Revista Cine

Killing Them Softly

Publicado el 11 febrero 2013 por Nacho_c

Un coche se acerca a otro en un semáforo. Es de noche y llueve a cántaros. Es una película de gángsters así que ya os podéis imaginar que alguien va a matar y alguien va a morir. En este caso va a ser Ray Liotta. El Henry Hill de Uno de los Nuestros.

Mátalos Suavemente es una película sencilla. La idea original es muy lineal y no tiene recovecos, ni giros, ni tramas secundarias, es la mínima expresión de un guión. Los diálogos están bien. La realización también es muy sencilla, pero sólo en la superficie. A veces se echa de menos un plano general para saber dónde estamos o para poder respirar un poco. Los personajes son bastante mínimos, sabes quiénes son, lo que les motiva y, probablemente, cómo van a acabar. Pero hay un par de secuencias muy interesantes, una de ellas la que aparece más abajo, y la película está bien. Son noventa minutos de ritmo lento que no se hacen aburridos. Pero no ha recibido muy buenas críticas.

Está dirigida por Andrew Dominik, que ya coincidió con Brad Pitt en El Asesinato de Jessie James por el Cobarde Robert Ford, y que apenas ha hecho más cosas en cine. Para mi gusto creo que es un buen realizador y en esta película se ve desde el original montaje de la primera secuencia, en una acertada elección de los actores (muy bien James Galdonfini), en la puesta en escena y el montaje de una secuencia de diálogo con un personaje fumado (transmite perfectamente lo que siente), y algunos detalles más que se van descubriendo a lo largo de la película, que está basada en la novela de George V. Higgins y que tiene el constante diálogo de fondo Obama-Bush.

El coche se detiene junto al otro. Transmite muy bien, por segunda vez, los nerviosos momentos previos a cometer un delito. Se baja la ventanilla y por un segundo, un segundo interminable, parece que todo puede pasar. Una mirada distraída a la cara de la muerte y el percutor dispara la bala. El mecanismo de la pistola, los cristales, la bala, la sangre, el asesino y la víctima, todos bailan a cámara lenta al ritmo de Love Letters de Ketty Lester. Los cristales, las balas, son postproducción evidentemente, pero da igual, como cuando se conoce a la persona adecuada estamos en un paréntesis mágico.

El coche avanza hacia delante y es arrasado por dos camionetas como punto final al baile y la destrucción.


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