Revista Cultura y Ocio
José Ángel Barrueco: “Las lorzas mentales no siempre tienen solución”
Publicado el 04 junio 2011 por Njimenez79Asco: 1. ‘Alteración del estómago causada por la repugnancia que se tiene a algo que incita a vómito’. 2. ‘Impresión desagradable causada por algo que repugna’. Resulta complicado que una novela cuyo título evoca los reflujos gástricos y los vaivenes esofágicos pueda provocar sonrisas durante su lectura. Pero parece que a José Ángel Barrueco (Zamora, 1972) la repugnancia le inspira y le remueve los pensamientos, agitándolos y convirtiéndolos en un cóctel de crítica, nostalgia y notables toques de humor.
Asco (Ed. Eutelequia), su nueva obra, es un vaivén bamboleante entre el libro de viajes, el ensayo, el diario y la novela, motivado por la introspección en la que el escritor bucea cuando sus convicciones cívicas naufragan a bordo de un crucero que parece una metáfora de la propia vida.
¿Su Asco es habitual o las náuseas comenzaron al subir al barco?
Es habitual. Me siento incómodo en esos lugares masificados: conciertos, salas de cine en domingo por la tarde, museos llenos… Me viene desde la infancia, supongo. O desde la adolescencia. Cuanta más gente hay en un sitio, más miradas pueden converger sobre ti, y yo detesto eso. Y, por lo general, cuanta más gente se reúne en un lugar, más se unifican los comportamientos. No es que la gente piense como la mayoría: actúa como la mayoría, a menudo por aquello del “qué dirán”. Tenemos un refrán para eso: “¿Dónde va Vicente? Donde va la gente”.
En su libro el asco se redime gracias a la inocencia de los niños, justo lo que provoca mucho "asco" / rechazo en muchos adultos que no soportan sus juegos. ¿Cómo se come esto?
El problema es que demasiados adultos han olvidado que una vez ellos mismos fueron niños. Escuchas a algunas personas decir eso de: “Yo no aguanto a los críos”. Pero a ellas, antaño, alguien tuvo que aguantarlas. Ni siquiera se lo plantean. También los adultos subestiman a los niños. Creen que no se enteran, que no oyen sus conversaciones repletas de códigos, que no son tan listos como en realidad son. Hace un rato, conversando con el escritor Alfonso Xen Rabanal, él me decía que en los ojos de los niños está la pureza. Aún no están contaminados por la sociedad y su red de miedos y tabúes. Y por eso, creo yo, incomodan a muchos adultos.
¿El mayor pecado de la humanidad es la gula?
En absoluto. Es la envidia. Pero durante un crucero, y dado que no conoces muy bien a tus vecinos de mesa o de camarote, no hay oportunidad de cultivar la envidia. Por eso se cae en la gula y, a menudo, también en la pereza. Que conste que esos pecados que el narrador señala, y otros tantos, yo también los cometo. Nadie está a salvo. Por eso me gusta efectuar la autocrítica en mis libros. Si ha leído algunos de mis relatos autobiográficos, o alguna de mis novelas, comprobará que no soy un modelo de héroe, precisamente.
Las referencias a obras literarias y cinematográficas son constantes. Su relación con la literatura es evidente, pero, ¿cuál es la relación que tiene con el cine?
Antes de la literatura empezó a apasionarme el cine. Las adaptaciones me llevaron al tebeo, luego a la novela juvenil y, más tarde, a la novela para adultos, lo que condujo a la poesía, a los diarios, al ensayo, etcétera. Mi relación con el cine aparece en mi primer libro, Recuerdos de un cine de barrio. Mis abuelos fueron dueños de varios cines, allá en mi ciudad natal. Uno de esos cines incorporaba una vivienda dentro del edificio, y allí viví yo hasta los 13 años. De modo que pasaba las tardes viendo películas. Fueron años en los que, mientras los chavales de mi generación veían V, El misterio de Salem´s Lot, Dallas o Galáctica, yo estaba en el cine. Por supuesto, me tragué algunos capítulos de esas mismas series, pero no con la misma asiduidad que el resto. El cine determinó mis influencias.
Foster Wallace es un referente constante en el libro. ¿También en su literatura? ¿Se embarcó en el crucero por revivir a DFW o fue casualidad?
Es uno de mis referentes, sí. Pero me interesa más seguirlo como lector que como imitador. Su estilo era único. En cuanto a la segunda pregunta: fue casualidad. Había leído su reportaje muchos años atrás, pero no tuve presente ese texto. Digamos que lo del barco obedeció, más bien, a una cuestión familiar. De regreso a España recordé a DFW y releí el reportaje.
A veces da la sensación de que se siente como un extraterrestre en el barco. ¿También en la vida?
Efectivamente. Sobre todo en la vida. Yo admito, y lo digo a menudo, que soy un bicho raro. No me interesa el deporte, no me gusta el fútbol en particular, los coches me causan indiferencia, me aburre la política, me sigue dando vergüenza hablar en público, me atosigan las reuniones masivas, nunca voy a las tertulias… En fin, que tengo muchísimas rarezas. En el barco intenté ser invisible, pero mi torpeza me llevó a ser lo contrario, en un par de ocasiones. Ya sabe: cuando todo el mundo va de etiqueta a una cena de gala y yo acudo vestido de cualquier manera, con lo cual destaco… justo lo que no quería.
En su libro hay mucho gordo suelto, pero dígame, ¿tenemos más lorzas en el cerebro que en el estómago?
Por supuesto. Lo cual es peor. Lo del estómago puede solucionarse, tarde o temprano y si uno pone empeño. Las lorzas mentales no siempre tienen solución…
Asco es el primer libro de una trilogía que completan Angustia y Alumbramiento. ¿Puede adelantarnos algo de lo que nos espera? ¿Tendremos que tomar mucho antiácido?
No, no habrá que tomar antiácido. No espero que sean tan corrosivos. Aunque serán libros similares en cuanto a la forma (esa mezcla de memorias noveladas, diario de viajes y ensayo literario), espero que el fondo sea diferente.
Angustia toca el tema de la enfermedad, en este caso del cáncer. Ya no hay furia contra la sociedad, sino desesperación por nuestra naturaleza de mortales. Trata, supongo, de nuestra capacidad para aceptar las mutaciones del cuerpo sometido a los tumores. Es un libro oscuro. Podría ser como “El imperio contraataca”, ya me entiendes: la secuela tenebrosa.
Alumbramiento, por el contrario, espero que sea un libro divertido, luminoso, más divertido aún que Asco. Ésa es la intención.
Ha publicado muchas obras y casi todas en editoriales independientes. ¿Qué le da a un autor una editorial pequeña que no encuentre en una grande? ¿Son un oasis en tiempos de crisis?
El tratamiento. Un tratamiento más personal, más íntimo, en el que se alcanza una relación no tanto de autor-editor como de dos amigos que trabajan juntos. En este sentido, Eutelequia cumple a la perfección. Pero es que, además, cuenta con la maquinaria de las grandes. Lo único que le falta es algo de tiempo para que todo el mundo conozca su catálogo. Ese trato al que aludo me ha hecho sentir muy cómodo con, por citar algunos, los editores de Ya lo dijo Casimiro Parker o Ediciones Escalera, que en otoño publicarán mi novela Vivir y morir en Lavapiés. Desde luego que son un oasis. Y en las editoriales independientes es donde se descubre a los autores que valen, aunque luego sean absorbidos por las grandes editoriales.
DFW, su tótem literario en Asco, reflejaba en sus obras las adicciones de la sociedad posmoderna. ¿A qué es adicto José Ángel Barrueco?
A pocas cosas, pero todas saludables: al cine, a la música, a la literatura, a navegar por internet. Por fortuna, uno se va modelando, va madurando: antaño me gustaba mucho ir de bares y trasnochar. No reniego de esa época, lo pasé muy bien, pero cada edad comporta unos intereses.
Está a punto de ser padre, ¿qué le diría a su hijo si éste le soltase que quiere ser escritor?
Que se lo pensara mucho. Que sólo podría serlo con una vocación a prueba de bomba, pues este oficio, al menos en España, exige sacrificios, grandes dosis de paciencia, cientos de fracasos y un montón de gente que no paga cuando debe. Eso sí: no hay felicidad comparable a la de entregar un manuscrito del que te sientes satisfecho.
Publicado en Diariocrítico.