Revista Filosofía
Una vez más vuelvo sobre el mito de Prometeo que Platón relata en el Protágoras, como se sabe al final del mito los seres humanos necesitan del saber político, en forma de pudor y justicia, para conservar las ciudades desde un punto de vista, digamos, material, y para asegurar la convivencia desde una perspectiva funcional. Esta última tiene cierta primacía sobre aquella, en la medida que los conocimientos para construir y conservar técnicamente las ciudades se les supone en forma de sabiduría de las artes y fuego, sin embargo, no puede desarrollarse adecuadamente si el saber político no aparece, no se desarrolla. A este respecto es interesante el último párrafo:Pues éstas fueron distribuidas así: Con un solo hombre que posea el arte de la medicina, basta para tratar a muchos, legos en la materia; y lo mismo ocurre con los demás profesionales. ¿Reparto así la justicia y el pudor entre los hombres, o bien las distribuyo entre todos?. "Entre todos, respondió Zeus; y que todos participen de ellas; porque si participan de ellas solo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades. Además, establecerás en mi nombre esta ley: Que todo aquel que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la ciudad''.La diferencia del saber técnico con el político es que este le corresponde a todos y cada uno de los ciudadanos, y no es un saber especializado como el técnico. Pero como el mito se detiene aquí, la pregunta es como se lleva a cabo este saber, como realmente funciona, y se refleja materialmente en la conservación efectiva de las ciudades. La respuesta podría pensarse que es a partir de la formación de los Estados que en cierto modo se apropiarían de este saber creando a su vez una función específica, la de político, que se encargaría de la tarea de conservar la ciudad, creando de este modo todo el entramado público. Pero como se podrá adivinar, caracterizado así el Estado "apropiación del saber político que le corresponde a cada uno", parece que el Estado contravendría la orden de Zeus, la de que cada uno participe de este saber. Podría pensarse que la democracia directa sería entonces el horizonte que establece el reparto del saber político, esta podría ser la solución más o menos ensoñada de Rousseau (pero una vez que empieza a establecer las funciones del poder ejecutivo y legislativo, se aprecia cierto totalitarismo en su concepción). Un dato, al que ya nos hemos referido en diversas ocasiones, es que la capacidad de hacer ciudades implica un número amplio de personas, que ya no establecen relaciones inmediatas. Este proceso que iría desde hace unos 9000 a. de C. hasta la aparición de las ciudades Estado, y la escritura unos 3500 años antes de Cristo, puede verse como un largo proceso de ensayo y error en el que necesariamente debería aparecer un tipo de práctica que no está relacionada con el saber técnico de cada uno de ellos y que supone necesariamente las relaciones en sociedades extensas. Puede parecer de este modo que la aparición del Estado sea algo necesario, como la escritura, el derecho, el mercado, que encarnaría un ideal de justicia. Pero también es cierto que cualquier forma de Estado, va contra el reparto que hizo Zeus. Puede verse por el contrario, que es el Estado el que permite un saber político de cada uno de los ciudadanos. Sin embargo, esta posibilidad no es la que después defenderá Platón en La república, aquí el saber político es un saber especializado sólo apto para las mejores naturalezas. Y de nuevo la llamada democracia directa parece inviable en las sociedades extensas.La posible solución que aquí adoptaremos pasará por volver a revisar, como no podía ser de otra manera en estas variaciones, la relación entre el saber técnico, y el práxico. Y es que la individualidad del ser humano ha ido apareciendo como un largo proceso basado en su acción productora o productiva, y en cierto modo en su especialización, y dentro de su gremio en su "especial" forma de hacer (este hacer es el que en estas variaciones hemos llamado chresis, frente a praxis, el primero está presente desde el primer homo hacedor de herramientas, y este último es más reciente y más problemático, objeto de esta entrada, pero el desarrollo de la solución ha de quedar para otra ocasión).