Ya no queda nada para Navidad y con ella la compra de los juguetes infantiles.
Buf, sólo de pensarlo me dan ganas de salir corriendo.
El otro día aproveché para ir a buscar los regalos para la pequeñaja y ¡menudo caos!.
No estaba preparada para lo que me esperaba. No sabía concretamente qué le iba a comprar así que decidí entrar en un par de tiendas de juguetes y luego allí decidir detenidamente.
Nada más llegar a la tienda había una cola enorme, como si regalasen algo o estuviésemos en rebajas (ese fue el primer momento en el que debí salir huyendo de ahí), aparte de ver a madres con cara de desesperación buscando juguetes infantiles con nombres de lo más ridículo; los de marketing al poner esos nombres… ¿en qué piensan? ¿pero qué desayuna esa gente?.
Estuve pensando en qué juguete le haría más ilusión a mi hija.
Le encanta imitar casi todo lo que hago. Lleva unas semanas obsesionada con traerme el recogedor cuando me ve con la escoba, así qué pensé en comprarle un kit de limpieza para que pueda copiarme pero con utensilios de su tamaño (si fuese niño también haría lo mismo, que conste).
Pregunté al dependiente y me comentó que tenían 2 kits de limpieza: uno con unas pegatinas de princesas (¿desde cuando las princesas limpian?) y otra exactamente igual sin las pegatinas pero que estaba agotado.
Al preguntar el precio vino mi sorpresa.
25 euros comparado con 9 euros. ¿Estamos locos o qué? ¿Por unas simples y minúsculas pegatinas?.
Entendería si la calidad fuese mejor pero, ¡son exactamente iguales!.
Cuando más o menos tenía claro qué juguetes infantiles comprar, me dí cuenta de que las edades recomendadas no se correspondían con la edad de mi hija. A todo esto hay que añadir el hilo musical con villancicos a todo volumen y padres hablando sin parar sobre si sus hijos querían a Pocoyó, Peppa Pig, soy Luna, la princesa Sofía, los Super Wings, Ben & Holly, Juan y Tolola, Ladybug… (es decir, la programación enterita de Clan).
¡Qué locura! Si yo sólo iba a buscar unos bloques para construir torres… pues hay que hacer un máster: de qué materiales son las piezas (de madera, plástico, fieltro, etc.), número de piezas que lleva (50, 100, 200… ¿200? ni que fuera Norman Foster con 1 año y medio), si se pueden mojar (esto es algo que debería ser obvio en cualquier juguete), vamos, una auténtica AVENTURA.
Así es, una auténtica aventura para que al final acabe jugando únicamente con un juguete de todos los que le compré y encima esté dando gracias de que no se entretenga con los papeles de envolver, que no sería la primera vez.