Juego de Tronos: Cripples, Bastards and Broken Things (1x04)

Cuarto episodio de Game of Thrones, que preveo será una de las mejores series de la historia de la televisión. Las piezas ya están completamente dispuestas sobre el tablero y comienzan los movimientos estratégicos en un Juego de Tronos en el que sólo se puede ganar o morir, como bien diría nuestra queridísima Cersei Lannister.
Empieza fuerte el episodio y lo hace con uno de los sueños de Bran protagonizado por el cuervo de tres ojos, para casi inmediatamente después presentarnos a Hodor, el entrañable personaje que cargará a Bran cuando éste se desplace.
Espectacular la segunda aparición de Tyrion en el episodio (la primera es en una  tensa audiencia ante Robb y Bran, al que regala los planos de una silla de montar especial para su invalidez), poniendo en su sitio a Theon Greyjoy y dejando bien claro quién es quién. Combate verbal ganado por K.O. por El Gnomo, como siempre.

En el Muro se nos presenta a Samwell Tarly, el nuevo recluta de la Guardia de la Noche, un tanto peculiar y, por qué no decirlo, totalmente cobarde, que despertará las iras de Ser Alliser Thorne y la simpatía de Jon Nieve. Por primera vez tenemos una aparición como Dios manda de Fantasma, el huargo de Jon, que impone y bastante (a ver si a partir de ahora aparece en más ocasiones...). Comienzo a ver atisbos de esperanza en el personaje de Jon Nieve, que poco a poco está dejando de lado ese carácter pusilánime y esa cara de cachorro abadonado que estaba luciendo en los episodios anteriores.

Eddard Stark sigue en Desembarco del Rey, descubriendo poco a poco que la ciudad es un nido de víboras y sacando conclusiones de sus visitas al Maestre Pycelle y a sus conversaciones con Meñique (enorme personaje, con esa lapidaria y ambigüa frase que le dedica a Ned). A raíz de eso, la teoría del asesinato de Jon Arryn cobra fuerza y descubre a Gendry, el bastardo del rey Robert. Bien Eddard, siendo consciente de la enorme cantidad de conspiraciones políticas que puede albergar una ciudad como Desembarco del Rey y una corte como la de los Baratheon-Lannister.

Viserys tiene su cuota de pantalla en una escena pseudoerótica en la que recita en una bañera los nombres de los últimos dragones y el destino de las calaveras que había en el Salón del Trono. Su hermana Daenerys está sufriendo poco a poco la transformación de la que fuimos testigos en los libros y ya no acepta faltas de respeto o menosprecios de su hermano. Hace gala de cierta fortaleza y valentía enfrentándose a Viserys e incluso amenazándolo. La dragona se despierta, me temo.
Buena escena del tipo "Stark Vs. Lannister", con Eddard conversando, no sin tiranteces y dobles sentidos, con Cersei. Mientras, se celebra el Torneo en honor a la nueva Mano del Rey, en el que conocemos vía Meñique la historia de los hermanos Clegane. En la contienda, Gregor (La Montaña que Cabalga) derriba y mata a su primer contendiente, bajo la nada cariñosa mirada de su hermano Sandor (El Perro).

Y para finalizar, tremenda la escena de la taberna, en la que el destino decide juntar a Catelyn Stark y sus sospechas con Tyrion Lannister. El resultado no es muy halagüeño para El Gnomo: es acusado en público del intento de asesinato de Bran ante una enorme cantidad de aliados de los Stark, y termina siendo hecho prisionero con la intención de llevarlo al Nido de Aguilas para ser juzgado allí.
Magnífico episodio, en la línea del anterior y con una profundidad argumental y psicológica de los personajes que comienza a ser marca de la casa, en lo que supone una perfecta y acertada adaptación de prácticamente todos y cada uno de los matices de ese tipo que George R.R.Martin dispuso en la novela. La tensión va in crescendo y el próximo episodio (mitad de la primera temporada...) tiene  toda la pinta de alcanzar cotas aún mayores si cabe. Así de intenso y apasionante es el Juego de Tronos al que están jugando todos estos maravillosos personajes...