Revista Arte

John Stezaker en la Whitechapel

Por Calamar

* John Stezaker Whitechapel Gallery, London (dirección y horarios) Hasta el 28 de marzo

John Stezaker en la Whitechapel

John Stezaker- Amor VI, 2006, collage.


Algo de historia. La Galería Whitechapel de Londres se fundó en 1901, año en el que, como diría Garci, nació el Club Atlético River Plate y Antón Chejov escribió Las tres hermanas. La situamos en el distrito de Tower Hamlets, el escenario de la mayoría de los crímenes de Jack el Destripador, un barrio tradicionalmente obrero, hoy convertido en un colorido y extraño cóctel que mezcla a la numerosa colonia de inmigrantes de Bangladesh con los cientos de aspirantes a artista que llegan cada día a la capital inglesa.
La Whitechapel es de alguna manera un Salón de Otoño del arte contemporáneo, con categoría para relanzar a emergentes en exposiciones estacionales y consagrar a figuras con retrospectivas terminantes. El gran hito fue la exposición en 1958 This is tomorrow, en la que se plantaron las raíces del Pop Art y fue caldo de cultivo de lo que sería el Swinging London, la gran escena cultural que surgió en Londres en los 60, y que canalizó el optimismo de la recuperación económica tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial. La musa entonces era Jean Shrimpton, a la que por cierto podríamos encajar facilmente en alguna temporada de Mad Men. En el 39 se expuso aquí el Guernica, la única vez que estuvo en Gran Bretaña, aunque esta vez lo devolvieron, que pensaría  un griego.  En 2009, antes de ayer,  la Whitechapel dio un gran salto incorporando el edificio contiguo de la antigua Parmons Edward Library, triplicando de esta manera el espacio expositivo, y comenzó entonces a abrir al público todos los días del año y a organizar proyectos educativos y de divulgación del arte, y a molar.

Pero vamos con el protagonista con apellido de mediocentro alemán que encabeza esta entrada: John Stezaker. Es británico y nació en 1949, el mismo año que mi padre y que Djavan. Fue redescubierto a finales de los 90 por el mercado del arte fundamentalmente  por la influencia que supuso para los Young British Artists. Ahora está de moda, como los bigotes flojeras indies. En los 70 fue uno de los primeros artistas británicos en subirse al conceptualismo y rechazar frontalmente el Pop Art, primero a través de la fotografía y sobre todo más tarde con el collage. Trabaja con imágenes que pueden ser fotogramas de películas, postales de época, retratos de celebridades o ilustraciones de libros. Muchas son reconocibles, la presencia de los mass media es una constante en sus 30 años de carrera. Esas imágenes son recortadas, volteadas, duplicadas y extirpadas de su contexto para crear una obra nueva y única, un nuevo significado. 

La mayoría de trabajos de los 70 que aquí vemos son en blanco y negro, la belleza convertida en monstruo a través de rostros enfrentados con postales de paisajes superpuestas, como un rompecabezas siniestro, o fotogramas de películas con recortes en blanco de forma paralelepípeda (ouch), como si debiéramos llenar esos huecos con nuestra propia formulación de los pensamientos de los sujetos. Esa serie se llama Tábula rasa, la que más me gustó. En la década de los 80 introduce más (techni)color, y aunque varían los tamaños y quizá haya algo más de abstracción, la figuración se mantiene. En los últimos años lo más destacado y reproducido son los retratos de las old celebrities (ahí va que chorrazo!), a las que sitúa  una línea frontal a la altura de los ojos duplicada, como la imágen que encabeza este texto y el catálogo de la exposición. Grandes efectos, leves modificaciones. Como en política. No hay un orden cronológico claro en el recorrido, o al menos no fui capaz de leerlo. Tampoco se si supe leer estos noventa collages minimalistas que muestran absurdamente una cultura popular primitiva en los ojos saturados del espectador moderno, aunque tal vez de eso se trate.
La mayoría están enmaracados en sencillas tablillas de madera lacada sobre fondos blancos, iluminadas con una luz tenue que acentua los trazos irregulares en el papel de los cortes con tijeras,  y los rastros de horizontales y verticales impecables trazados con escuadra y cartabón. Todo es tan correcto en los collages de John Stezaker, tan pulcro y brillante, que a la salida la vida era una piedra en la que tropezar.


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