Revista Tendencias

Joder.

Publicado el 09 mayo 2015 por Claudia_paperblog

megustas

La miraba con tristeza e impotencia mientras la sujetaba por las caderas y la aprisionaba contra la encimera de la cocina, produciéndole un placentero dolor.

-¿Por qué? –le imploraba él, casi comportándose como lo haría un niño pequeño cuando no consigue lo que desea-. Si ahora podríamos estar follando como animales, pero tú no quieres -Suspiró-. Bueno, sí quieres, pero no te dejas llevar. Seguro que nos lo pasaríamos genial.

A ella la situación le parecía incluso cómica, pero esa súplica que veía en sus ojos la hacía sentir mal en el fondo; no soportaba que le rogasen. Al principio no quiso contestar, pero luego le enfadó la insistencia de él.

-Pues sí –explotó ella finalmente-, follaríamos hasta que no pudiésemos más, como animales, por toda la casa -contestó con descaro, sin cortarse un pelo-. Hasta que me desmayase y me hicieses llorar de placer, como tú siempre dices…

-Joder, ¿por qué me haces esto? –le volvió a preguntar él por vigesimoquinta vez, con voz implorante. Y empezó a besarla por el cuello, pero ella le apartó un poco.

-No me interrumpas –dijo, mirándole desafiante-. Y despertaríamos a todos los vecinos con nuestros gemidos y suspiros, me follarías contra la pared y aquí mismo, en esta encimera, y dejaría que te corrieras en mi culo, que sé que te mueres de ganas. Pero hoy no.

-Pero no me digas eso, que me pongo peor. Dime que sería muy aburrido follar contigo.

Y, dándole la razón como a los tontos, corroboró eso último:

-Sí, es verdad. No nos lo habríamos pasado nada bien, en serio –dijo, finalizando su arrebato de pasión.

-¿Sabes? Estoy convencido de que moriré y entonces no te importará acostarte con un tío la primera noche.

-El día que te mueras lloraré mucho y luego me iré a la cama con el primero que pase, y tú lo verás desde el cielo y también llorarás.

-Estoy convencido de que es eso lo que pasará –dijo, mientras la besaba en la frente y se retiraba, disminuyendo la presión contra su pelvis.

kiss

Años después, ella se enteró por casualidad de su muerte, pues habían perdido todo contacto. Se presentó al funeral y le dio el pésame a la familia, que no la reconoció. Contra todo pronóstico, no derramó una sola lágrima. Le sonrió a un joven vestido de gris que parecía abatido. Un pariente de él, alguno de sus primos, supuso, y fueron al bar de un hotel, donde pidieron el vino rosado más barato que tuvieran, el que le habría gustado a Sergio. Tenían la misma nariz y unos dientes parecidos y durante toda la tarde solo hablaron de él, de las noches en que todos los primos se quedaban a dormir en casa de los abuelos y de los fines de semana en el camping. Cuando se quedaron en silencio, ella encendió un cigarrillo. Nunca había soportado el tabaco y menos que él fumase, pero mira, las personas cambian. En silencio también y sin ninguna señal, ambos se dirigieron a la habitación del hotel y follaron como animales mientras ella gemía y lloraba como una desconsolada, gritando el nombre de esa persona que ya nunca volvería. Gritando su nombre mil veces hasta quedar exhausta. Esperó una señal, esperó una tormenta, algo que le indicase que Sergio les estaba viendo desde el cielo y que se arrepentía de todo el dolor que le había causado, pero la tormenta no se produjo. Sergio no lloró entre las nubes. Él siempre había preferido el calor del infierno.


Joder.

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