En Afganistán, definitivamente, se ha perdido el rumbo. La operación ‘Libertad Duradera’ ha entrado en barrena y no hay salida al final del túnel. El país centroasiático se ha convertido en un hervidero donde los talibán se han hecho fuertes y las tropas de la coalición no saben qué hacer para detener la sangría. Junio se ha convertido en el mes más sangriento desde que la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) actúa bajo el amparo de la OTAN, 2001.
95 militares, de distintas nacionalidades, han perecido a lo largo y ancho del país. Hasta el momento, agosto de 2009 tenía este macabro récord con un total de 77 bajas en combate… Pero la situación en el país ha empeorado hasta límites insospechados. Ni la operación para acabar con el bastión talibán en Marjah, ni el cercamiento a los talibán moderados para proponerles una tregua han dado resultado. Lo único que parece claro es que la sangría tiene visos de continuar hasta que los países de la coalición abandonen el país a su suerte…
A estas cifras demoledoras hay que unir el desgobierno en el que está sumida la misión tras la destitución del general Stanley McChrystal a mediados de mes por unas declaraciones en la revista Rolling Stone. Esta decisión ha hecho que muchos aliados se empiecen a replantear el liderazgo de los norteamericanos en Afganistán. A Obama la situación le ha superado. Las promesas electorales que hizo y los plazos que se autoimpuso para abandonar el país no se van a cumplir.
¿Y qué estrategia toca ahora? Los expertos anunciaban una superofensiva de los miembros de la coalición contra las provincias sureñas de Helmand y Kandahar en las próximas semanas. Pero visto los resultados de la última operación militar en la zona es muy posible que se posponga para más adelante. David Petraeus, nuevo mandamás de las tropas, deberá coger las riendas de un país abocado a la ruina y con unos compañeros de viaje incómodos y que no ven el momento apropiado para saltar en marcha…
Los talibán cada vez ganan más terreno y se muestran más osados, a pesar de los 170.000 soldados que hay desplegados por todo el país. Y sus ataques a convoyes de la coalición se suceden uno tras otro sin que sus enemigos puedan hacer nada por impedirlo. La semana pasada, en el norte del país, perecieron cuatro soldados noruegos por la explosión de un IED colocado en la carretera. El ministro de Defensa del país escandinavo precisó que los militares formaban parte de la fuerza para estabilizar la provincia. Estas víctimas elevan a nueve los noruegos que han perecido en Afganistán…
Además, en la provincia de Kunar (noroeste del país) se produjeron violentos enfrentamientos en una operación conjunta entre las tropas de ISAF y unas 600 unidades del ejército afgano. El resultado, dos norteamericanos y una docena de insurgentes, murieron en los enfrentamientos. El norte, el sur, el noreste, el sureste… Da igual la zona del país. Afganistán empieza a parecerse a un avispero gigante y este 2010 puede acabar convirtiéndose en un año de récord, ya van 315 muertos. Muy cerca de los 521 de 2009; el año con más bajas.
Ante este panorama el presidente de EE UU Barack Obama, ha asegurado que sus tropas no abandonarán Afganistán repentinamente, pese a apoyar la idea de los países más industrializados de poner fin a la guerra en un plazo de cinco años. Tras la clausura de la cumbre del G-20 en Toronto, Obama ha reiterado su compromiso de comenzar la retirada dentro de un año. Tras mencionar el "interés nacional vital en que Afganistán no se use como base para lanzar ataques terroristas", ha apuntado que la solución, como en Irak, no puede ser en exclusiva militar.