Revista Cine
SINOPSIS ARGUMENTAL: Laia, joven y entusiasta profesora barcelonesa, se embarca, con la única ayuda de una maestra local, Sharmila, en un proyecto educativo en una zona deprimida del Nepal, con el que pretende dotar a esos niños de una perspectiva de futuro que una realidad social muy adversa parece estar empeñada en negarles. Las numerosas dificultades que ha de afrontar no son más que un acicate para su férrea determinación, fruto de un carácter labrado en una infancia dura y precaria; pero hay un problema que se erige en un muro insalvable, y es el de la finalización de su permiso de estancia, algo que la obliga a tomar una decisión que, en principio, no estaba dispuesta a asumir: la de concertar un matrimonio de conveniencia que le permita permanecer en el país. A partir de ese momento, la relación de Laia con su esposo, Tsering, se convierte en un elemento que, por mor del carácter de él, va cobrando cada vez mayor peso en la vida de Laia. Pero no significa, ni muchísimo menos, el final de todos los problemas…
EN UN PÁRRAFO….- Profundizando y avanzando aún más en esa tendencia de cine social-internacional que ya iniciara con ‘También la lluvia’ —circunstancia en la que pesa sobremanera su pareja sentimental y coguionisa, Paul Laverty—, Iciar Bollaín se embarca en una nueva aventura lejos de nuestras fronteras (lejanía no solo física, sino, sobre todo y muy especialmente, mental y cultural), para, basándose en el texto literario de Victòria Subirana, ofrecer un drama intenso (rayano, puntualmente, en lo desaforado) en el que el leit-motiv argumental del trabajo educativo de su protagonista no pasa de ser un soporte temático sobre el que abrir un abanico (que a este escribiente se le llega a hacer, en un momento dado, excesivamente amplio) de cuestiones y episodios con un marcado sentido crítico progresista. Más allá de lo que uno pueda conectar emocional e ideológicamente con tales premisas (es mi caso…), el desarrollo narrativo se resiente, quizá, de la vieja enfermedad del mucho abarcar y poco apretar: conjugar la pretensión de profundidad con la multiplicidad de subtramas es lo que suele tener. Pero no se le puede negar valentía y arrojo a la autora, no…
EN SU HABER.- Verónica Echegui; su desempeño dando vida a la profesora Laia, con toda la carga de entusiasmo y capacidad de lucha que el personaje alberga, alcanza un nivel que llega a situarse incluso por encima del de la historia en el que se desarrolla, y termina arrojando como resultado final una creación creíble y convincente, incluso en aquellos pasajes en que, por lo radical de su dramatismo, hubiera sido esperable un cierto deslizamiento hacia el exceso. Aquí hay madera de gran actriz, y solo cabe esperar que sus elecciones profesionales la guíen por el camino más acertado para ello (también está lo de Hollywood, pero ya se sabe cómo suele terminar eso…).
EN SU DEBE.- Los flashbacks; en el ánimo (presunto o probable) de que los mismos no entorpezcan, ni ralenticen, el ritmo narrativo, Iciar Bollain los despacha con una celeridad absolutamente incompatible con el propósito al que han de servir en el contexto del relato (que no es otro que el de darnos información de referencia sobre el pasado de la protagonista que nos permita entender algunas de sus pautas de comportamiento en el presente de la narración). Entre la delectación morosa en ese pasado (que puede, efectivamente, hacer lenta o pesada la cinta) y las ráfagas a vuelapluma con que ‘Katmandú’ lo recoge (en las que, en la práctica, no te enteras de nada, o casi nada), hay un punto medio que, desde luego, no se ha alcanzado.
UNA SECUENCIA.- Laia y Tsering marchan a la boda de la hermana de éste, en las montañas de Nepal: un ritual sencillo y colorista pone una nota de frescura y felicidad en una trama en la que, precisamente, no sobran situaciones de perfil alegre. La postal turística merece la pena…
CALIFICACIÓN: 6 / 10.-