Las empresas desde siempre buscan, buscan y buscan como comunicar. Lo buscan tanto que se pierden en el bosque de la comunicación. Y una vez inmersos tienen que gritar, no para salir, sino para hacerse oir. Pero y ¿cuando no hay voz para gritar, o todos están gritando?. Es el momento sí o sí de diferenciarse. En la diferencia va a estar la oportunidad, la salida del bosque.
Hasta ahora hemos conocido el voceo imperativo como el estilo comunicador por virtud. Y aunque sigue habiendo muchas empresas muy gritonas en el mercado, cada vez hay más oídos que giran para no oír y poder ver otros caminos, quizás más largos, más diversos, con oportunidades distintas, pero con la gran novedad de dar unas reglas que se modifican y que aceptan cualquier cliente, y que además tienen un oído finísimo.
Así de generosas son las reglas que ofrecen los juegos del Arte. Hay una estructura o base dada que es necesaria tener en cuenta para comenzar el juego, las reglas, una vez las empresas las hacen suyas, se le pueden dar tantas versiones como imaginación se tenga. La empresa sólo ha de encargarse de ser miembro activo en el juego. Arte se encarga de potenciar el contenido del mensaje, y hacerlo volar a los cuatro vientos.
Las empresas son como niños que necesitan hacerse oír, y el llano a determinada edad deja de ser efectivo. Porque llega la hora de crear, resolver cómo, cuándo, por qué, para qué, dónde, qué y quiénes me van a escuchar o quiero que me escuchen. Es el momento de accionar la mente y el cuerpo para crear.