Revista Tendencias

Juguemos a un juego

Publicado el 05 agosto 2015 por Claudia_paperblog

-Juguemos a un juego.

-Bien.

-Hagamos ver que hemos traspasado la puerta a otro mundo. Tú y yo. Solamente tú y yo y nadie más. En este nuevo mundo todas las palabras cobrarán un nuevo significado. Bueno, no: todo cobrará un nuevo significado. No solo las palabras, sino los gestos, las miradas, las risas, las muecas…

Pero no cobran un significado opuesto. Una mirada de amor no pasará a ser una de odio, sino quizá una de extrañeza o de indiferencia o de pena. El blanco no pasará a ser negro, ni los ricos serán ahora pobres, cuando llore no querré reír, cuando ría no querré llorar, cuando diga “para”, no te estaré diciendo “sigue” (o quizá en este caso sí). No nos iremos a dormir por la mañana y nos levantaremos por la noche, los te quiero no pasarán a ser un te odio, ni bonito significará feo o alto significará bajo.

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Tú me dirás: Acércame la sal y en el fondo la sal ya no será la sal y en realidad querrás que acerque mi boca a tu cuello. Quizá querías decir que era tarde, que el Sol ya estaba a punto de ponerse. Señalarás un pájaro, pero este ya no será un ave, sino una avioneta, o una nube, o un pastel. La palabra aguacate quizá ahora será un verbo y querrá decir aprender. Yo te diré que la puerta es de color blanco, pero en realidad querré decirte que te vengas conmigo a Nueva Zelanda, a recoger fruta y a hacer surf. Tú me dirás que tienes todo lo que hace falta para ser escritor, pero yo no te creeré porque nunca me has parecido antisocial. Te preguntaré: ¿Qué hora es? Y en realidad querré saber si aún me quieres, o qué echarán por la noche en la tele.

¿Has oído esa siniestra campana? Nos está diciendo algo. No nos dice que no nos queda tiempo, tampoco que aflojemos, nos dice que a tu ritmo, que a mi ritmo, que a nuestro ritmo. Ahora oigo también un cascabel y me ha entrado mucho frío de golpe. Tengo miedo, ¿tú lo oyes? El miedo, digo. ¿Ves ese Jesucristo de madera clavado en la cruz? Un escalofrío me ha recorrido el espinazo nada más verlo, con su cara torcida y triste. Además, la campana sigue sonando, y el cascabel también, y no veo ningún gato por aquí, y todo me parece tétrico y desagradable. El otro día hice reír a un gato, y hoy le he hecho llorar. Oigo el llanto de un bebé y me estremezco. Ya no lo oigo, tal vez ha muerto. El niño llora, el gato llora, llora el hombre de la cruz… ¿Me has entendido? Porque yo no, es difícil entenderme. Claro que ahora estamos en otro mundo en el que todo significa otra cosa. ¿Qué crees que debe significar todo esto?

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-No lo sé, creía que eras tú la que había inventado este mundo.

-Pero cuando dije “Vete, aléjate de mí” quizá sí que pretendía decir lo contrario, cualquier otra cosa menos eso. Tal vez tendría que haber usado otras palabras, o tal vez tú deberías haberlo comprendido todo con mi mirada. Pero claro, estábamos en otro mundo y mi mirada ya no quería decir “Quédate”. Vete ya no era vete, te lo prometo. Lo sabes. Vete era quiéreme, abrázame, permanece a mi lado y cuídame, aunque ya no me lo merezca.

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-¿Se lo has dicho ya?

-¿El qué?

-Que te vas.

-Estoy buscando la manera de hacerlo.


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