La polivalencia es desde antiguo una cualidad muy apreciada en el fútbol y, sin embargo, muy pocos jugadores han dado muestras de calidad y soltura incomparables en más de una posición. La ciudad galesa de Swansea produjo una excepción notable.
La siguiente anécdota ilustra muy bien esta afirmación.
Cuando al gran Nat Lofthouse le preguntaron en cierta ocasión el nombre del mejor central al que se hubiera enfrentado jamás, respondió sin pensarlo dos veces: "John Charles". La misma semana, se le planteó una pregunta parecida al capitán de Inglaterra Billy Wright, aunque esta vez se refería al delantero centro más temible. Wright pronunció exactamente el mismo nombre que Lofthouse.
En defensa o en ataque, Charles fue un gigante de la época de posguerra, tanto por su estatura como por su calidad. Bobby Robson, admirador suyo, se cuenta entre quienes lo consideran uno de los grandes de todos los tiempos. "¿Qué lugar ocupaba en la jerarquía mundial? El más alto con los mejores: Pelé, Maradona, Cruyff, Di Stéfano, Best", declaró el ex seleccionador de Inglaterra. "Pero, ¿cuántos de ellos destacaron como fueras de serie en dos demarcaciones? La respuesta es muy fácil: ninguno".
No obstante, no sólo la polivalencia hacía de Charles un jugador emblemático en todo el fútbol europeo. El galés forjó su reputación en tierras extranjeras, algo poco habitual para la época, y sus gestas con la camiseta del Juventus lo llevaron a destacar como uno de los jugadores más célebres de la historia del fútbol italiano. De hecho, cuando la Juve celebró su centenario en 1997, Charles se impuso, entre otros, a Michel Platini en la elección del mejor jugador extranjero de la historia del club. También recibió el reconocimiento de toda la nación italiana, que convirtió al galés en el primer extranjero, antes que Platini, Diego Maradona, Marco van Basten, etc., encumbrado en la Galería de los Famosos de Italia.
Sensación juvenil.
Las gestas que tanta estima le reportaron forman ya parte de la leyenda del Juventus. El coloso de Turín se había pasado la mayor parte de 1957 rondando la zona de descenso cuando, en agosto de aquel año, sus ojeadores repararon en un jugador del Leeds United que parecía la respuesta a sus plegarias. La Juve acababa de apoquinar el récord mundial de 91.000 libras esterlinas por Omar Sivori y necesitaba a alguien con fuerza, velocidad y contundencia que aportara el complemento perfecto a la creatividad mágica del argentino.
Charles tenía tan sólo 25 años por aquel entonces, pero ya había desempeñado parecidas tareas de rescate en Elland Road, donde había sacado al Leeds de la mediocridad de la segunda categoría hasta auparlo a la máxima división inglesa. Su debut en el primer equipo, a la edad de 17 años, se había producido en abril de 1949 contra el Queen of the South escocés. En él recibió el encargo de marcar a Billy Houliston. Se trataba del mismo delantero que había propulsado la victoria de Escocia por 3-1 sobre Inglaterra diez días antes y, sin embargo, casi no olió el balón mientras sus compañeros luchaban lo indecible para defender el empate a 0-0. Tan impresionado quedó Houliston con el trabajo de su marcador que inmediatamente alabó al novato con las palabras "el mejor central contra el que he jugado jamás".
Justificar tales alabanzas se convertiría en una constante en la trayectoria de un jugador que, incluso cuando daba los primeros pasos en el fútbol, era un portento físico: 1,88 de estatura y casi 100 kilos de peso. El único problema que se le planteaba al Leeds consistía en decidir en qué posición colocarlo. Por sus muchos y variados atributos, el joven demostraba un talento innato en diversas demarcaciones. A pesar de que había anotado 42 goles en la temporada 1953/54, con los que estableció un récord del club vigente hasta la fecha, el Leeds lo alineaba también de lateral derecho e izquierdo y, más frecuentemente, de central.
En cualquier posición, la solvencia estaba garantizada. Danny Blanchflower, el gran mediocampista del Tottenham Hotspur en aquellos días, no era el único con complejo de inferioridad. "Mis pies no piensan por mí, al contrario de lo que hacen los pies de John Charles", declaró. "Por eso mismo nunca podré ser tan gran futbolista como él".
Fichaje de récord.
La epopeya de este talento extraordinario se difundió por todo el continente y, tras los informes que presentaron los ojeadores de la Juve, la entidad turinesa ofreció 65.000 libras esterlinas por el jugador, casi el doble del récord británico de aquella época. Aunque lo lógico hubiera sido que el galés necesitara un periodo de aclimatación al fútbol italiano, Charles se convirtió en el autor del gol de la victoria en cada uno de tres primeros partidos con los bianconeri, contra el Verona (3-2), el Udinese (1-0) y el Genoa (3-2). El Juventus ganaría el título de liga, y Charles, en su primerísima temporada, se proclamaría mejor jugador del año del campeonato italiano y su máximo goleador, con 28 tantos.
En la temporada siguiente quedó tercero en la pugna por el Ballon d’Or. Su carrera con el Juventus le granjearía tres scudetti y dos Copas de Italia, por no mencionar 93 goles en 155 participaciones con el equipo. No obstante, las cifras no reflejan el hecho de que la Juve solía alternar a Charles entre el ataque y la defensa, y a menudo lo retrasaba a la zaga para defender una ventaja que él mismo había establecido.
A pesar de su soberbia contribución sobre el terreno de juego, su compañero Giampiero Boniperti recuerda que lo más impresionante era su calidad humana fuera del campo. "Yo diría que su humanidad era de otro mundo", comentó el ex internacional italiano sobre Charles. "John era una de las personas más honradas y leales que he conocido jamás, un hombre muy especial. Consiguió mantener el equipo unido. Cualquier pelea o discusión se apaciguaba tan pronto como él aparecía en el campo o en el vestuario".
Ciertamente, y a pesar de sus habilidades, Charles se hizo famoso por una deportividad a toda prueba, que le reportó el apodo de “Il gigante buono” ('el gigante bueno'). Su rechazo a reaccionar a las provocaciones o a emplear su formidable fuerza física para intimidar a los rivales propició que terminara su estancia de cinco años en la Serie A sin ninguna amonestación en su ficha, un compromiso con el juego limpio que siguió siendo el sello distintivo a lo largo de toda su carrera. Como aseguró el ex árbitro internacional Clive Thomas: “Si en un partido hubiera 22 jugadores del calibre de John, no harían falta árbitros, sólo cronometradores”.
La aventura de la Copa Mundial.
Mientras militaba en el Juventus, Charles alcanzó el pináculo de su carrera internacional en Suecia 1958 con la selección nacional de Gales, que participaba por primera y única vez hasta la fecha en la Copa Mundial de la FIFA™. Los galeses aprovecharon al máximo la ocasión, superaron imbatidos la fase de grupos y se enfrentaron en la primera eliminatoria a Hungría, cuyas esperanzas sufrieron el duro revés de un gol de Charles a principios de la competición. Gales ganó por 2-1 y concertó una cita en cuartos con Brasil, pero su estrella se había lesionado y tuvo que presenciar desde las gradas cómo un gol de Pelé para la selección a la postre campeona del mundo eliminaba a los suyos. "Con John en el equipo habríamos podido ganar", lamentó el seleccionador galés Jimmy Murphy.
Charles regresó al Leeds por una suma récord para el club, 53.000 libras, en 1962. Sin embargo, pese a su enorme emoción por este fichaje y su posterior traspaso al Roma, muy pronto resultó evidente que sus mejores años pertenecían al pasado. No obstante, muchos siguen considerándolo el mejor futbolista que jamás haya jugado en Elland Road, donde actualmente una tribuna lleva su nombre.
Como Jack Charlton, otra de las leyendas del Leeds, manifestó sobre su antiguo compañero: "John Charles era él solito todo un equipo. Suelen preguntarme: '¿Quién es el mejor jugador que hayas visto jamás?', y yo respondo que probablemente Eusebio, Di Stefano, Cruyff, Peló o nuestro Bob (Bobby Charlon). Pero el futbolista más eficaz que haya visto jamás, el más decisivo para los logros de todo un equipo, es sin lugar a dudas John Charles".
Encomiables elogios, pero quizás el homenaje más emocionante que haya recibido Charles se lo brindó, como no podía ser menos, la Juve, con motivo de su fallecimiento en 2004. "Hoy lloramos a un gran campeón y a un gran hombre”, dijo Roberto Bettega, vicepresidente del club y ex astro bianconero. "John fue la persona que mejor interpretó el espíritu del Juventus y que representó el deporte de la mejor y más pura de las formas posibles".
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