombre viejo", apegado a la efímero de la existencia, en "hombre nuevo", ni penetrar en (o retornar a) lo que realmente, al menos para mí, es lo esencial (el "Mundo Imaginal" descrito por Henry Corbin o el Inconsciente Colectivo de C. G. Jung, el Paraíso Perdido ) e incluso ir más allá de él. Entiendo el discurso histórico como dentro del nivel literal de lectura, y a él dediqué algún tiempo. Luego me trasladé a la lectura simbólica y a lo que ésta me decía sobre el "mito" cristiano (es decir, el relato en clave simbólico-polisémica). En los textos de los gnósticos cristianos, como en los hallados en 1945 en la región egipcia de Nag Hammadi, y de los que disponemos de una traducción al castellano publicada por la editorial Trotta, observamos un tratamiento de María Magdalena de tipo simbólico, nunca literal. Cuando leemos los evangelios de María, Felipe o Tomás, por ejemplo, debemos tomarlos en un sentido simbólico, si no queremos perdernos en discusiones irresolubles por el solo ejercicio de la razón. Penetrar en ellos resulta muy complejo, porque su lenguaje es abstruso y ampuloso. Lo mismo puede decirse del lenguaje de la Alquimia, heredera de buena parte de sus misterios. Para utilizar una expresión alquímica muy elocuente, no puede dársele joyas a los cerdos. Para el cerdo, el mundo es un mundo de cerdos; para los ojos de los miopes, el mundo es un mundo miope. El avaro soñará con lingotes de oro y quien busca estiércol, encontrará estiércol (quien busca unión o relación carnal, encontrará sexo carnal). A eso conduce, en última instancia, una lectura literal. La moraleja de todo esto es que el hombre halla en lo buscado aquello que es capaz de ver y, en último término, acaba encontrándose a sí mismo en lo buscado.
Ahora bien, lo que se desprende de una lectura simbólica, y así lo han hecho notar los estudiosos, es que, cuando los gnósticos y los alquimistas se refieren a María Magdalena, no hablan de una mujer de carne y hueso (en principio) sino de un "arquetipo", de un símbolo de lo Femenino (de la encarnación de la divinidad). Por mi parte, y estudiando los "arquetipos" que se presentan en la psique del hombre occidental moderno, he observado que el "anima", es decir, el arquetipo de la Vida o de lo femenino, tiene una expresión imaginal dual que podríamos denominar: Virgen Negra y Virgen Blanca, o bien, Morena y Rubia. Esa doble manifestación del anima, que también vemos en el mazo de cartas del Tarot, y que en el relato cristiano encontramos en las dos Marías (la madre de Jesús, y la Magdalena), se está refiriendo a dos ámbitos de la Vida: aquel cuya corriente conduce al desarrollo de la consciencia hacia etapas luminosas-divinas, y ese otro que dirige a la consciencia hacia el Centro de la Tierra, en un descensus ad inferosque lleva al individuo a penetrar en un paisaje bañado de Luna. En nuestra cultura, se ha venerado a la primera de las expresiones vitales, a la diosa Virgen María, la que cuida y alimenta a la consciencia del hombre y lo conduce a las alturas. Sin embargo, se ha reprimido y rechazado el otro aspecto de lo femenino, de la Vida, que conduce hacia abajo, hacia los infiernos del tártaro y, por lo tanto, al enfrentamiento con lo más oscuro de la propia naturaleza humana (entre estos aspectos está la sexualidad, como ya puso de manifiesto el mismo S. Freud, sin ir más lejos) y divina. Ese es el motivo por el cual, en mi opinión, hay tanta resistencia a admitir la "posible" vida sexual de Jesús, por ejemplo, así como la presencia del Mal como algo connatural a la divinidad. Ahora bien, ambas manifestaciones, la Negra y la Rubia, Magdalena y María, son, en realidad, expresiones de una misma y única divinidad, de un mismo centro que se intuye más allá de ellas.
Desarrollé todo esto que aquí esbozo en mi libro "La hermandad de los iniciados", cuya tercera edición ya está en marcha. Y vuelvo a retomar ese hilo conductor en una novela de inminente aparición.
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