Revista Cine
¿Es Andrzej Wajda el cineasta polaco más importante en la historia del cine? Creo que sí. Aunque Polanski es un cineasta del mismo calibre que Wajda -y, en lo personal, más cercano a mis preferencias personales-, el director de El Bebé de Rosemary (1968) se internacionalizó muy joven y es, creo yo, más un cineasta europeo -e, incluso, americano- que polaco. El otro competidor es, por supuesto, el gran Krzysztof Kieslowski pero su partida, en 1996 y antes de los 55 años de edad, dejó trunca una carrera que estaba en pleno apogeo. Así que por su longevidad, por su temprano éxito que se volvió una constante, por los temas nacionales/nacionalistas que son el centro de su cine y hasta por la influencia que ha dejado su obra en su propio país, Wajda debe ser considerado, creo yo, el cineasta polaco más importante de la historia.La película que, en retrospectiva, marcaría la tempranísima consolidación de Wajda fue su segundo largometraje, Kanal (Ídem, Polonia, 1957), que ganaría el Premio Especial del Jurado en Cannes 1957. Sobre un guión semiautobiográfico de Jerzy Stefan Stawinski -un veterano de guerra que vivió algo de lo que vemos en la cinta-, el casi debutante Wajda nos ubica en los últimos días del trágico "levantamiento de Varsovia", que inició el 1 de agosto de 1944 y que terminó 63 días despúes, con el exterminio del ejército de resistencia polaco por parte de unas debilitadas fuerzas nazis. Estamos, de hecho, en el día 56 de este heroico pero inútil esfuerzo, a fines de septiembre: una distante voz en off nos informa que todos los más de 40 hombres de la compañía que estamos viendo -a través de un magistral plano secuencia inicial de 4 minutos de duración- morirán en las próximas horas. O sea, aquí están todos y acuérdese que ninguno de ellos vivirá hasta el final de la película.La compañía, dirigida por el muy profesional teniente Zadra (Wienczyslaw Glinski), es arrinconada a las afueras de Varsovia por las mayores y mejor pertrechadas fuerzas nazis. Después de un pequeño descanso, Zadra y su gente son enviados a unirse a la resistencia que lucha en el centro de la ciudad. Sin embargo, como todos los caminos están bloqueados, Zadra y sus soldados tendrán que usar las cloacas para llegar a su destino. Previsiblemente, ese laberinto de agua, basura y mierda, será una tumba para los tres grupos perdidos en el drenaje.Filmada en blanco y negro en exteriores reales que aún mostraban los estragos de la guerra -la película fue realizada 13 años después de los acontecimientos- y en sets construidos que reproducían con cierta (in)fidelidad expresionista la vastedad y la oscuridad del drenaje de Varsovia, Kanal es un desencantado y cruel filme bélico que nos muestra la inutilidad de una batalla que ya estaba perdida -los propios combatientes polacos sacrificados lo intuían- y que terminaría, de hecho, en una tragedia mayor: no sólo el aplastamiento brutal del fallido "levantamiento de Varsovia" con todo y sus 250 mil muertos, sino que el propio fracaso de esa rebelión le haría la vida más fácil al ejército soviético de Stalin que se encontraba al otro lado del Río Vístula, esperando que los nazis acabaran con los polacos para poder tomar el país con mayor tranquilidad.La escena clave, nos señala el propio Wajda en los "extras" del DVD de Criterion de Kanal, es la mirada de resignación que la indómita rubia Stokrotka (guapa Teresa Izewska) lanza tras las rejas del drenaje, más allá del Río Vístula. Bajo tierra, en ese laberinto sofocante de las cloacas, su enamorado Kurab (Tadeusz Janczar) ha muerto mientras otros -como el músico Micha (Vladek Sheybal)- han enloquecido. Arriba, en la superficie, están los nazis esperando que salgan los últimos soldados y más allá, en el río, los rusos, esperando por los pocos que queden vivos. Un heroísmo inútil que, de cualquier manera, no deja de admirar Wajda: sabe que todo fue en vano, pero no puede -no quiere, no debe- ridiculizar a los sacrificados. Ellos no se lo merecen.
Kanal se exhibió hoy martes y se exhibirá mañana miércoles y el próximo sábado a las 11 de la mañana en la Cineteca Nacional, en un programa doble, con Cenizas y Diamantes.