Revista Arte

Juan Alonso Villabrille y Ron, escultor en la corte de Felipe V

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Fue gracias al primer artículo que escribió Emilio Marcos Vallaure en el que, tras una intensa búsqueda, logra localizar la partida de bautismo del genial escultor, constatando su nacimiento en el pequeño pueblo de Argul, concejo de Pesoz (Asturias), de donde sus apellidos son toponímicos de varias poblaciones del occidente de Asturias.

Tras este primer artículo sobre Juan Alonso Villabrille y Ron, en el que se certifica su bautismo el 1 de Julio de 1663 y donde vivió en Argul, probablemente hasta que cumplió los 15 años, cuando se trasladó desde su casa natal (conocida antiguamente como "Casa Eladio", ha pasado a ser denominada como "Casa del Escultor", en honor a su figura), para comenzar su formación como escultor, según Germán Ramallo Asensio, en el retablo Mayor del Monasterio de Corias en Cangas del Narcea, donde se encontraba uno de los principales focos de la escultura asturiana del momento. Sin nuevos estudios que den claridad a los años que pasó Villabrille en Asturias antes de establecerse en la corte, la hipótesis de Ramallo parece la más acertada.

La presencia en la corte de Madrid se constata en 1884 cuando el escultor tiene ya 21 años y entra en el taller de Pedro Alonso de los Ríos donde se forma durante unos cuatro a seis años. La primera aparición del escultor en un documento público la realiza como testigo del testamento de la hermana de los Churriguera, coetáneos de Villabrille y que mantenían una relación de amistad, ya que, de otra manera no se entiende que haya sido testigo en un documento tan importante e íntimo de la familia.

En 1686 consta como escultor independiente y se establece en la parroquia de San Ginés de la capital.

No se conocen obras de Juan Alonso Villabrille y Ron anteriores a su famosa Cabeza de San Pablo cortada, y fechada en 1707, obra culmen de su carrera. Nos encontramos ya con un periodo de madurez en el que se constata su dominio de la técnica escultórica. Esta cabeza proviene de la sacristía del Convento de San Pablo de Valladolid y en ella se puede apreciar la gran expresividad y el fuerte dramatismo que hacen de esta pieza una de las mejores que posee el Museo de Escultura de Valladolid. Villabrille se caracteriza por realizar un trabajo de la madera exhaustivo, en la que utiliza cristal para lo ojos y pasta para los dientes, consiguiendo una verosimilitud, a la que también ayuda la policromía de la obra.

A raíz de las nuevas investigaciones han salido más obras firmadas del escultor, es el caso del San Francisco de Paula que se conserva en Cali (Colombia), perteneciente a la colección de Soffy Arboleda, y firmada en la peana como Juan Ron. Se desconoce la ubicación exacta de la escultura, pero se conserva una excelente fotografía en blanco y negro que nos permite deleitarnos en los detalles de esta obra.

Posteriormente se descubre otra escultura fechada y firmada en 1708, proveniente del Convento de Monjas Capuchinas de Castellón: San Juan Bautista en el desierto, localizado por Olucha Montins, director del Museo de Bellas Artes de Castellón. Según Ramallo se inspira en un dibujo de Simone Cantarini. Se trata de un pequeño relieve de 60 cm, muy minucioso con los detalles y que conserva una excelente policromía.

En 1715 firma un San José con el Niño, ubicado en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), donde se puede observar la captación del instante, con un San José joven, pero no idealizado, y con un trabajo de la madera extraordinario en el tratamiento de los pliegues.

Poco antes de perder su rastro completamente, en 1726 firma un Ecce Homo para los Jesuitas de Valladolid, que luego pasó al Monasterio de San Quirce y Santa Julita y en la actualidad se localiza en las Huelgas Reales de Valladolid. Se trata de una obra tardía, ya que el escultor cuenta con 63 años, pero que no pierde un ápice de verismo.

Debemos destacar también las esculturas que desde antiguo se vienen asegurando que son suyas. Ceán Bermúdez asegura que las esculturas en piedra que adornan el puente de Toledo en Madrid son de Villabrille. Se trata de dos casilicios que albergan las imágenes de Santa María de la Cabeza y de San Isidro Labrador. San Isidro es representado en el momento de sacar a su hijo del pozo y Santa María de la Cabeza es representada con un niño del que se han perdido varias de sus partes. Estas esculturas se realizan en 1723 y cuenta con la ayuda de Luis Salvador Carmona, año en el que entra en el taller de Villabrille y que se convertirá en el mejor escultor del periodo final del barroco español.

Según Ceán Bermúdez, en 1726 reciben el encargo de realizar la portada del Hospicio de San Fernando en Madrid, una obra de gran importancia ya que estaba costeada por el rey Felipe V. Villabrille realiza el San Fernando que preside la portada monumental, representado victorioso ante los sarracenos. En esta obra también se constata la ayuda de Carmona.

Sin extenderme más, ya que las atribuciones de su obra han ido creciendo con el paso de los años, destacamos varias que se localizan fuera de nuestras fronteras y son de una innegable calidad: es el caso de un San Elías en la National Gallery de Dublín (Irlanda) y un San Pablo ermitaño en el Meadows Museum de Dallas (EE.UU), una obra muy interesante y que se pone en total relación con la cabeza cortada de San Pablo por sus grandes similitudes y su perfecta realización, mostrando Villabrille el dominio escultórico en diversos materiales, ya que esta realizada en terracota.

Juan Alonso Villabrille y Ron, escultor en la corte de Felipe V
Para finalizar, cabe destacar la importancia que ha adquirido la obra de Villabrille en los últimos años, siendo considerado como uno de los grandes escultores del barroco español. Desde Asturias, de donde Villabrille es originario, se han podido reivindicar la figura del genial escultor con una exposición temporal en el Museo de Bellas Artes, a donde llegaron dos excelentes piezas procedentes del Museo de Escultura de Valladolid: Santa Rita de Casia y San Agustín de Hipona.

Uno de los últimos homenajes al escultor se produjo en Argul, su localidad natal, donde por petición popular fue declarado Hijo Predilecto del Concejo de Pesoz, haciendo coincidir su nombramiento con el aniversario de su nacimiento, y colocando en su casa natal una placa de pizarra que simboliza este importante hecho histórico.

Ángela Ferreira Martínez

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo.
Máster en Historia y Análisis Socio-cultural por la Universidad de Oviedo
Experta en gestión y uso turístico del patrimonio industrial y minero por la Universidad de Oviedo
Técnica Superior en Guía, información y asistencia turística por el IES Rio Nora de Pola de Siero

A principios del siglo XVIII, Felipe Díaz de Argul, marcha desde Asturias a Madrid para iniciarse en el oficio de la escultura en el taller de Juan Alonso de Villabrille y Ron, afamado escultor barroco, alcanzando tras cinco años la condición de maestro. Su gran técnica, originalidad e impresionantes tallas lo convierten pronto en un personaje imprescindible en el mundo de la imaginería religiosa barroca evolucionada, pero su activo protagonismo en las tertulias de escultores, con constantes denuncias por hurtos y alteraciones de autorías, le convierten en alguien incómodo para muchos. Como consecuencia de su empecinamiento, comienza a ser acosado y a recibir anónimos amenazadores que hacen insoportable su vida, desembocando en una situación no deseada. Sirva pues esta novela de ficción histórica como modesto homenaje de recuerdo al maestro escultor Juan Alonso de Villabrille y Ron, también conocido como Juan Ron, nacido en Argul en 1663, que desarrolló su arte con taller propio en Madrid.

Catedrático Emérito de Medicina de la Universidad Complutense, Académico y Presidente de Honor de la Real Academia Nacional de Medicina de España.

Juan Alonso Villabrille y Ron, escultor en la corte de Felipe V

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