Hora de retomar Juego de Tronos en su adaptación para la pequeña pantalla o, mejor dicho, turno de ofrecer impresiones de los episodios que ya he tenido la oportunidad de disfrutar. Así pues tenemos un sexto episodio, títulado de forma sugerente y evocadora con el epígrafe "A Golden Crown" (todos los que se hayan sumergido en las páginas de la saga sabrán a qué nos referimos), que comienza con el bueno de Eddard Stark en una situación delicada, postrado en la cama y siendo observado por la reina Cersei y el rey Robert. La relación entre estos dos últimos es realmente tensa y termina con el monarca sacando la mano a pasear. Además, delega la responsabilidad del trono en Eddard mientras él se larga de caza para despejar su mente...
Mientras, en Invernalia, Bran disfruta como un enano cabalgando con la silla de montar que diseñó Tyrion. Pero se adentra demasiado en el bosque y se encuentra cara a cara con unos salvajes que huyen desde más allá de El Muro. Por suerte para el joven Stark, tanto su hermano Robb como Theon Greyjoy acuden al rescate, capturando a una de las salvajes, de nombre Osha.
Inmediatamente después volvemos a Nido de Aguilas, donde Tyrion tiene sus más y sus menos con Mord, su carcelero, al que intenta convencer usando sus mejores armas: la inteligencia y la palabra. Otra escena más que no hace sino confirmar la excelencia del personaje de Tyrion y de la interpretación que se está marcando día tras día Peter Dinklage.
Sin tiempo para coger un respiro, en Desembarco del Rey Syrio sigue con sus aleccionadoras clases con Arya, a la que enseña quién es el único dios (la Muerte) y qué oración debe rezarle con insistencia ("Not Today"). Muy grande el personaje de Syrio Forel, de mucho más peso y carisma que en la novela.
Después de contemplar cómo Daenerys se mete entre pecho y espalda un corazón de caballo crudo para asentar su embarazo y que el heredero de Drogo nazca sano, fuerte y con mano dura para gobernar los terrenos conquistados de su padre, somos testigos del intengo de robo de los huevos de dragón por parte de Viserys, que pretende comprar con ellos un ejército. Lo que no contaba el joven principe dragón es con la presencia de Jorah Mormont, que evita el hurto.
De vuelta a Nido de Aguilas, Tyrion demuestra una vez más su intelecto superior y decide confesar sus crímenes ante Lisa Arryn. Pero, como era de suponer, lo que el Gnomo tiene que contar no es lo que la señora del Valle quería escuchar. La cosa se pone tensa y se llega a la conclusión de que lo mejor es un juicio por combate, donde el único que se ofrece a dar la cara por Tyrion es Bronn, un personaje que desde ya se encuentra entre mis favoritos. No tiene precio la forma que tiene de ofrecerse como campeón para el Gnomo, ni tampoco la forma que tiene de deshacerse casi sin esfuerzo del campeón de Lisa Arryn, al que despacha en cuestión de minutos. Momento épico cuando la señora del Valle le espeta que no ha luchado con honor y Bronn, señalando la Puerta de la Luna por donde acaba de salir volando su contrincante, le responde: "No... pero él si". Bronn y Tyrion, Tyrion y Bronn. ¡Qué grandes!
Y de ahí, después de una escena en la que Eddard descubre toda la verdad sobre la descendencia del rey y conoce la verdadera identidad del padre de los hijos de Cersei, llegamos a la escena final, uno de los grandes momentos del primer libro de la saga: la "coronación" de Viserys a manos de Khal Drogo, que no duda en fundir su cinturón de oro para darle al principe dragón lo que llevaba tiempo reclamando con insistencia, todo ello bajo la atenta y condescendiente mirada de su hermana Daenerys... Otra muesca más y un pasito menos para alcanzar el desenlace de esta primera temporada de Juego de Tronos, una serie que marcará un antes y un después en la manera de hacer adaptaciones para la pequeña pantalla.