Volviendo de cine en metro tuve LA revelación, y me dije “hay que difundir la buena nueva, ¡Alabado sea el Señor del Tambor! Gloria a la percusión en la tierra como en las alturas”. Aquí les tenemos pues un recomendado que sospechamos le va a encantar a cualquier “Afronautico”.En el corazón de África Central, en la rivera derecha de uno de los ríos más grandes del mundo, el rio Congo, se encuentra la agitada y caótica ciudad de Kinshasa, capital política y económica de la República Democrática del Congo, eso de Democrática suena como a un eufemismo, algo así como decir “Colombia tierra de paz, justicia y oportunidades” pero eso es otra historia. Volvamos pues nuestra mirada a Kinshasa, es mejor buscar la paja en el ojo ajeno. Queridos lectores, para ubicarnos con el GPS sentimiental, ¿se acuerdan del mítico concierto de la Fania en 1974 sembrando la semilla de la salsa en Africa? Cómo olvidar aquel solo Afronautico de guitarra de Jorge Santana y un Hector Lavoe con camisa verde y pantalón rojo satinado gritando en una combinación digna de nuestro programa “Everybody Chanter”! y ¡Aaaaaaaaaafrica!, esto sucedía en el marco del “Soul Power Festival” que duro 3 días con la presencia de James Brown, BB King, The Spinners, Miriam Makeba y Bill Withers entre otros, en conjunción con la mítica pela de Muhammed Ali y George Foreman por el título mundial de los pesos pesados.Esa era la Kinshasa de 1974. Hoy, casi 40 años más tarde, más de 30.000 niños desamparados, abandonados y tildados de “embrujados” por sus familias y la sociedad congoleña, se rebuscan la vida en las casi inundadas calles de una ciudad tan pintoresca como cruel. Y para retratar esta realidad el director belga Marc Henri Wajnberg nos ofrece una magnífica y conmovedora ficción que navega entre anécdotas curiosas, miradas documentales, secuencias memorables y música, muchas música. En medio de ritmo y canciones producidas con muy escasos recursos, asistimos al florecimiento de un grupo de niños que se acercan al arte a través de la música, y esta inyecta un poco de esperanza a la desolada cotidianidad de nuestros personajes, todo ello de la mano de un músico callejero rocambolesco llamado “Bebson de la Rue” y de personajes algunos jocosos, otros picaros y uno que otro malvado que se debaten en el paisaje urbano de una sociedad carcomida por la pobreza, la desigualdad y la ignorancia, mezcla explosiva que favorece grandes convulsiones sociales. Se trata de una intriga simple, intensa, con delicadas pinceladas de absurdo y muy encarretadora, que no desfallece, y que sabe en medio de todo este nefasto escenario transmitirnos un sentimiento de alegría y de libertad. El nombre de esta joya del arte cinematográfico es “Kinshasa Kinds”.¡Muy recomendada!Aquí compartimos el corto y algunas imágenes para que lo disfruten.Más infromación en Internet: http://kinshasakids.comDisfruten el Traile:
Y no olviden que: “Where there is music, there is hope”
Y disfruten al cantante "Bebson de La Rue"