Revista Cultura y Ocio

José Gálvez

Por Enrique @asurza

José Gálvez Egúsquiza, nació en Cajamarca el 17 de marzo de 1819 y murió en el Callao el 2 de mayo de 1866. Hijo del coronel limeño José Gálvez y Paz, quien fuera diputado en 1826 y fundara el colegio de Ciencias de Cajamarca, y de la dama cajamarquina María Micaela de Egúsquiza y Aristizábal. Estudió en el Colegio Central de Ciencias y Artes, dirigido por el presbítero Juan Pío Burga y, al egresar, por circunstancias familiares, se ocupó durante algún tiempo del manejo de su hacienda Catudén. Es recién hacia 1842 que se traslada a Lima, matriculándose en el convictorio de San Carlos, cuyo rector era el famoso presbítero y orador sagrado Bartolomé Herrera. Optó el título de abogado en 1845 y durante cinco años ejerció su profesión en el ámbito de Cerro de Pasco y Tarma. En 1850 volvió a Lima, incorporándose al cuerpo docente del colegio Nuestra Señora de Guadalupe y, dos años después, accedió a la dirección del plantel en reemplazo de su hermano Pedro. La orientación extremadamente liberal que le dio a su labor educativa en este plantel se diferenció radicalmente de la instrucción conservadora que había recibido en el convictorio de San Carlos. Al producirse el levantamiento del general Ramón Castilla, en Arequipa, se une a su contingente, colaborando a resolver la abolición del tributo de los indígenas (5 de julio de 1854) y la emancipación de los esclavos (3 de noviembre de 1854), cuya necesidad había defendido permanentemente desde las aulas.

Participó en la batalla de La Palma (5 de enero de 1855) y, a mérito del triunfo de la revolución de Castilla, fue nombrado rector del convictorio de San Carlos combatiendo con denuedo la orientación conservadora desarrollada por Bartolomé Herrera. En 1857 Castilla disolvió la Convención Nacional de la cual Gálvez era diputado, actitud que lo convierte en su exaltado opositor, desde la redacción del diario Constitucional (3 de abril a 1 de agosto de 1858). Para impedir que prevaleciera la nueva Constitución de I 3 de noviembre de 1860, formó parte junto con Ricardo Palma y otros liberales y oficiales de una conspiración para victimar a Castilla, tomando por asalto su casa de la calle de las Divorciadas (23 de noviembre de 1860). Fracasado el intento, tuvo que asilarse en la delegación de Chile en Lima y salir al destierro. Viajó por Europa y volvió al Perú en 1862, dedicándose al ejercicio de su profesión. Al año siguiente obtuvo su doctorado en Jurisprudencia en la Universidad Mayor de San Marcos, con una tesis sobre el carácter autónomo de las instituciones científicas con respecto al Estado.
En 1865 fue elegido decano del Colegio de Abogados de Lima y en tal condición manifestó su disconformidad por la actitud pasiva del general Juan Antonio Pezet ante la agresión de la Escuadra Española del Pacífico, siendo por este motivo desterrado nuevamente a Chile. Se unió en Chincha a las filas del ejército restaurador encabezado por el coronel Mariano Ignacio Prado y, luego del triunfo de este movimiento, se le designó como secretario de Guerra y Marina (1865). Al tomar conocimiento del manifiesto (27 de abril de 1866) efectuado desde la fragata capitana Numancia por el almirante Castro Méndez Núñez, comandante de la Escuadra Española, amenazando con bombardear el Callao en un plazo de cuatro días, acusando al Perú de (haber transgredido el tratado del 27 de enero de 1865, Gálvez asumió la dirección de la defensa de aquel puerto y construyó una serie de baterías, emplazadas al norte y sur, situando los débiles y reducidos barcos de guerra al centro. En la defensa norte se ubicaba la torre de Junín, el fuerte de Ayacucho y el famoso cañón del pueblo; en las baterías del sur el fuerte de Santa Rosa, la torre de la Merced, que era giratoria y blindada y la batería Zepita que estaba frente a la Mar Brava. El 2 de mayo de 1866, en las primeras horas del combate, uno de los cañones Blackley del fuerte de Santa Rosa se inutilizó. Lo lamentable fue que una bomba del Almansa, penetró por una de las puertas y vino a explotar en unos paquetes de pólvora, con lo que se produjo una inmensa explosión que destruyó la torre de la Merced, en la que murió heroicamente José Gálvez.


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