Monroe C. Beardsley, John Hospers
Estética. Historia y fundamentos. 1982
Recientemente tuve la oportunidad de poder contemplar la exposición del pintor uruguayo Juan de Andrés en la sala Dalmau de Barcelona. Lo hice acompañado por él, ya que no pude asistir a la inauguración.
Posteriormente fuimos a comer y tuvimos una larga conversación en la que me explicó cómo le había ido en su última exposición en su país, y también de sus nuevos proyectos. Lástima que los hechos acaecidos en estas últimas semanas debido a la pandemia hayan obligado a la galería a cerrar sus puertas temporalmente, tal como ha ocurrido en todo el sector cultural.
Juan de Andrés (Arévalo, Uruguay. 1941) está considerado como uno de los más destacados artistas de su país. Continuador del taller Torres-García de Montevideo, una de las escuelas más influyentes del constructivismo y que dejó una huella enorme en diversos artistas, no tan sólo uruguayos sino también europeos. Joaquín Torres-García tuvo una estrecha relación con Barcelona, ciudad en la que vivió 30 años. Recibió la influencia del modernismo -llegó a colaborar con Gaudí en las vidrieras de la Sagrada Familia y de la catedral de Palma de Mallorca- y del noucentismo -realizó diversos murales en la que hoy se denomina Sala Torres-García del Palau de la Generalitat de Catalunya-.
De hecho, el constructivismo es un movimiento artístico de vanguardia que relaciona la noción de espacio-tiempo en la misma obra produciendo la idea de movimiento. Esta sensación de dinamismo surgió en los inicios del siglo XX, aunque en sus orígenes se basaba principalmente en un aspecto más social, pero posteriormente fue inclinándose hacia la abstracción geométrica.

Juan de Andrés reside actualmente en Montevideo, aunque durante el período 1977-2011 vivió en Barcelona, ciudad a la que viaja regularmente sobre todo con motivo de las exposiciones que celebra en la sala Dalmau desde hace más de dos décadas, principalmente por haber participado en colectivas dedicadas a la pintura constructivista. La anterior muestra individual en la galería barcelonesa fue en 2016, que fue cuando lo conocí personalmente.
Al margen de su dedicación creativa también se ha adentrado en el campo de la enseñanza. Por ello en 1981 realiza diversos cursos de Artes Plásticas para docentes en la Escuela Rosa Sensat de Barcelona. Ese mismo año obtiene la nacionalidad española. En 1983 creó un taller de pintura en Sant Boi de Llobregat, localidad cercana a Barcelona, donde consiguió un gran prestigio como profesor, organizando y dirigiendo Rasen, grupo de arte constructivista. En 1987 imparte clases en la Escuela de Arte y Diseño Eina de Barcelona. En su país también fue profesor de dibujo de Enseñanza Media. Al margen de la pintura, Juan de Andrés también se interesa por el muralismo y la escultura. La mayoría de sus murales se encuentran en Uruguay. Respecto a sus esculturas están instaladas en determinados espacios públicos y privados de Zamora, así como en Sant Boi de Llobregat y en Calella de Palafrugell, Girona.

Independientemente de las exposiciones en la sala Dalmau, ha mostrado sus trabajos en varias localidades catalanas, como por ejemplo el Museo de l'Hospitalet de Llobregat, 1985 y en el Centro Cultural Tecla Sala de la misma ciudad en 1996, Sala d'art Masallera de Sant Boi de Llobregat, 1999, Centre Cultural Fundació Caixa de Terrassa, 2000, Galeria Barcelona en los años 2000, 2003 y 2007, Fundació Josep Niebla, Casavells (Girona), 2001 y 2008 , Espai Guinovart de Agramunt (Lleida), 2003 y Círculo del Arte, Barcelona, 2017. De todos modos, la primera vez que expuso en España fue en Zamora en 1978 y 1980, ciudad en la que vivió durante esos años. Asimismo, su obra se ha exhibido también en otros países, entre ellos Italia, Alemania y Uruguay. Precisamente el año pasado sus pinturas se pudieron contemplar en el Museo Gurvich de la capital uruguaya. José Gurvich, junto con Augusto y Horacio Torres, Gonzalo Fonseca y Alceu Ribeiro, entre otros, fueron los máximos componentes del Taller Torres-García.
Respecto a la exposición actual en la sala Dalmau, lleva el título de La poética del límite, y además coincide con los 40 años de la galería. Las obras pertenecen al período 2015-2019, empleando diversos materiales y soportes como, por ejemplo, acrílico, collage, ensamblajes de diferentes cartones, papeles artesanales, madera natural y tela de lino. La mayoría de las piezas se habían mostrado antes en el Museo Gurvich.

En la anterior exposición en la sala Dalmau mientras la estaba contemplando junto con el escultor catalán Martí Rom éste me advertía que al observar cada una de las pinturas sentía una especie de paz interior, de calma y serenidad. Y es verdad, ya que el espectador escucha el silencio que desprenden esos planos geométricos insertos en una tela o madera. El equilibrio compositivo se aprecia en toda su dimensión.
Tanto la línea como el se funden para crear una nueva dimensión abstracta, donde el rectángulo y el cuadrado ejercen de protagonistas, a pesar de que estén dispuestos de forma diferente, incluso superpuestos y colocados a modo de políptico. El concepto de movimiento se distingue por las líneas que, aun siendo horizontales y verticales, se encuentran ubicadas en el centro de la composición.
En cuanto al color, no suele emplear tonalidades estridentes aparte del rojo, que no desentona en la composición, más bien es lo contrario, ya que podemos relacionarlo con lo sensible. Las gamas neutras y ocres son las más empleadas, incluso en algunas obras surgen de la misma tela, o sea es el propio soporte sin pintar. El espacio vacío también está presente en algunas piezas, aunque sea de manera muy discreta, bien por un ligero corte en alguno de los lados, por hallarse en el centro de la composición o sencillamente como separador del color.

El poeta y crítico de arte barcelonés Juan Bufill señala en el catálogo que el efecto de sus composiciones "significan equilibrio, sutileza contemplativa y calidez emocional", además de que su "aspecto es casi el de una caja abierta, una reducción de lo tridimensional hacia lo bidimensional". Es cierto y por ello su obra me recuerda a Gerardo Rueda y a Louise Nevelson que, aun planteando diferentes conceptos abstractos, tienen en común el uso del collage para plasmar sus composiciones tridimensionales, empleando a su vez diversos objetos de madera que, incluso, se acercan a los bodegones barrocos. Sin embargo para el escritor y crítico literario uruguayo Guido Castillo, las construcciones de Juan de Andrés se acercan más al neoplasticismo de Piet Mondrian y al minimalismo, principalmente por su manera de representar el color y la forma.

En conjunto podemos afirmar que el trabajo de Juan de Andrés nos aproxima a la idea de que la pintura, como también la escultura, se basan en mostrar al espectador una manera de escenificar la realidad desde una óptica diferente a la idea general que se suele tener de la figuración. Por ello, los elementos geométricos se podrían asociar a los símbolos o las formas que determinan un lugar en el espacio.
El propio pintor cree que "la obra de un artista es el mejor retrato que puede haber de él". De hecho, estamos de acuerdo con esta definición, ya que en su trabajo se advierte principalmente su enorme pasión y amor por el arte, aunque siempre desde la humildad y la honestidad..