Revista Libros

Kora

Publicado el 14 febrero 2014 por Icíar
Escritor: Tenzin Tsundue
Kora
Para los tibetanos, hacer la KORA es recorrer andando un camino que discurre a modo de circunvalación por lugares o monumentos sagrados. Es una tradición tibetana en la que el esfuerzo físico va acompañado de un sentido espiritual, que parece que convierte tal experiencia en algo de lo más completo.
Desde 1950, Tíbet dejó de ser el Tíbet de los tibetanos, para pasar a ser un región bajo ocupación china. Muchos tibetanos tuvieron que huir de sus tierras y desperdigarse por el mundo convirtiéndose en apátridas. Todo un drama al que hay que sumar el que tengan que ser espectadores impotentes, de tristeza contenida, de la transformación de lo que fue Tíbet, que muchos han calificado de genocidio cultural - alrededor del 90% de sus monumentos tradicionales quedaron destruidos-. Un Tíbet, donde en la actualidad, la población tibetana originaria lo habita en minoría. Y mientras tanto, la antigua generación de tibetanos, los únicos que allí vivieron, van muriendo poco a poco y con ellos sus historias sobre la amada Tíbet libre.
Entre estos tibetanos que dedican su vida a no olvidar el sueño de regresar, se encuentra este escritor, Tenzin Tsundue, nacido ya en el exilio, criado en un país de acogida pero que no es suyo. Reivindicativo que con su arte consigue muy bien acercarnos a esa angustia, melancolía y sentimiento de desarraigo del apátrida. Son versos directos, pero de gran belleza, pasionales en la lucha y escritos con una sensibilidad muy contagiosa. “Ellos (los no apátridas) hablaban de unirse todos en una humanidad que desafían fronteras. ¿Que puedo yo, un refugiado, hablar salvo del deseo de volver a casa?".
Consiguen transmitir lo difícil de la situación política, así como el estado emocional del que anhela recuperar sus raíces, en un escenario internacional en el que el lector sufrirá por a la primera-impresión de lucha perdida, en un mundo globalizado en el que David poco puede hacer contra Goliat. Y es que Tenzin Tsundue, no sólo es un escritor, dedica su vida además a que no se olvide la lucha para recuperar un “Tíbet Libre”. Él mismo dice: “Cuando escribo, soy poeta; pero cuando publico soy un activista … El escritor y el activista viven juntos dentro de mí, mano a mano”.
“Kora, relatos y poemas” son 14 poemas, 5 relatos autobiográficos, y una entrevista - que podéis leer traducida aquí-, ha sido una joyita que una personita muy próxima y querida que me conoce bien - y que ha hecho el Kora explicándome fatal, por cierto- me trajo como acertado regalo. Me vino directamente de McLeod Ganj, en Dharamsala, un pueblo del norte de la India donde reside oficialmente la comunidad tibetana en el exilio. Allí vive Tenzin Tsundue, conocido internacionalemnte como una de las figuras centrales en la lucha por un Tíbet Libre.
Como despedida, una información para los que estén interesados, para los que quieran seguir los pasos de estos tibetanos que no abandonan su sueño de recuperar su hogar, tal y como lo sienten. Ellos también tienen una página en internet con un nombre precioso, por cierto: “Tíbet escribe”, y encima desde allí, se puede descargar este libro de Kora: http://www.tibetwrites.org
Mensaje para ISI: quinto libro de tu reto "Lecturas en inglés"
NOTAS:
  1. Entre los escritores que gusta leer a Tenzin Tsundue, se encuentra Pablo Neruda.
  2. También se encuentra Jhumpa Lahiri, de la que destaca su libro: “Intérprete de emociones” que además ganó un Pulitzer. Y es que ella decía que su exilio creció con ella, sentimiento con el que Tenzin Tsundue se siente identificado.
  3. Tenzin Tsundue fue aquel tibetano que en 2002 con ocasión de una visita del Primer Ministro chino a la India, se subió por la fachada de un hotel hasta la planta 14, y desde allí desplegó la bandera nacional tibetana y una pancarta roja en la que se leía "Tíbet Libre".
  4. La esperanza de Tenzin Tsundue está con los chinos democráticos. Piensa que una China democrática les devolvería Tíbet. La otra parte de su estrategia es intentar que la India se involucre, haciéndoles ver que compartir fronteras con la ambiciosa y poco de fiar China no es nada conveniente. Ambas ideas son casi utópicas, creo yo. Qué tristeza.
  5. Hay uno de los relatos que es especialmente conmovedor, el de “Mi llamado exilio”. De él quiero destacar un parrafito, que aunque lo que extraigo del relato nada tenga que ver con el drama tibetano - que sí se aborda-, me parece muy representativo de otra cosa: la relación que el tibetano mantiene con los animales, y con su propia conciencia, tan alejada de la que desde occidente mantenemos con ambas cosas. Dice así: “Los refugiados tibetanos, como otros inmigrantes en occidente procedentes de Asia, trabajan duramente para ganarse la vida en ese nuevo país de ambiente tan extremadamente mecanizado y competitivo. Un inmigrante mayor, estaba por tanto muy feliz de haber encontrado un trabajo por el que se le pagaría lo suficiente para no ser una carga para su familia de escasos recursos. Se le puso a cargo de simplemente presionar un botón cada vez que apareciera un bip. Él encontró divertido hacer esa cosa trivial todo el día. Se sentaba allí, con su rosario en la mano, murmurando suavemente sus plegarias y por supuesto, iba presionando religiosamente el botón conforme aparecía la señal (perdónalo, oh, Dios mio, ya que él no sabía lo que estaba haciendo). Unos días más tarde, por curiosidad, pregunta a su compañero de trabajo para qué era el botón. Y le contesta que cada vez que él presionaba el botón, cortaba el cuello de una gallina. Él inmediatamente dejó su trabajo”
  6. Ver:

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