Revista Arte
El auge económico convirtió a Buenos Aires, a partir de 1890, en una plaza más que interesante para el mercado del arte. De esta forma empezaron a llegar importaciones masivas de objetos, pinturas y reproducciones de una calidad muchas veces dudosa. Así se ofrecían “originales” de artistas consagrados como Ribera, Van Dyck o Murillo por únicamente 500 nacionales. Las nuevas técnicas de reproducción, como las oleografías, abastecían en gran manera ese mercado destinado al gran público, sin que las denuncias por falsificaciones amedrentaran a los posibles compradores. Al mismo tiempo, las colecciones de hacendados crecían con las adquisiciones hechas en los frecuentes viajes a Europa. Es en este contexto tan caótico y altamente especulativo, cuando aparece la figura de José Artal (1862-1918), empresario catalán, que llegó a Sudamérica y tras una breve estancia en Montevideo se instaló finalmente en Buenos Aires. Su actividad comienza ya a medidas de los años 90 con la colaboración con diversas galerías y colecciones particulares. Pero es junto a la Sala Witcomb cuando sus Salones adquieren un protagonismo sin par. Artal utilizó nuevas estrategias para aumentar la difusión mediática de sus exposiciones. Además de conseguir obras de reconocidos artistas españoles, editaba un buen catálogo que era previamente distribuido tanto a la prensa como a los mejores coleccionistas. Fue así como sus inauguraciones se convertieron en todo un evento social. En poco tiempo las grandes colecciones de arte porteñas, acostumbradas, como comentamos, a adquirir sus pinturas en Europa, pasaron a comprarle a él directamente. Desde su primer Salón hasta el último celebrado en 1913, presentó veinticuatro proyectos expositivos, que dieron a conocer al público hispanoamericano lo mejor del arte español del cambio de siglo. En los mismos se entremezclaba lo clásico con lo moderno: paisajistas, retratistas, escenas de género y urbanas de color local, logrando excelentes propuestas de las más diversas tendencias, estilos, escuelas y modernos modos de expresión que tipificaron la pintura española de la época.De esta manera encontramos artistas como Joaquín Sorolla, Marcelino Unceta, Luís Álvarez Catalá, Gonzalo Bilbao, Salvador Sánchez Barbudo, Ramón Casas, Eliseo Meifrén, Baldomero Galofré, Santiago Rusiñol, entre otros. Pero, de forma inteligente, Artal no se limitó únicamente a exponer esos artistas más consagrados. Aportó también una visión de las nuevas vanguardias y fue así como, por ejemplo, en la exposición 1901, la obra de Pablo Picasso aparece en la Sala Witcomb. Es necesario tener en cuenta que hoy día prestigiosos museos latinoamericanos conservan entre sus fondos importantes colecciones de arte español, destacándose Argentina y Chile fundamentalmente, y de forma indirecta, Puerto Rico y Cuba. Muchas de esas obras provienen tanto de la compra en las exposiciones, de la labor comercial intermediadora de José Artal o de posteriores donaciones hechas por particulares.En siguientes entradas hablaremos más concretamente de la figura de Eliseo Meifrén en Argentina, sus estancias y exposiciones.