Revista Opinión

José Luis Burgos, la voz de la calle

Publicado el 20 diciembre 2010 por Piniella

José Luis Burgos, la voz de la calle

José Luis Burgos

Desde ATTAC he recibido copia de la carta abierta de un afectado por la Hipoteca bancaria y que dirige a nuestros Parlamentarios. Dado su interés y realidad la publico, y os pido que la reproduzcáis por los medios a vuestro alcance.
Me llamo José Luis Burgos, tengo 48 años, soy discapacitado físico y preciso para movilizarme la ayuda de una silla de ruedas. Hace ya 21 días que permanezco en huelga de hambre en Paseo de Gracia nº 5 de Barcelona, ante las puertas de una de las entidades financieras más fuertes de este país, el Banco de Santander. No soy un moroso, soy un estafado e ignorado por un sistema capitalista brutal y despiadado. Una de las centenares de miles de personas que con sus respectivas familias están a punto de perder su vivienda o ya la han perdido. Un durísimo castigo para ciudadanos que han cometido un solo delito: perder de forma injusta su puesto de trabajo, por culpa de un mercado laboral que ha saltado por los aires debido a las sucias maniobras de los mercados financieros, que no son otros que la banca y las transnacionales.
Sepan ustedes que denuncio públicamente y con todas mis fuerzas las tropelías que desde hace ya mucho tiempo vienen cometiendo estas instituciones ambiciosas e inhumanas. Pero sepan también ustedes que mi mayor decepción es comprobar que los representantes políticos en los que hemos confiado nuestra vida y futuro, no están haciendo absolutamente nada por evitar estos atropellos y poner fin a esta barbarie.Soy un simple ciudadano, no me siento representante de nada ni nadie, pero creo ser una muestra de esa gran parte de la población que está viviendo momentos amargos y situaciones de tragedia familiar, ante la mirada pasiva de todos ustedes.Es totalmente inadmisible que millones de personas se encuentren en la calle o estén a punto de hacerlo, por una legislación obsoleta e injustamente aplicada en este tipo de situaciones de crisis. Pero lo que es incomprensible es que se les esté esclavizando financieramente de por vida, porque aún entregando su vivienda y perdiendo todo el dinero que ya habían invertido en ella, son condenados durante el resto de sus días a pagar una deuda ficticia e inmoral, como resultado de la diferencia de valoración de esas viviendas entre el precio de compra inicial y el precio de subasta actual, al cual hay que sumar las abusivas e inexplicables costas judiciales del proceso de ejecución.No deja de ser deleznable que los mismos culpables de originar esta crisis sean premiados con miles de millones de euros de nuestros impuestos, que el gobierno a tenido a bien ofrecerles sin hacer a la ciudadanía consulta alguna, en lugar de exigir los castigos y penas de esta estafa y burla social. Pero todavía es más repugnante que ustedes, políticos y vendedores de promesas electorales salvadoras, permitan y hagan lícita esa esclavitud para sufragar las pérdidas de éstas entidades financieras que lejos de generar riqueza se han dedicado a manipular y especular sin control alguno y, rescatarlas de su propio pozo de suciedad con la explotación y cautividad legal de sus víctimas. Las mismas víctimas ciudadanas que se sienten traicionadas por aquellos representantes políticos que pidieron su voto y que ahora lo agradecen con su indiferencia.
Es un deber y una obligación política y moral, exigir que los errores y pérdidas de la banca, así como la crisis que han originado, la paguen ellos. Con sus millonarios beneficios acumulados durante tantos años, con las reservas que deberían haber dotado en sus balances en lugar de repartir miles y miles de millones en dividendos a sus accionistas, con el asqueroso beneficio que obtienen participando o financiando la fabricación de armamento con el que matar a miles y miles de niños y demás personas inocentes, que podrían ser nuestros propios hijos, padres, hermanos… Y también, claro está, con esas sucias e incalculables fortunas multimillonarias que duermen tranquilamente en paraísos fiscales sin haber pagado un solo céntimo de impuestos, mientras cada año aumenta el empobrecimiento de la clase obrera en los países avanzados y se registran paralelamente millones de personas que mueren de hambre en el mundo.
La entidad ante la que me encuentro protestando y que pretende quitarme lo que es mío, ha repartido hasta el mes de noviembre de este año entre sus accionistas más de 5.000 millones de euros de beneficios. La misma que se jacta de invertir 200 millones de euros en el equipo de Ferrari y Fernando Alonso, para seguir luciendo poderío en esta Cataluña nuestra, en esta España de amodorramiento, de circo y pandereta. La misma que financia con fortunas inmorales la compra de futbolistas, para que ese poderío, forjado con el dinero de sus clientes y los abusos que le permite el Gobierno ejercer sobre los mismos, traspase fronteras y muestre al mundo el despilfarro que existe en este país, por encima de necesidades sociales de primer orden, por encima de conciencias y personas desesperadas, para hacer todavía más evidente la falta de sensibilidad y compromiso con una sociedad que le ha permitido todo y se ha convertido en la Meca de ávidos banqueros y políticos corruptos.
Un país que no siendo ni de lejos una potencia económica mundial, ha metido entre las filas del capitalismo internacional a uno de los bancos más potentes, ese que con nuestro dinero se ha convertido en uno de los más ricos, pero también de los más pobres en gratitud y calidad humana. Ese que ha sabido, como todos sus homólogos nacionales, aprovecharse de la bondad de las gentes conformistas de este país, aprovecharse también de sus desgracias y, de una legislación que parece proteger únicamente los intereses de estas entidades, en detrimento de los más débiles. Una legislación que utiliza la maquinaria democrática y su Estado de Derecho, para dar forma a un inverosímil escenario de injusticia para sus ciudadanos y, albergar a un gran número de insaciables tragaperras que se han arropado bajo las sábanas celestiales de este fantástico paraíso financiero situado al sur de Europa.
Señores representantes políticos, ha llegado el momento de demostrar su talla profesional y humana, ha llegado el momento de demostrar si son dignos representantes nuestros. Nosotros, los ciudadanos, cumplimos puntualmente y con sacrificio para poderles pagar sus privilegiados salarios, para que nos defiendan de esta estafa permanente. Se encuentran ustedes ante una oportunidad histórica en la que tendrán que elegir entre defender a la ciudadanía, o traicionarla mientras siguen el juego de la tiranía totalitaria que se está apoderando de nuestras vidas y robando nuestra felicidad.
La democracia está enferma, reclama a gritos que la rescatemos, que le quitemos este tupido velo que la envuelve de corrupción e injusticia. Ustedes, señores políticos, se llenan la boca a diario con sus discursos vacíos y cada día menos creíbles, orgullosos de ejercer sus funciones en un marco de derecho y honradez democrática en el que se escudan. Tal vez no se den ustedes cuenta, aunque me temo que sí, que están traicionando a esa democracia por la que tanto hemos luchado, convirtiéndola con su permanente ejercicio de ablepsia y permisibilidad, en una total dictadura de los mercados financieros.
Su falta de valentía a la hora de decir la verdad, de poner freno a los graves atropellos que está cometiendo la banca en nuestro país, no permitirá que puedan explicar con orgullo a sus hijos y nietos el papel que están escribiendo ustedes en esta gran página histórica. Yo permanezco con mi huelga de hambre aquí en la calle, con un cansancio y unas condiciones climáticas que se tornan inhumanas, a la espera de que ustedes y los grandes medios de comunicación hagan gala de su ética profesional y posición solidaria pasando por aquí para darme apoyo, para denunciar todos juntos esta situación y poner fin a toda esta tiranía, para no alimentar a nuestro verdugo y poder liberar a nuestros hijos de estas cadenas.
Medios de comunicación, Jueces y Políticos: la democracia os necesita… la ciudadanía os espera.
José Luis Burgos.

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