“Me he peleado con tanta gente que no se a quién darle la mano antes de cada partido” Roy Keane.
Este lunes 17 de marzo, como cada año, se celebró San Patricio, santo patrón de Irlanda al que tradicionalmente se le considera el introductor de la religión cristiana en la isla. Por todo el mundo, irlandeses o no, celebran alegremente este día con mucho color verde por las calles y alcohol en las venas. Más allá de ciertos estereotipos borrachuzos y bailarines sobre los irlandeses, el siempre polémico conflicto norilandés (desde ‘El Delator’ hasta la impresionante ‘Hunger’ del oscarizado Steve McQueen, sin olvidarnos de muchas otras películas al respecto, sobre todo las de Jim Sheridan) y otros lugares comunes (o ideales como Innisfree en ‘El hombre tranquilo’ (1952) de John Ford) esa alegría costumbrista (como las películas “irlandesas” del estilo ‘The Commitments’ o ‘Café irlandés’) siempre ha estado asociada también a la selección irlandesa que, sobre todo, a finales de los años 80 y principio de los 90 alegraron un poco el panorama futbolístico. Su estilo poco técnico pero descarado les coló en la Eurocopa 88 y en el Mundial de Italia 90 casi sin quererlo. Gracias al album de cromos de ese mundial siempre recordaré muchos nombres como Frank Stapleton, John Aldridge, Ray Houghton o Tony Cascarino, la mayoría de ellos debutantes en un mundial con edades dignas ya de retirada. Entre empates, una victoria y unos penalties, llegaron hasta cuartos de final en ese mundial tan poco vistoso.
Roy Keane fue uno de los jugadores más importantes de Irlanda de los últimos años, aunque su fuerte carácter le impidió destacar mucho más como jugador. O al menos ser reconocido como una auténtica figura del deporte. Una bronca con su seleccionador, por ejemplo, le dejó fuera del mundial de Corea y Japón 2002 (en realidad se negó él a acudir), cuando estaba en uno de sus mejores momentos como jugador. Keane fue emblema, santo y seña, capitán y espíritu de una de las más exitosas épocas del Manchester United, ahora en plena decadencia tras la marcha de su eterno entrenador Sir Alex Ferguson. Keane siguió la estela de otros jugadores problemáticos pero talentosos, como el gran Eric Cantona, y rápidamente se erigió como un centrocampista de gran personalidad y de juego igual de descarado. En 480 partidos oficiales con los ‘Red devils’ marcó 51 goles y aún hoy es uno de los jugadores más recordados por la afición de Old Trafford.
Keane, leyenda irlandesa
Pero Keane no fue el típico jugador de comportamiento ejemplar. Esa sombra de duro, conflictivo y violento le siguió y le marcó toda su carrera. Estamos hablando del jugador que más veces ha sido expulsado en la liga inglesa (13 veces), incluso por delante del macarra de Vinnie Jones. Roy Keane tuvo encontronazos con varios jugadores, incluso de su propio equipo (él y Cantona llegaron a las manos con Peter Schmeichel en varias ocasiones,) fue protagonista de varias peleas en bares, e incluso protagonizó episodios de violencia doméstica con su mujer. Al contrario que Tony Adams, Keane nunca admitió sus serios problemas con la bebida. Su mal carácter dentro del campo se refleja en su relación con el jugador francés del Arsenal Patrick Vieira. Hay un suceso que ocurre en el túnel de vestuarios, justo antes de comenzar un partido, en el que ambos jugadores discuten por un pique que venía de atrás con Gary Neville de actor secundario y Keane está a punto de liarla parda cuando ve a Vieira intimidar a su compañero del United. El show ocurrió delante de todos, cámaras de TV, compañeros, e incluso niños. El árbitro también que tuvo que calmarle. En este video se puede ver su reacción, y en su cara (y sobre todo en sus ojos) puedes intuir que no es un tipo al que te gustaría encontrarte por la calle de noche en un día jodido. Pero no todo es conflicto y pelea entre rivales, también había profundo respeto. En este otro interesante video, realizado para un programa de la televisión británica años después, Vieira y Keane se reúnen amistosamente para hablar de su rivalidad.
Pero sin duda el hecho más lamentable de su carrera fue la lesión deliberada del jugador noruego Alf-Inge Haaland. En 1997 en un partido contra el Leeds, Roy Keane se lesionó gravemente en una jugada con Haaland, que lo apartaría de los terrenos el resto de la temporada por una rotura de ligamentos. Por si fuera poco, el jugador noruego pensó que Roy Keane estaba fingiendo y le llamó mentiroso. Keane espero cuatro años más tarde para vengarse en otro partido que jugaron juntos. Con toda la frialdad del mundo, en una de las primeras jugadas del partido le rompió la rodilla al jugador noruego, que esta vez vestía la camiseta del Manchester City. El árbitro expulsó a Keane y mientras se iba le gritó a Haaland, todavía dolorido en el suelo: “Jódete, cabrón. No volverás a reírte de mí por lesiones fingidas”. El resultado: Tres partidos de sanción y 5.000 libras para el irlandés, que se convertirían posteriormente en cinco partidos y 150.000 libras más después de que en su autobiografía reconociera la premeditación de la entrada y su clara intención de lesionar al jugador noruego. Tras este incidente Keane siguió jugando con el Manchester City cosechando éxitos mientras que Haaland se tuvo que retirar, a los 28 años, después de varias operaciones en la rodilla.
Sobre venganzas y venganzas frías se han hecho muchas películas. Desde los volúmenes de ‘Kill Bill’ hasta el padre vengador ‘Liam Neeson‘ en las dos que protagonizó de ‘Venganza’, bajo el amparo del francés Luc Besson, o incluso ‘Bala blindada’ de su compatriota Elie Chouraqui. También están ‘Furia oriental’, protagonizada por Bruce Lee, ‘El Cuervo’, con su malogrado hijo Brandon Lee, muerto por una bala traicionera durante el rodaje de una secuencia de esa película, ‘Oldboy’ (sí, dejemos aparte el remake de Spike Lee y quedémonos con la original de su director coreano Park Chan-wook) y una de mis favoritas ‘El cabo del miedo’, magnífico remake (esta vez sí que funcionó) de Martin Scorsese del original de J. Lee Thompson, de 1962. Aunque tengo pendiente la que, por título, mejor se ajustaría al suceso de Roy Keane y Haaland: ‘La venganza es un plato que se sirve frío’, spaghetti western dirigido por Pasquale Squitieri (firmando aquí como William Redford). La película narra la historia de Jim, único superviviente de una masacre perpetrada por indios americanos en la que toda su familia es asesinada, que crece con un gran rencor y odio hacia esos indios. Pero ese sentimiento cambiará cuando salve a una mujer india de ser humillada en un pueblo y gracias a ella y a un doctor, descubrirá la verdad acerca del asesinato de su familia, perpetrando así su venganza.