Revista Religión

Jueves Santo: no hay 'monumento' eucarístico

Por Alvaromenendez
Antes de leer este artículo recomiendo la lectura del excelente artículo del padre Javier Sánchez Martínez, en su blog Corazón eucarístico de Jesús. El artículo se titula: Jueves Santo, la Misa en la Cena del SeñorComo es sabido, después de la Misa de la cena del Señor del Jueves Santo, se reserva la Eucaristía en un lugar normalmente distinto del sagrario que se emplea el resto del año. A este lugar de la reserva se le continúa llamando equivocadamente "sepulcro", "monumento" e incluso "santo sepulcro". No se conoce bien el origen de esa nomenclatura, como afirma el Directorio sobre la piedad popular y la liturgia [1], en su número 141, dedicado al Jueves Santo y que reproduzco íntegramente (la negrita es mía):
   «La piedad popular es especialmente sensible a la adoración del santísimo Sacramento, que sigue a la celebración de la Misa en la cena del SeñorA causa de un proceso histórico, que todavía no está del todo claro en algunas de sus fases, el lugar de la reserva se ha considerado como "santo sepulcro"; los fieles acudían para venerar a Jesús que después del descendimiento de la Cruz fue sepultado en la tumba, donde permaneció unas cuarenta horas.  Es preciso iluminar a los fieles sobre el sentido de la reserva: realizada con austera solemnidad y ordenada esencialmente a la conservación del Cuerpo del Señor, para la comunión de los fieles en la Celebración litúrgica del Viernes Santo y para el Viático de los enfermos, es una invitación a la adoración, silenciosa y prolongada, del Sacramento admirable, instituido en este día.   Por lo tanto, para el lugar de la reserva hay que evitar el término "sepulcro" ("monumento"), y en su disposición no se le debe dar la forma de una sepultura; el sagrario no puede tener la forma de un sepulcro o urna funeraria: el Sacramento hay que conservarlo en un sagrario cerrado, sin hacer la exposición con la custodia.  Después de la media noche del Jueves Santo, la adoración se realiza sin solemnidad, pues ya ha comenzado el día de la Pasión del Señor».

Jueves Santo: no hay 'monumento' eucarístico

El lavatorio como imagen
de la Eucaristía

Varias cosas hay que decir. El sentido primero de la reserva no es la adoración sino posibilitar la comunión de los fieles el Viernes Santo así como poder administrar la Eucaristía bajo la forma de Viático a los enfermos. Después la reserva "es una invitación a la oración, silenciosa y prolongada". En esta claridad de exposición, según la cual el fin primordial  de la reserva es la comunión fuera de la Misa y el Viático y el secundario la adoración, el Directorio está en continuidad directa con lo que afirma el Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa (en adelante RSC) [2]:
«El fin primero y primordial de la reserva de la Eucaristía fuera de la Misa es la administración del Viático; los fines secundarios son la distribución de la comunión y la adoración de nuestro Señor Jesucristo presente en el sacramento».
El lector avezado habrá observado que el RSC pone como fin secundario la distribución de la comunión, mientras que en el Directorio ésta se encuentra también como fin primario junto con la administración del Viático. ¿Supone esto entonces una contradicción entre el RSC y el Directorio? Claro que no. Expliquemos este aparente contraste. Distribuir la comunión fuera de la Misa es, el resto del año, fin secundario, pero el Directorio se refiere al Viernes Santo, que es día alitúrgico, es decir, que no hay celebración de la Eucaristía, como tampoco la hay el Sábado Santo. Por eso, para el Viernes Santo, la distribución de la comunión a los fieles -y no sólo a los enfermos como Viático- pasa a ser también el sentido primordial de la reserva. La adoración es siempre fin secundario, lo que no la hace de menos o la minusvalora, como es evidente: las sagradas especies se adoran porque se reservan, pero no se reservan para adorarlas, como muchos creen. En esto el RSC es meridianamente claro. En todo caso cuando se habla de fin secundario,  el epíteto 'secundario' no tiene nunca carácter peyorativo.
Por otra parte, olvídese la idea extraña a la fe de que el Santísimo se reserva como para sepultar a Jesús en su sepulcro o monumento el Viernes Santo, 'porque va a morir el Señor'. De ahí que el Directorio advierta de que no se empleen los nombres de 'sepulcro' o 'monumento': aquél ya no se oye, pero éste último, 'monumento' sí sigue oyéndose (el párroco de la parroquia a la que fui a Misa el pasado Domingo de Ramos lo repetía una y otra vez). El caso es que la palabra 'monumento' suena a muchos como 'lugar de honor y de reconocimiento' a una personalidad (pintor, escritor, etc.). Pero el origen de la palabra otorga tal honor en memoria de personas que han muerto, e incluso es sinónimo perfecto de sepulcro. Por otra parte, en este mismo error cae la acepción 6 de monumento en el DRAE. Supongo que los académicos recogen esta acepción del sentir común y popular que precisamente trata de corregir el Directorio que comenzábamos citando al inicio de este artículo. Por todo ello, basta referirse en el Jueves Santo a la reserva como eso mismo: 'lugar de la reserva'.
Por último, muchos insisten en devociones como la de visitar siete reservas en Jueves Santo, yendo de iglesia en iglesia, e incluso, si se está el Jueves Santo en un pueblo pequeño con una sola iglesia, salir y entrar hasta siete veces de ella para 'cumplir' con esta costumbre popular. Bueno, para gustos los colores, cada uno elija el modo de hacer la visita. Lo importante es hacerla y pasar un tiempo de oración ante el Santísimo Sacramento. La 'insistencia' a la hora de hacer varias visitas (hasta siete, como hemos dicho), no es tampoco una cosa mala... salvo para escrupulosos. Repetimos que lo esencial es mantenerse en presencia de la Presencia, delante del sagrario, en adoración silente y humilde. Cuando, tras la Misa in Coena Domini, los fieles se congregan en torno a la reserva solemne, parece que la importancia de la actitud adoradora es evidente: las flores, los cirios, el ambiente, los cantos que han acompañado la procesión hasta ese lugar de la reserva... Por eso muchos insisten en mantener dicha solemnidad a través de dichos signos externos. Sin embargo, pasada la medianoche del Jueves Santo, es decir, comenzado el Viernes Santo, la exposición se ha de realizar sin solemnidad:
«Pasada la medianoche, la adoración debe hacerse sin solemnidad, dado que ha comenzado ya el día de la Pasión del Señor. Terminada la misa se despoja el altar en el cual se ha celebrado... No se encenderán velas o lámparas ante las imágenes de los santos" (Cong. Culto divino, Carta sobre las fiestas pascuales, nn. 48-57)».
Además, hay que recordar que el traslado y la reserva del Santísimo Sacramento no han de realizarse si en la iglesia en la que se está celebrando la Misa in Coena Domini no se va a celebrar la Pasión del Señor el Viernes Santo.NOTAS[1] Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre la piedad popular y la liturgia[2] Este Ritual, de obligada lectura y al que dediqué meses de estudio, es por muchos curas no sólo olvidado; no lo han leído siquiera con la debida atención, ni mucho menos estudiado sus Praenotanda ni su relación con documentos tan importantes como la Instrucción Eucharisticum mysterium, del año 1967, a cargo de la entonces Sagrada Congregación de Ritos. No lo invento: esto que sostengo es fruto de conversaciones reales con más de un ministro ordenado. Muchos de ellos, con los que he hablado, tampoco saben responder a la pregunta de por qué la exposición solemne del Santísimo debe realizarse después de la Misa y nunca antes, como se realiza en numerosas parroquias.

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