Hace unos días se organizaron unas jornadas para reflexionar sobre el ecofeminismo en Santiago en las que se debatió esta casuística. El 30 de noviembre comenzaron con un paseo en bici por Santiago que se tuvo que posponer. Pasear en bici por Santiago en estas fechas es como querer ducharse sin gastar un duro.
El día 1 empezó lo gordo, lo serio. Diez de la mañana -tampoco vamos a madrugar un sábado-, «divertimentos varios para irnos conociendo». Cualquiera diría que en lugar de hablar de la resilencia, ahí se va a ligar. Ligar con ecofeministas tiene que ser un reto parecido a esos tipos que arrastran camiones en competiciones raras de Montana o Guipúzcoa.
A las 10:30 una charla sobre la «Heterogeneidad del movimiento ecofeminista». Parece que no, pero esto es un tema. Veamos qué dice una tal Mary Mellor en «Feminismo y ecología»:
Aunque el ecofeminismo es un movimiento heterogéneo con diferencias en énfasis, y particularmente en retórica, yo afirmaría que su lógica, tal como ha venido evolucionando en los últimos veinte años, ha producido una perspectiva teórica evidente y muy valiosa sobre la relación entre la sociedad humana y su medio ambiente natural que tiene implicaciones tanto para la teoría social como para la práctica política.Te aprendes de memoria el párrafo y ya puedes ser ponente. Qué más da que no digas nada.
A las 12:00, descanso de media hora. Después, un debate sobre cómo articular las luchas feministas y ecologistas. Recordad que las malas ideas son solo aquellas que no se expresan.
De 14:30 a 16:30, comida comunitaria para compartir y picar. Llevas palillos y comes gratis. Me parece una idea estupenda. Claro que a esta gente igual le da por traer tofu y pescado crudo.
Por la tarde hay tres talleres simultáneos: «Erótica de los cuidados», «Violencias» y «¿Masculinidades o cárceles?». Mucho cuidado aquí: cuando estos hablan de «erótica» no hablan de lo que estás pensando.
A las 22:00 poesía, música y copas en un bar. Sí, también forma parte de las jornadas.
La tercera jornada comienza a las 11:00 (normal, después de las copas del día anterior...). Se trata de una charla sobre soberanía alimentaria. Este es un tema muy de moda. De la wiki:
En contraste a la seguridad alimentaria definida por la FAO, que se centra en la disponibilidad de alimentos, la soberanía alimentaria incide en la importancia del modo de producción de los alimentos y su origen. Resalta la relación que tiene la importación de alimentos baratos en el debilitamiento de producción y población agraria locales.Es decir, la soberanía alimentaria es una forma de que los pobres sigan siendo pobres y de que los ricos se vuelvan pobres. Es horrible pensar que en el súper de la esquina puedan venderse berenjenas de Tanzania. Mejor que esos pobres africanos no vendan nada y que nosotros paguemos más caro. ¿Libertad comercial? Eso es el Mal.
A las 13:00 hay una charla que versa sobre las experiencias con la Tierra. No sé si se refieren a anécdotas picantes o a la historia geológica del planeta. Puede que a ambas.
A las 14:30 comida colectiva con productos agroecológicos. Precio aproximado de 5,50 €. Que no te vean el McMenú.
A las 16:30 otra vez un debate sobre cómo articular las luchas feministas y ecologistas. Como una liturgia, repiten lo mismo.
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Si no hay un relato alternativo, ganan los malos. A mi no me basta con que los medios de comunicación traten a esta gente como los tarados que son. Debe haber un relato alternativo. Se debe explicar por qué queremos ver productos de Tanzania en el supermercado. Por qué la discriminación positiva es denigrante para la mujer. Hay que decirle a la gente que hay una alternativa a lo que está mal en el mundo que no pasa por el antidesarrollo y la esclavitud.
Para ello es necesario tejer lazos en la sociedad que sumen peso específico. No puede ser que nos quejemos cada uno por su cuenta y dejemos el tejido asociativo y las iniciativas ciudadanas en manos de dementes.