El segundo finde del mes de octubre lo he pasado en una simpática Casa rural del no menos simpático -¡y bonito!- pueblo de Polop de la Marina en la provincia de Alicante. Siempre suelo llevarme lectura a mis viajes, pero hete aquí que por las prisas o no sé por qué en esta ocasión la olvidé por completo. Menos mal que Lola, la casera, tenía en su coqueto hospedaje una bien nutrida librería que acogía entre otras colecciones ya antiguas la de no menor antigüedad el "Club del misterio", auténtico ejemplo de la edición pulp en castellano. Me regaló un número: el 57.
Las novelas de detectives y negras que se agrupan bajo el rótulo de la susodicha colección contienen todas las características de lo pulp: papel basto y barato procedente de la pulpa ('pulp') de la celulosa sin refinar; ilustraciones en algunas de sus páginas; periodicidad semanal, quincenal o como mucho mensual; personajes muy simples y con características muy sencillas que sirven para adscribirlos con rapidez y sin temor a equivocarse al grupo de "buenos" y/o "malos"; dirigido a un público considerado menor en cuanto a sus exigencias intelectuales: Jóvenes, en especial las de tema bélico, y en otro momento de nuestra historia, mujeres (las de tema romántico); y por último, dirigidas a un sector social con escasos recursos económicos, de ahí el bajo precio del producto.
En favor de la editorial Bruguera hay que decir que los autores que integran los 149 títulos de la colección presentada entre los años 1981 y 1984 ya eran considerados por esos años ochenta de altura literaria, lo que viene a poner de manifiesto que la editorial catalana quería difundir material de calidad dentro de unos círculos sociales que habitualmente no accedían a él. A través de este enlace se puede consultar el listado completo de los títulos que aparecieron en el " Club del misterio ".
La novelita que leí durante ese fin de semana del 'veroño'
de octubre es la nº 57 de la Colección. Su título en castellano, "Más oscuro que el ámbar" (" Darker than amber" en inglés); su autor, el estadounidense John D. MacDonald, que la dio a luz el año 1967, si bien en el "Club del Misterio" español apareció en junio de 1982. La traducción es de Jaime Piñeiro. Tiene 96 páginas
La novelita me atrapó desde el inicio. Era la primera vez que leía una aventura del detective Travis McGee, el exjugador de fútbol americano que junto a su reflexivo compañero Meyer investigan, intervienen y resuelven aquellos casos que se les presentan, en esta ocasión de manera casual.
Travis y Meyer pescan cangrejos a la luz de la luna próximos a la ciudad de Marathon (Florida) cuando ven cómo una mujer es arrojada al mar desde el puente. Tras lograr liberar a la joven de la piedra que llevaba atada a uno de sus tobillos, Travis MzGee consigue izarla a su casa flotante, " The Busted Flush". Con la ayuda de su inseparable Meyer consiguen reavivarla; al día siguiente se enteran por ella -de nombre Vangie- de los pormenores de su ocupación y de los motivos que hayan podido llevarla a este fin. Vangie les habla de un dinero ahorrado que querría recuperar por lo que marcha a buscarlo. Pero esta vez los "malos" no yerran el tiro.
Los dos amigos deciden enterarse del porqué del sucedido. Así lo harán. Desenmarañarán la trama delictiva de la que Angie junto a otras jóvenes muy atractivas formaba parte funcionando como señuelo de incautos.
Típica novela "pulp" de detective
Si algo me ha sorprendido de esta lectura es que a diferencia de otras novelas negras que utilizan con más frecuencia la elipsis y la sugerencia, el autor de ésta carga las tintas en aspectos muy concretos, especialmente el erotismo y la corrupción. Es digno de resaltar la frescura con que se muestran las chicas "malas" en su vocabulario, ademanes y gestos, llevándolas en ocasiones su comportamiento a la procacidad más absoluta:
" Pero la chica debía recibir alguna atención. Sentirse más tranquila. Y así me senté en la cama, la arrastré hacia mí, la abracé con fuerza, y cuando ella apoyó el rostro en mi cuello le dije en voz baja:
-Todo saldrá bien, pequeña.
Su suspiro fue profundo y tembloroso. Se había quitado el salto de cama y la piel aparecía suave y supercalentada. Se asió a mí con fuerza y musitó:
-Date prisa, querido. Estoy... tan dispuesta que prácticamente ya... ya ha ocurrido, ¿comprendes?"(pág. 79)
También la facilidad con la que el detective McGee es capaz de comprar voluntades es encomiable; a Travis le basta con mostrar un billete de diez $ para que el empleado más fiel engañe a su empresa sin el menor sonrojo:
"- Scusi -dije-. Quiero pedirle que me ayude en algo de la mayor importancia. Per favore.
-¿Cómo? -interrogó.
-Estoy en el número sei. Aquí tiene una propina de cierta importancia, ¿no?
El hombre tomó el billete con ademán de indiferencia, creyendo era de diez dólares, pero luego, al mirarlo más detenidamente vio un cero más, y el color huyó de su rostro.
-¿Es algo que yo pueda hacer, signore?"(pág. 83)
Estos dos ejemplos visualizan mejor que nada la adscripción del relato a la 'pulp fiction' típica norteamericana que ofrece a sus lectores actitudes nada edificantes que éstos gustan de ver en las historias que leen.
El género respecto a la entrada de lo pulp fue redimido de su condición de subproducto a partir de la segunda mitad de la década de los sesenta cuando el pensamiento posmodernista comenzó a propagarse echando por tierra aquellos valores que durante años, décadas si no siglos, habían permanecido firmes en el mundo occidental y que sirvieron para discernir entre lo válido y sus contrarios. Ese mundo tan coherente inicia su final durante esos años y las creencias tenidas por inmutables comienzan a cuestionarse y a revisarse. En España esta transmutación se retrasa varios años, hasta bien entrados los setenta, dada la persistencia entre nosotros de la dictadura franquista ( pulp en España ya escribí algo en este mismo blog: " A la búsqueda de Philip Marlowe mientras espero a la rubia de los ojos negros ").
Dada la interdependencia entre novela popular y cine, el definitivo espaldarazo dignificador le vino al género de la mano de Quentin Tarantino cuyo film " Pulp Fiction" (1994) marcó un hito al incluir en él el estilo, la estética, los diálogos y los tipos de personajes propios de la hasta entonces considerada aún por muchos subliteratura. Esto sirvió para que no pocos títulos literarios que llevaban alimentando al cinematógrafo durante décadas fuesen reivindicados. A los ya admitidos por entonces " El agente secreto" de Joseph Conrad, " El tercer hombre" de Grahan Greene, " El sueño eterno" de Chandler, " El halcón maltés" de Dashiel Hammett, etc., se unieron otros muchos más de autores con menos renombre, como el de la novela que hoy nos ocupa que también había sido llevada al cine el año 1970, y que aún eran discriminados en el terreno de la literatura.
Por su fecha de publicación, 1967, " Darker than amber " está en el límite entre la aceptación del género y su consideración de pertenencia al subgénero novelístico de Serie "B". En este sentido la novelita es muy interesante pues, en definitiva, las dos clases de lectores -cultos y populares- pueden encontrarse a gusto en ella.
Para los lectores menos exigentes al erotismo y la corrupción barata vienen a unirse en la aventura de McGee la existencia de violencia física muy al estilo del toma y daca americano en el que los contendientes tras la durísima pelea quedan frescos como lechugas.
Los lectores más avisados y más difíciles de contentar también encuentran satisfacción en el relato a través de las múltiples referencias literarias que en ella se contienen. La primera y más importante va ya de serie en el dúo Travis McGee y Meyer, trasunto de la caballeresca y cervantina pareja, Don Quijote y Sancho Panza. Los modernos defensores de las damas se mueven, como sus antecedentes literarios, por la defensa de la justicia y la virtud; también ambos son viajeros incansables que encuentran sus aventuras 'on the road', si bien unos viajan a lomos de paupérrimos y hambrientos equinos, mientras que los otros, los actuales, lo hacen a bordo de modernas casas flotantes (" The busted Flush", McGee, y el " John Maynard Keynes ", Meyer); también difiere el paisaje -y por ende el paisanaje-, en Cervantes los personajes se mueven por la dura meseta castellana, mientras que los de MacDonald lo hacen por el sur del estado de Florida. El parecido entre los miembros de las respectivas parejas lo es por contraste, pero muy homologable: McGee procede de la, podríamos decir, 'baja nobleza' americana al haber sido jugador de fútbol americano de cierto éxito; Alonso Quijano procede del último escalón nobiliario, es un hidalgo venido a menos. Por su parte, Meyer es un intelectual, economista de profesión, que ayuda a Travis personalmente pero sobre todo a través de sus reflexiones y alusiones a diversos autores y textos; esta actitud es análoga a las advertencias procedentes de la sabiduría popular que Sancho lanza a Quijote para prevenirle de sus excéntricas acciones .
Muy importante como elemento reequilibrador de la tensión existente en el relato es el humor. Aparece en abundancia con toques muy machistas al aludir a la endeble mente de las rubias tontitas, pero también en la relación amistosa de la pareja protagonista. He aquí un momento en que se aúnan tres elementos esenciales: erotismo, humor machista y reflexión intelectual:
" Yo conocía la forma de enfriarme rápidamente. Aquella boca me producía aprensión. Y así la besé con mucha fuerza y durante largo rato. [...] La mujer resoplaba como un horno cuando la solté, la eché de mi cama y le apliqué una fuerte palmada en las posaderas.
-¡Eh!..., ¡pero...!
La chica pareció gruñir algo ininteligible, pero una vez se metió en la cama rió entre dientes.
-Lo considero una simplificación demasiado absurda, Travis. Me refiero, naturalmente, a relacionar sus actos con términos morales. Perversidad. Falta de corazón.
-Podemos hallar una respuesta más adecuada en un libro escrito por una mujer cuyo nombre no recuerdo en este momento. Se titula "El yo positivo y el Yo negativo". Es una extensión e interpretación de una faceta de cierta teoría...
-¡Meyer!..., ¿a estas horas de la madrugada?" (pág. 79-80)
Las características del héroe
Travis McGee bebe brandy y Plymouth con hielo, una ginebra inglesa creada en 1793 en la ciudad que le da nombre, las mujeres le atraen con una fuerza de la que él es incapaz de escapar y muchas veces juega al ajedrez con su inseparable Meyer. En este sentido el personaje está muy inspirado en el Marlowe de Raymond Chandler que fuma en pipa, juega al ajedrez aunque con frecuencia a distancia, gusta de beber gimlets en baretos no muy elegantes y siente una atracción irresistible hacia el llamado sexo débil.
Sin embargo, a diferencia de Philip Marlowe, Travis McGee, como ya he dicho antes, combate su soledad con la amistad de Meyer con quien forma tándem investigador que, dejando a un lado su clara ascendencia cervantina, entronca con la tradición del género cuyos detectives, desde Conan Doyle (Sherlock Holmes y su inseparable Watson), muchas veces van en pareja como la Guardia Civil: Andrea Camilleri (Montalbano y Livia), Manuel Vázquez Montalbán (Pepe Carvalho y Biscúter), Lorenzo Silva (Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro), Stieg Larsson (Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander), etc.
Hay que destacar como elemento esencial que John D. MacDonald empezó a escribir seducido por el estilo del que siempre consideró como su maestro, Raymond Chandler. Al igual que él creó un detective que intervendrá en una serie de relatos. En el caso de MacDonald serán 20 años y nada menos que 21 novelas que van de la primera de la serie, " The deep blue good-by", aparecida en 1964, a la última, " The Lonely Silver Rain ", que escribió en 1984, dos años antes de su fallecimiento.