Revista Ciencia

Jugando al bridge con mamá

Por Cristóbal Aguilera @CAguilera2

Los juegos de cartones de la España católica llegaron a la Britania del Siglo XVI con el sobrenombre de " Triumphus hispanicus ", denominación que es posible que provenga de las muchas aportaciones que las culturas arábigas, tan fuertemente arraigadas en el sur de la península, dejaron.

Tras unos cuantos ajustes y como consecuencia de la apropiación por parte de una clase ociosa de estas actividades sociales y poco "puritanas", va tomando forma el Bridge como juego en el que lo que se dice que se debe tener para ganar debe confirmarse ya que si no es así pues se pierde. Real como la vida misma.

Sin embargo pocos saben que esta tradición perduró con una fuerza intemporal en Sanlúcar de Barrameda y que en cierta manera la acuicultura y el Bridge son consecuencia directa uno del otro. El Bridge ha contribuido a generar tanto o más conocimiento aplicable a esta disciplina como el mejor de los centros de investigación, como el más reputado departamento

de universidad, como la principal de las agencias científicas.

El Bridge ha sido capaz de... Mejor explicarlo.

-Vale Alonso, nos vemos el lunes por la tarde .

Acababa de colgar el teléfono para concretar la visita de una semana a BRIDGEMAR, una de las grandes empresas productoras, con el objetivo de profundizar en los misterios de la zootecnia acuícola conocida. Nos había costado un ingente esfuerzo conseguir que nos permitiesen intercambiar conocimiento a "calzón quitado" y montar esta sesión de puesta al día para solucionar, esa era nuestra ilusión, los principales problemas de producción que afectaban a la acuicultura marina. Sin ser pretenciosos, que podríamos serlo, si existía conocimiento profundo, ese que hace que se formen las estrellas, estaba en los astros que iban a reunirse durante varios días en Sanlúcar. Un cuarteto de privilegiados por el que los mejores casinos del mundo habrían pagado cantidades ingentes... para que no entrasen en sus instalaciones, claro.

Llegamos al lugar escogido. La sala de reuniones de la empresa. Aislados del mundo y con acopio para pasar cuatro días sin tener que atravesar otra puerta que no fuese la del baño. Como si de un movimiento tradicional de Bridge se tratase nuestra posición en la mesa quedó fijada de antemano en el formato preceptivo, posición fija y parejas Norte/Sur (BRIDGEMAR) y Este/Oeste (CARTENOR).

Son 52 las cartas que componen este juego, como las semanas que habitualmente tiene un año. Y se empieza repartiendo 13 cartas a cada jugador una a una desde la izquierd. Este procedimiento debería poder garantizar que a todos nos tocasen las semanas (lotes de producción) que habíamos decidido estudiar. Todos queríamos, como pasa en este juego, quedarnos con el "contrato final" (conocimiento) que se derivaba de la "subasta" en la que nos habíamos apropiado de las bazas ganadoras (las mejores semanas de producción), aunque ciertamente todos jugábamos "sin triunfos" ya que no teníamos de idea de por qué pasaba lo que pasaba.

Es evidente que las cartas deben ser barajadas antes de cada reparto. Eso es precisamente lo que habíamos hecho con la información procedente de cada semana de producción y de esta forma, al desconocer el orden, evitábamos el sesgo de asociar resultados a cosas que no tenían nada que ver o así lo creíamos. También descartábamos la posibilidad de revisar datos propios como propios o como ajenos, eran datos que carecían de propietario. Como las cartas de la baraja. Que no son tuyas hasta que no llegan a tus manos y es por esto que azar se encarga de hacer que así sea. Lo que hagas a partir de ese momento depende de tu habilidad y conocimiento, de tu capacidad predictiva y de la potra, que también juega.

Establecimos un sistema de puntuación que, a imitación de la del Bridge, nos permitiese asociar bien las jugadas y evitar el desbalanceo que se produce cuando hay poco intercambio de cartas o pocas manos disponibles, lo que hace que subvalúen o sobrevaluen sin criterio, ya que lo que buscábamos era conseguir el valor potencial promediado de todas las manos combinadas. Que de matemáticas sabíamos un rato.

De esta forma y tras una adecuada discusión de apenas 15 horas, las justas para que todo quedase bien encajado, nuestro sistema de puntuación quedó estructurado, aunque no puedo privarme de comentar que todavía a la hora 16 había quien seguía insistiendo en que si esto o lo otro, y es que hay cada uno... " Calla ya, que no ves que estamos juagando, esto... analizando ". Total, que tal que así:

Es decir la semana perfecta. La que teníamos que analizar con detalle de cirujanos para extraer la esencia del sistema de producción perfecto y esperar a que se repitiese. Ya que una sola mano venturosa se asociaba al azar y no podíamos permitirnos que eso pasase al principio y no saber qué hacer con el resto de la semana. ¿Qué hubieran pensado de nosotros? Si necesitamos 15 horas para establecer el procedimiento no íbamos a liquidar esto en una hora y...

...es que en realidad sí que sabíamos qué hacer, que era Sanlúcar, pero decidimos que no era el momento. Que era mucho lo que estaba en juego y que no podíamos permitirnos que una mala jugada nos la juagase.

No era el caso, ya que el Bridge también contempla las penalizaciones cuando no se alcanza lo subastado.

Por lo que no nos quedó más remedio que establecer este sistema de multas que nos ayudase a reducir la vulnerabilidad y de paso evitar la tentación del olor a manzanilla (¿De dónde vendría?).

¿Cómo llegó a entrar la manzanilla en la sala de reuniones? Este misterio es algo que jamás seremos capaces de responder.

Dicho y hecho. Alonso dijo:

-Mira que bien, hoy es jueves y mamá tiene partida de bridge en el club social .

No lo dudamos, nos fuimos todos al club con Alonso y su madre para ver si podíamos aprender algo. ¡Coño! Podría haber sido el primer día.


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