Por Roy Bean
Kind Hearts and Coronets (1949) Ocho sentencias de muerte
Robert Hamer
Reparto (imdb)
Dennis Price...
Louis
Valerie Hobson...
Edith
Joan Greenwood...
Sibella
Alec Guinness...
The D'Ascoyne Family: The Duke / The Banker / The Parson / The General / The Admiral / Young Ascoyne / Young Henry / Lady Agatha
En realidad, Louis Mazzini (Dennis Price) debería entregarse a la distinguida vida de la nobleza inglesa : tomar el te, jugar al polo y humillar a sus subordinados con palabras bien escogidas. Pero en vez de eso, está encerrado en la cena de los condenados a muerte: nada extraño puesto que ha liquidado a casi toda su familia. Al mañana siguiente le ahorcarán conforme a su rango, con un soga de seda alrededor del cuello. Entretanto, el verdugo se informa sobre el código de etiqueta que rige para esa ocasión. Gracias a su excelente educación , Mazzini es un narrador de los más elocuente y, siendo un hombre de honor, no pierde la compostura por menudencias como una ejecución inminente. Así , los espectadores se enteran a través de la voz en off de cómo pudo ocurrir ese drama humano. Su familia, la poderosa dinastía D'Ascoyne, desheredó a la madre porque se casó con un tenor italiano con una voz potente pero sin recursos. El hijo crece con la conciencia, que la madre mantiene despierta con obstinación, de que le han estafado el título de duque y las comodidades que ello conlleva. Cuando la madre muere en la pobreza y la aflicción, el hijo jura vengarla. Evidentemente, también tiene otros motivos para hacerlo. Después de todo, no quiere pasarse la vida como vendedor de lencería femenina, sino que desea presentarse como un buen partido ante su adorada Sibella (Joan Grenwood). Cuando ella se casa con Lionel Holland , un joven ingenuo pero más prometedor, ya sólo hará falta una pequeña casualidad para que Louis se convierta en asesino. Esa casualidad se presenta pronto en la figura de Ascoyne D'Ascoyne Jr (A.Guinness), el hijo arrogante de un banquero, que despide a Louis por un capricho ridículo. Poco después, durante una excursión en barca, Ascoyne D'Ascoyne Jr. es victima junto a su amante de unos rápidos traicioneros en el río. Comentario de Louis "Lo sentí por la chica, pero hallé un ligero consuelo al pensar que durante el fin de semana ya había sufrido una suerte peor que la muerte". Puesto que ya ha empezado , el heredero estafado prosigue impasible. Uno tras otro , los D'Ascoyne (todos ellos hombres y mujeres interpretados por el gran Alec Guinness) son víctimas de accidentes más o menos extravagantes: Mueren envenenados, saltando por los aires o en un globo aerostático derribado con una flecha. El humor irresistible de Ocho sentencias de muerte se basa en primer lugar en el contraste entre los modales cultos del protagonista y la conducta pérfida de una sociedad absolutamente corrupta. Descubrir este tipo de contradicciones - que por si mismas ya ofrecen su propio potencial humorístico- y, al mismo tiempo, resarcir al público con el malvado placer de destrucción de las circunstancias descritas: esa es la estructura básica de una comedia social negra por excelencia. Así pues, el héroe, un asesino en serie de pura cepa, les resulta simpático a los espectadores desde el principio. En cambio los D'Ascoyne son una pandilla de degenerados hasta tal punto que que es imposible reprimir la alegría por desgracia cuando uno tras otro acaban mordiendo el polvo. Esos aristócratas snobs con sus caprichos, mejor si son a costa de los demás, son un catálogo de la mejor sociedad de Gran Bretaña a principios del siglo XX que, rígida en sus convenciones y prejuicios, sólo puede librarse de su propia estrechez de miras gracias al radicalismo homicida de alguien que está siendo expulsado de sus filas. Está claro que, en algún momento, Louis tendrá que ser inevitablemente víctima de su propia idea retorcida de la justicia. Y así, cuanto más asciende en la jerarquía familiar de los D'Ascoyne gracias a sus asesinatos, más se convierte en uno de ellos, desmedido en su egoísmo y cegado por una presunción igual de desmesurada. Cuando su tío y jefe Ascoyne D'Ascoyne , uno de los pocos miembros de la familia que le ha tratado con respeto, agoniza, Louis dice "Me alegré de no tener que matarlo después de lo bien que se había portado conmigo". NO cabe duda de que lo hubiese hecho sin titubear. La idea de venganza, la gracia moral de la película llega de lo absurdo con ese comportamiento. Lo mismo vale para los espectadores, que primero están de parte del oprimido y de la supuesta justicia de su asunto, y acaban presenciando sus manejos con un placer interesado y totalmente inmoral por lo macabro. La maldad que tanto nos hace reír no es la de los protagonistas en la gran pantalla, sino la nuestra. |