Imaginemos un prototipo de ciudadano francés interesado en la actualidad internacional, y particularmente en los avatares del ejercicio periodístico en territorio extranjero. Imaginémoslo atento a la discusión sobre el rol de la prensa y los medios de comunicación en Venezuela, Ecuador, Argentina. Imaginemos que, de este último país, le llama poderosamente la atención el enfrentamiento político y legal en torno a una nueva Ley de Medios…
Ahora imaginemos que este prototipo galo tiene efectivamente un correlato de carne y hueso en la Francia real, y preguntémonos cuál de los siguientes dos artículos el susodicho preferirá leer en su diario de cabecera: ¿el retrato de un periodista-estrella especializado en desnudar las mentiras del gobierno de turno, o la crónica de la intentona judicial que un multimedios encargó para demandar penalmente a periodistas críticos de dicha corporación?
En otras palabras, ¿qué es más inédito o curioso para la mentalidad francesa que presumimos lúcida e inquieta: la versión argentina (más bien porteña) de oootro periodista justiciero que se proclama a favor de la democracia y en contra del autoritarismo, o la ocurrencia de un pulpo mediático de iniciar acciones legales contra periodistas empleados de un canal -en algunos casos de un diario- cuya línea editorial es diametralmente opuesta?
Entre una semblanza previsible por donde se la mire y la crónica de un sainete jurídico-mediático con pasos de comedia sin precedentes (por un lado, la difusión de un comunicado que pretende aclarar los tantos entre acusación penal y convocatoria a testigos y, por el otro, la posterior anulación de dicha convocatoria), Le Monde elige la primera propuesta, probablemente porque entiende que una pintoresca reedición de Tintín seduce más a su -también prototípico- lector. De ahí que, justo antes de que aquí tomara estado público la presentación penal del Grupo Clarín contra Roberto Caballero, Javier Vicente, Sandra Russo, Nora Veiras, Orlando Barone y Edgardo Mocca, allá el diario francés publicó -el viernes pasado, en su sección Internacional- el artículo “Jorge Lanata, el toro salvaje del periodismo argentino“.
El texto de Christine Legrand (sin ninguna relación con nuestra preclara Mirtha) replica elogios y reproches locales al conductor de Periodismo para todos. Después de presentar el programa dominguero de Canal 13 como la “cita imperdible para unos cinco millones de televidentes argentinos”, la corresponsal francesa caracteriza a Lanata a partir de tres consignas: parecido físico con François Rabelais (o con sus criaturas pantagruélicas, no queda muy claro); vestimenta colorida; sentido del humor liberador “que él mismo reivindica como una forma popular de comunicación“.
Legrand repasa parte de la trayectoria del fundador de Página/12 (no menciona la fallida experiencia con Crítica, pero cuenta la anécdota de la omisión por parte de Cristina Kirchner en el acto por los 25 años del primer diario y la reacción destemplada del periodista). Luego enumera denuncias célebres de PPT: por ejemplo, aquélla contra Alicia Kirchner como funcionaria en Santa Cruz durante la última dictadura militar, aquélla sobre la detención en Venezuela tras la cobertura de las elecciones presidenciales en ese país, aquélla sobre la censura sufrida en distintas provincias argentinas.
Nobleza obliga, la autora del artículo también recoge las principales críticas que Lanata despierta entre quienes dejaron de seguirlo y de trabajar con él: “lo tratan de gorila, de mercenario (…) de haberse vendido a Clarín”, afirma. Además desliza reparos por cuenta propia: “hace de cómico hasta el límite del mal gusto”, advierte antes de referirse al gesto de fuck you tan caro al conductor y a los seguidores que mandan sus fotos al programa.
Sin embargo, la mayoría de los párrafos destilan admiración. Ejemplo: “Durante dos horas, en directo, Lanata ataca al gobierno de la presidenta peronista Cristina Kirchner, que regularmente elogia sus seis años de gestión. Cifras en mano, apoyándose en testimonios y entrevistas, el periodista denuncia el clientelismo, la manipulación de estadísticas, la pobreza persistente, el mal estado de trenes, escuelas, hospitales, la corrupción de las instituciones y el enriquecimiento extravagante de la clase política. Pone al desnudo el poder en Buenos Aires y en las lejanas provincias del interior donde los gobernadores reinan como señores feudales”.
La intención de reivindicación -porqué no homenaje- adquiere mayor visibilidad con la cita de la expresión “toro salvaje del periodismo argentino”, extraída de la edición argentina de la revista Rolling Stone.
Dicho todo esto, el propósito del presente post consiste menos en comentar el artículo de Le Monde sobre Jorge Lanata (artículo que, atención, integra la edición paga de la plataforma online) que en señalar la contracara de este reconocimiento y presentación en sociedad. A saber, el silencio corporativo ante el extemporáneo reclamo de castigo ejemplar por parte del Grupo Clarín.
Por lo visto, mientras sólo lea el diario que Hubert Beuve-Méry fundó en 1944 a pedido del General Charles de Gaulle, nuestro prototipo de ciudadano francés podrá aprender muy poco sobre el ejercicio periodístico y la realidad mediática en la Argentina contemporánea. Consolémonos pensando que el susodicho conoce las limitaciones del journalisme en su propio país.
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