Una asociación judía y dos antirracistas francesas han denunciado judicialmente a Google porque cuando se investiga los nombres de grandes personalidades aparece con demasiada frecuencia que son judíos.
Para la Unión de los Estudiantes Judíos de Francia, SOS Racismo y el Movimiento contra el Racismo y para la Amistad ante los Pueblos, que tantas figuras aparezcan como judías fomenta el antisemitismo, por lo que exigen que Google no indique este origen familiar si no es con autorización de cada personaje.
Piden además que se borren todos los “datos de carácter personal que, de forma directa o indirecta, señalen los orígenes raciales o étnicos”, con lo que debería ocultarse la estirpe de Obama, por ejemplo.
Estamos ante un debate sobre si el antisemitismo aparece cuando se descubre que muchas personalidades son judías, o cuando se comprueba que los judíos generan innumerables personalidades que destacan entre masas mucho mayores.
No importa en qué área del saber, la cultura, la ciencia, la economía o la política se trate, siempre aparecen judíos destacados. Recuérdese que han dado 177 premios Nobel de diferentes nacionalidades, siendo actualmente en todo el mundo tan sólo catorce millones de personas.
El mismo Google, ese motor del conocimiento humano, fue creado por dos jóvenes judíos en Stanford, California, uno de familia de inmigrantes rusos, Sergei Brin, y otro estadounidense, Larry Page.
Cuánto odio y resentimiento generan los tipos como Page, Brin, o los 177 Nobel entre los mediocres y los envidiosos.
Los denunciantes franceses se equivocan: el antisemitismo no nace de descubrir que hay muchas personalidades judías.
Surge porque los no judíos, los “gentiles”, carecemos generalmente de los estímulos intelectuales que transmiten las familias judías, y más en España, donde la LOGSE-LOE premia al burro, cuyo propio trastorno suele volverlo antisemita.
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