"¡Fuera! Marchaos a casa, holgazanes, marchaos a casa: ¿es día de fiesta hoy? ¡Qué! ¿no sabéis que, por ser artesanos, no debéis andar en día de trabajo sin la señal de vuestro oficio? Di, ¿tú qué oficio tienes?"
Algunas veces, cuando me olvido por completo de Shakespeare, vuelve a aparecer un libro suyo. Esta vez lo encontré en la estantería de Dani, en esa casa donde siempre acabo llevándome algún libro (todos vuelven, lo aseguro). Es más que probable que "Julio César" no sea la mejor obra de Shakespeare, aunque en estos tiempos hasta algunos dudan de que incluso sea obra suya, pero siempre es un gustazo.
Yo me meto mucho en el papel y me imagino en el teatro, con todos esos actores recitando casi a gritos cada una de sus partes, como a César exclamando "¿Tú también, Brutus?" o a Marco Antonio defendiéndole ante el pueblo, y disfruto con la mano fina que tenía el hombre para la psicología humana. Luego lo olvidaré, como me pasa con todos, y sólo recordaré ese detalle que convirtió para mí su libro en gigante, como las manos de Lady Macbeth o los celos locos de Otelo.
Así que cuando alguien dice eso de "volver a los clásicos", yo pienso en Shakespeare. ¡Ah! Y también en ese profesor de lengua que siempre decía "Chepi".
Traducción: José María Valverde