Hija de la memoria. Reseña.
El invierno de 1964, una repentina tormenta cubre de nieve el área de Lexington, Kentucky. Las carreteras son peligrosas, pero el doctor David Henry está decidido a conducir al hospital a su mujer, Norah, para que pueda dar a luz a su primer hijo. Pronto se hace evidente que las carreteras son demasiado traicioneras y decide pararse en su propia consulta médica. Aquí, con la ayuda de su enfermera, Caroline, puede asistir al parto de su hijo, Paul. Pero, de manera inesperada, Norah pare una segunda criatura, una niña, Phoebe, en quien David reconoce inmediatamente el síndrome de Down.David decide ahorrar a su mujer lo que entiende como una vida de padecimientos. Entrega la niña a Caroline junto con la dirección de la casa donde quiere que la deje, sin imaginar ni anticipar de qué manera su acción servirá para destruir todo aquello que pretende proteger. Entonces se gira hacia Norah y le dice: La pequeña ha muerto en el momento de nacer.Pero tal como muestra de forma elocuente La hija de la memoria, la vida es una imagen en movimiento, que se desarrolla y cambia fuera de nuestro control. A pesar de que deseamos congelar un momento, volver al pasado o alterar los acontecimientos, el tiempo nos empuja hacia delante. Con esta novela conmovedora pero llena de esperanza, Kim Edwards explora los misterios del dolor i el amor y el poder de la verdad, tanto para desestabilizar como para curar.
La novela aborda un tema delicado: el síndrome de Down. Ese miedo a la discapacidad hace que el padre tome una decisión irrevocable y como consecuencia, las relaciones en la familia se van deteriorando. El personaje de la hija es entrañable, muy logrado y te toca las fibras mas sensible. Hay un punto negativo que se me ha hecho tedioso: se recrea en demasiadas descripciones por lo que se vuelve denso y cuesta avanzar.