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Kepler estudia interesantes sistemas planetarios

Por Marathon

Cuando el equipo científico de la misión Kepler de la NASA dio a conocer datos el mes pasado de cerca de 1.200 candidatos a planetas alrededor de otras estrellas, provocó un frenesí entre los dinamicistas deseosos de probar las teorías de formación del sistema solar.
Especialmente tentadoras son los sistemas de planetas múltiples: 115 dobles, 45 triples, 8 cuádruples, uno quíntuple y otro séxtuple. Puesto que Kepler detecta planetas por tránsitos estelares, la mayoría de los candidatos tienen órbitas muy cercanas, con los que los planetas tardan entre sólo unos días a unas pocas semanas en completar cada revolución.
Estadísticamente, tanto las observaciones de Kepler como las búsquedas llevadas a cabo desde la Tierra están descubriendo que una estrella acompañada de planetas tiene una probabilidad de uno entre cinco de tener más de un planeta. Estos descubrimientos múltiples son bienvenidos, ya que son menos probables de ser falsas alarmas y hacen que sea mucho más fácil obtener una imagen completa de las características de los sistemas y de su evolución dinámica.
Kepler estudia interesantes sistemas planetarios

Kepler ha descubierto varios sistemas de planetas múltiples, entre otros un sistema séxtuple
Ahora Jack Lissauer (NASA/Ames Research Center) y 25 coautores han obervado más detenidamente los candidatos más interesantes de Kepler. Los científicos señalan que en un notable sistema de cuatro planetas, alrededor de una estrella llamada KOI-730, sus cuatro mundos están enfrascados en una danza dinámica: sus períodos orbitales tienen una proporción de 8:6:4:3. En otras palabras, el planeta más interno describe ocho órbitas completas en el tiempo que el más externo completa tres.
Inicialmente, el equipo creía que los dos planetas compartían la misma órbita, lo que la proporción 6:4:4:3. Sin embargo, "El estudio adicional de la curva de luz apoya firmemente la relación de períodos 8:6:4:3", señala Fabrycky. "Esto es interesante en sí mismo, por otras razones, sencillamente no existe un par coorbital".
El video muestra los sistemas planetarios múltiples descubiertos por Kepler hasta el 2 de febrero de 2011. Los colores calientes muestran planetas grandes (rojo y amarillo), mientras que los fríos (azul y verde) representan planetas pequeños
Estas relaciones resonantes entre los planetas se han predicho teóricamente, pero el gran tesoro de las observaciones de Kepler ofrece la primera evidencia de que existen. Incluso la convivencia de dos planetas en la misma órbita tiene un precedente, al fin de al cabo en nuestro sistema solar miles de asteroides troyanos comparten la órbita de Júpiter. Estos asteroides se agrupan en torno a un par de hoyos gravitacionales, llamados puntos de Lagrange, que preceden y anteceden el planeta en un ángulo de 60 °. Marte y Neptuno también comparten sus órbitas con asteroides y Saturno tiene satélites coorbitales.

Kepler estudia interesantes sistemas planetarios

Diagrama que muestra los planetas candidatos de sistemas solares con 4 a 6 miembros. Los puntos en cada línea muestran su tamaño relativo
Es una lástima que KOI-730 no tenga un par de planetas que compartan una misma órbita, pues si hubiese sido así, este sistema podría habernos aportado una nueva visión sobre el origen de la Luna. Aquí vemos cómo:
Existe un consenso científico casi total de que un planeta del tamaño de Marte impactó contra la Tierra primitiva entre 30 y 50 millones de años después de la formación del sistema solar. De la colisión brotó un chorro al rojo vivo de desechos que pronto se enfrió y se condensó para formar la Luna. Para hacer coincidir con la evidencia geoquímica disponible y para mantener una velocidad de colisión baja (como se sugiere en simulaciones por ordenador), este gran cuerpo impactador se presume que habría estado dando vueltas al Sol en una órbita muy similar a la Tierra, no sólo para que coincida con las evidencias geoquímicas, sino también para mantener una velocidad de colisión baja.
En 2005 los investigadores de Princeton Edward Belbruno y J. Richard Gott propusieron que, una vez que nuestro sistema solar tómo forma, una masa considerable de los desechos de la formación planetaria se mantuvo en uno de los puntos de Lagrange de la órbita de la Tierra. Éstos se condensaron en un sombrío planeta, que algunos han denominado Theia (la madre mitológica de Selene), que después habría chocado con la Tierra cuando su órbita se volvió inestable.
Durante un tiempo, el sistema KOI-730 parecía dar credibilidad a la hipótesis de Belbruno y Gott. Tal vez, si Kepler funcionase lo suficiente, los dinamicistas finalmente encontrarían un sistema con planetas compañeros coorbitales.
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