Revista Cultura y Ocio

Juego de chicos (2): "6", no se lo digas a nadie

Por Gaysenace

Por Facundo R. Soto

Editorial Conejos 2011
Cada relato de “Juegos de chicos” nos presenta, de uno en uno, a los once jugadores de un conjunto en el que la mayoría de ellos son gays.
El relato que sigue me lo contó “6” un sábado a la tarde, cuando nos quedamos en el vestuario, después de jugar en la canchita de San Telmo. Le prometí que no se lo iba a decir a nadie. La historia la terminó en el quiosco de la esquina. Mientras cenaban, a  las dos semanas de compartir el departamento, “5” le contó que había cambiado de novia y ahora estaba saliendo con Marcela, la referí del campeonato.
A la mañana, cuando tomaban unos mates, le preguntó si le molestaba que Marce se quedara a dormir en el departamento. El sol recién había salido y entraba por la ventana calentando el piso. “6” se acercó a la maceta donde estaba empezando a crecer la planta de marihuana. Vio un caminito de hormigas. Las aplastó una por una con el dedo. A las que estaban en el piso les tiró un chorro de agua caliente. - No, fierita. Ahora esta casa es de los dos. Haz lo que quieras, pero cuando yo me traiga un guachín vos no me vas a decir nada, ¿o sí?“5” le dio un abrazo y salió para el trabajo. A “6” ese día le pareció interminable. Trabajaba de seguridad en un shopping. Se la pasó todo el día deseando que llegase la noche. Cuando llegó a la casa, no tocó el timbre. El corazón le latía como una bomba. Tenía la boca seca. Abrió una lata de cerveza y se la tomó. Acomodó en la heladera las que había comprado en el supermercado chino, una al lado de la otra. Las etiquetas miraban hacia la puerta. Abrió la puerta del cuarto de su amigo, sin golpear. Estaba oscuro. Encendió la luz. No había nadie. Preparó lasaña de verduras. Abrió otra cerveza y prendió una vela. La apagó. Le pareció ridículo. Tuvo miedo de que “5” se confundiera y lo estampara de una trompada. Eran las diez y media y su amigo no llegaba. Se decidió a llamarlo, pero saltó el contestador. Se fue a acostar. Había comido un pedazo de queso. Dio vueltas en la cama, sin poder dormirse. Se enroscó con las sábanas como un canelón. “5” no apareció. Tampoco al día siguiente. Recién lo vio el sábado en el entrenamiento. “6” estaba enojado. Se hizo evidente cuando saludó a los chicos y a él lo ignoró. No le dirigió la palabra durante todo el día, hasta que al finalizar el entrenamiento le dijo: - ¿Vas para casa o no? - Sí, pa. ¿Vos?- le preguntó “5”.- Sí, también- le contestó “6”. En el auto se sentó al lado suyo y le dijo:- Después quiero hablar con vos, tengo algo importante para contarte.- Ningún problema, pa.- Gato, estoy muy nervioso, por lo que tengo que decirte. Lo pensé mucho.- Sí, fierita. Hablá… ¿A quién mataste? - y se rió.- Bueno, vos sabes que yo… yo nunca estuve con una mina. Bueno,  quiero que me… me hagas la gamba. Me gustaría probar. O sea… a mí me re caben los pibes. Los chabones son lo más groso que hay. Pero… vos estuviste, andas con minas… y… no sé… es una idea loca que tengo hace tiempo. No sé si llegás a entenderme.- Claro, ¿Cómo no voy a entenderte? Mirá… corté con Marcela porque me rompía las pelotas. Quería que la empomara todo el día y yo tengo en la mente al equipo… la mina es re puta. Le cabe todo. Si querés, mientras miramos a Boquita nos tomamos unas cervecitas y la garchamos. - ¿La enfiestamos?- Sí, pero no te tenés que zarpar conmigo porque ahí se pudre todo.- ¿En serio me estás diciendo?- Sí. ¿Qué hay de malo? La vamos a hacer gozar tanto, que no vas a querer cogerte nunca más a un chaboncito. Igual, todo bien, eso no asunto mío.- No sabés lo feliz que me hacés. Ya acabé y todavía no empecé…- Pero te repito te zarpás tocándome la japi y te cago a trompadas. Chabón: se corta todo... ¿entendido?- Entendido. Palabra de hombre. De hombre gay.- Trato hecho.- Trato hecho, amigo.
Volvieron de jugar sin bañarse. “5” llamó a Marcela. Sonó el timbre a los 20 minutos. “5” bajó la música. MGMT pareció desaparecer. Abrió la puerta y ella entró. Su amigo se retorcía de nervios en el inodoro, intentando leer un comic.Lo primero que hizo fue prender la tele y poner un partido de Boca en DVD. Después destapó una cerveza con los dientes.  Marcela se retorcía en el sillón, parecía aburrida. “5” no tenía indicios de calentura. Cortó el salamín en rodajas. Untó una fugacita con queso azul y le puso aceitunas. Hizo lo mismo con otros dos panes. Uno se lo dio a ella, el otro se lo llevó a la boca, y al tercero lo dejó sobre la mesa. Marcela lo miró. “5” tocó el botón del control remoto y adelantó una parte. El partido apareció por la mitad. Empezaban a aburrirse. Se escuchó el botón de la cadena y ella le preguntó si había alguien más en la casa. “5” titubeó: sí, no, sí. Su amigo estaba vomitando en el baño. Apareció con los shorcitos de fútbol y la pija parada, pero se le bajó enseguida. Marcela se quiso ir. “6” temblaba. “5” tenía más sueño que otra cosa. Intentó tocarla. Le pasó la lengua por las piernas. Ella se resistió. “6” la miraba desde el pasillo con la bandeja en la mano y pensaba en lo fea que era. Trataba de asociarla con algún pájaro pero no le vino ninguno a la cabeza. Dijo en voz baja “las mujeres son el bicho más raro que hay” y se encerró en el cuarto. Se acostó a dormir. Soñó como nunca. Desde esa noche no volvió a soñar con pájaros. 

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