Pues antes de lo que podía imaginar, que ya está otra vez por aquí el barbudo más raro de Francia, el protagonista de la entrada más espectacular (no hablo de la canción, bastante apañadita: me refiero a la la mise en scène) que uno recuerde en la historia de Eurovisión, el singular y muy prolífico Sébastien Tellier.
El francés no ha tardado mucho (a disco por año vamos) en dar continuación a aquel tratado de banda sonora de soft-porn titulado “Confection“, y aunque la sensibilidad sigue siendo la misma en lo esencial, parece como si a Tellier le apeteciera ahora darse una vuelta por latitudes más exóticas, y definitivamente menos adultas. A las habituales referencias cinematográficas y los apuntes electrónicos de su música se unen apuntes de bossa-nova y el inconfundible sonido de la cuica: como si no nos hubiéramos dado cuenta aún, Brasil es el sitio al que mirar. La buena noticia es que, aunque la cosa no deja de ser una de esas postales turísticas que a veces los artistas se empeñan en mandar desde lugares remotos, más provistas de una mirada cargada de tópicos que imbuídas realmente en la cultura, el excéntrico galo no renuncia a ser él mismo. Claro, te tiene que gustar: Tellier tiene sus detractores, pero a día de hoy no puedo contarme entre ellos, y es que a lo tonto (y con sus más y sus menos) el tipo ha armado una discografía que supera ya los 6 discos (no cuento álbumes de rarezas o aportaciones a bandas sonoras) y aún mantiene el interés, algo de lo que sus amigos y contemporáneos Air (también mandamases de Record Makers, el sello que publica) no pueden presumir de igual modo.
Pero ojito, porque aunque en lo sonoro la cosa se arrima a la tropicalia (no en vano, el disco ha sido grabado en colaboración con músicos del país carioca como el arreglista Arthur Verocai, o el percusionista Robertinho Silva) aquello no deja de ser el vehículo con el que el francés quiere contar otra historia: este es un disco “desde”, y no “sobre” Brasil. Si “Politics” era un disco en el que aborda la cuestión de la política, “My God Is Blue” giraba en torno a la religión y “Sexuality” se entregaba a un muy carnal estudio de la sexualidad, Tellier sigue en lo suyo y vuelve a proponer un disco temático: “L’Aventura” (buen título) se centra en la infancia, en la reconstrucción mitológica de aquellos años perdidos de nuestras vidas, y en el inevitable paso a la madurez. Lo que Tellier se propone no es ni más ni menos que reescribir su infancia, y ahí es donde entra en juego Brasil, un país muy lejano y distinto a su país natal. Según sus propias palabras:
“Escogí para esta aventura a Brasil, una tierra de esplendor y alegría, un país con alma de niño eterno (..) Mi trabajo como artista y cantante es huir de la realidad. No se puede cambiar el presente o el futuro, así que si quieres cambiar la realidad, cambia el pasado”
Tellier no duda para tal objetivo en recurrir a los estereotipos (el carnaval, las playas bajo el sol, etc), pero el resultado es ciertamente hermoso. Lo mismo lanza una energética divertida a la adolescencia (“Ricky l’Adolescent”), que conmueve con su regreso a la niñez vivida como esa Gran Aventura de la vida (“L’Infant Vert“). Y claro, como no podía ser de otro modo, la percepción de la entrada al mundo de los adultos está tan cargada de belleza como de honda decepción: agridulce, como la misma vida, “L’Adulte” deja que sobre los acordes menores se deslice una deliciosa y tibia brisa, brindándonos una de las mejores canciones de este 2014, y protagonizando de paso la entrada 299 de este blog.
Publicado en: RevelacionesEtiquetado: 2014, Air, Bossa-Nova, L'Aventura, Pop electrónico, Record Makers, Sébastien TellierEnlace permanenteDeja un comentario