Justicia es el reconocimiento del hecho que no puedes falsear el carácter de los hombres, así como no puedes falsear el carácter de la naturaleza; que debes juzgar a todos los hombres tan conscientemente como juzgas a objetos inanimados, con el mismo respeto por la verdad, con la misma incorruptible visión, a través de un proceso de identificación igual de puro y racional – que cada hombre debe ser juzgado por lo que es y tratado en consecuencia, que igual que tú no pagas un precio más alto por un pedazo oxidado de chatarra que por un pedazo de metal pulido, tampoco valoras a un canalla más que a un héroe – que tu evaluación moral es la moneda que le paga a los hombres por sus virtudes o vicios, y este pago exige de ti un honor tan escrupuloso como el que aplicas a tus transacciones financieras – que rehusar tu desaprobación por los vicios de los hombres es un acto de falsificación moral, y rehusar tu admiración por sus virtudes es un acto de expropiación moral – que colocar cualquier otro criterio por encima de la justicia es devaluar tu moneda moral y defraudar lo bueno en favor de lo malo, pues solamente lo bueno puede perder cuando hay un desfalco de la justicia y solamente lo malo puede beneficiarse – y que el fondo de la fosa al final de ese camino, el acto de bancarrota moral, es castigar a los hombres por sus virtudes y recompensarles por sus vicios, que ése es el colapso de la depravación total, la Misa Negra de la adoración a la muerte, el dedicar tu consciencia a la destrucción de la existencia.
“Discurso de Galt”, For the New Intellectual