A veces, la Arquitectura además de buena, llega a ser una especia de poesía, y no solo sirve para albergar al ser humano, sino que va más allá, trasciende nuestra escala, en lo literal y en lo figurado, y nos ofrece mucho más. El deleite de la belleza, subrayar las maravillas del lugar, generar sensaciones como calma, o incluso emociones, como el amor.
Esta casa en Formentera, realizada por Mariá Castelló y su estudio, se da todo ello.Un edificio de geometría rotunda, con conversa con la tierra que lo sostiene y con el cielo que dibuja su perfil. Además de jugar con la dualidad de lo creado por el hombre, y lo creado por la naturaleza.
Tres son los volúmenes que contienen las estancias principales de esta vivienda, conectados por pasarelas de vidrio, todo ello sobre una base funcional que alberga las áreas de servicio y parking, más públicas.Sin olvidar los patios generados entre estos tres cuerpos, que ofrecen magia en la transición de los materiales usados para su construcción.
A veces, una se reconcilia con esa Arquitectura, que hace magia, y hace del lugar donde se posa algo mejor, aunque sea infinitamente imposible, mejorar la naturaleza y la belleza de la isla de Formentera, sí ayuda un edificio como éste a disfrutarla, a respirar, a disfrutar del mar y del Sol.
***vía Desing Boom // imágenes de Marià Castelló Martínez