Revista Espiritualidad
Una Declaración de intenciones es una de las acciones más difíciles que hay, nos comprometemos y nos quitamos los miedos. Aunque a simple vista parezca muy simple, el vocalizar en voz alta qué queremos, qué dejamos atrás y cómo nos afectaba nuestra actitud y comportamiento y qué vamos a hacer a partir de ahora, cómo vamos a enfrentarnos a los retos y los vamos a hacer nuestros en varios aspectos de nuestra vida, es una de las acciones más valientes que he visto. Plantarte en frente de los demás a afirmar y reafirmar quienes somos, es algo de lo que nos tenemos que sentir muy orgullosos, quienes lo hemos hecho. Incluso el enfrentamiento con personas que vamos dejando atrás, porque ya no caben en nuestra vida, a pesar del chantaje social, emocional o personal, no toda gente tóxica vive peleada, hay mucha gente tóxica que su actitud es la que quiere impregnar, echando la culpa a los demás de sus fracasos o de lo que no hace y busca camuflarlo con excusas.
Una declaración de intenciones, cuando se convierte en el resultado de una reflexión vital y en la semilla de una misión, tiene la suficiente fuerza como para renovar el compromiso con uno mismo y con lo que estamos dispuestos a aportar como profesionales y como personas en defensa de nuestro objetivo.
La Declaración de intenciones empieza con una reflexión sobre sí mismo, terminando con un compromiso personal sobre la actitud que vamos a tomar de ahora en adelante frente a los retos, a los miedos y a los objetivos a alcanzar.
Es una de las actividades más valiosas de automotivación, de desarrollo de la autoestima y seguridad, y sobre todo una demostración a nosotros mismos que todo lo que nos proponemos lo podemos lograr, el único obstáculo somos nosotros, nadie más nos lo impide.
En el proceso de trabajo del coaching, vamos trabajando con nuestras creencias y paradigmas, pero sobre todo con nosotros mismos. Dejamos de lado el victimismo de encontrar siempre escusas, somos expertos en eso, ahora el reto es ser expertos en nosotros mismos, avanzar y dejar la comodidad de echarle la culpa a los demás de nuestra falta de responsabilidad, falta de compromiso, falta de actitud y buscar que caminos fáciles donde buscar que otros nos solucionen la vida... al fin y al cabo, es vagancia frente a nuestras metas.
En el proceso de cambiar de víctima a protagonista, la mente siempre nos quiere jugar malas pasadas, nos autoconvence que no conseguimos lo que queremos porque otros no lo hacen... pues cada uno tiene su papel en la vida, y si pensamos que otros nos lo van a solucionar o queremos el camino fácil, sencillo y tranquilo, no vamos a avanzar nunca.
Sentados en cualquier acera no va a pasar el autobús exacto que buscamos para subirnos y llegar donde queremos... o nos eternizamos esperando y le echamos la culpa al autobús, porque no pasa el que necesitamos o bien vamos a buscar la ruta correcta para alcanzarlo.
Últimamente he aprendido mucho más sobre esperar de otros lo que nunca van a hacer, no porque no puedan, sino porque la actitud es victimista, siemore excusas, están esperando que el mundo venga a ellos, sin moverse. Cuando se comprometen y no consiguen resultados, a pesar de que para hacer algo hay que moverse, ellos buscan darle la vuelta y creen que no lo consiguen por los demás...
Dicen que para ser, primero hay que parecer.... pues no estoy de acuerdo. Hay personas que creen que porque en su tarjeta de presentación ponga director, ya son directores... Se olvidan que son quien son, por ellos mismos, no por un título nobiliario en su tarjeta de presentación. La actitud es quien marca quienes somos.
Hay personas que ven escrito en la tarjeta director y creen que ya cumplieron con su trabajo, como soy director, la gente me respeta, como soy director, no tengo que trabajar, mi equipo que trabaje por mí, como soy director, no tengo que darle seguimiento a nadie, ellos vienen a mi... Esa actitud es el mejor ejemplo de autodestrucción y boicot con nosotros y nuestros compañeros. Esa actitud es la mejor señal de victimismo, porque siempre encuentra excusas para no dar resultados... los demás son los que me contactan, los que hacen los que deciden... yo no .
¿Cómo me atrevo a hacer estas afirmaciones? uuuuuuyyyyyy yo misma estuve ahí, jajajjaa. Todos hemos estado ahí alguna vez. Todos hemos pasado por inseguridades, por miedos, por falta de confianza en nosotros mismos, por etapas duras... el reto es salir de ese círculo vicioso y mirar hacia a adelante....
Mientras sigamos viendo la vida y lo que obtenemos como un “deber ajeno”, nunca encontraremos nuestra propia voz y nuestro propio camino, nos apoyaremos en el de los demás, y querremos hacerlo nuestro... pero no es nuestro, es la visión de otros, por lo tanto, los objetivos son de otros, las acciones van encaminadas a los tiempos y decisiones de otras personas... y por lo tanto no coinciden con nuestros tiempos y objetivos.
¿Cómo hacemos cuando tenemos objetivos conjuntos? Los objetivos conjuntos tienen varios puntos de vista... empezamos por tener claro que queremos lo mismo, luego vemos cómo cada uno va a participar en el proceso de conseguirlos y la actitud frente a ellos. La suma de todos nos lleva a ese objetivo, desde diferentes ámbitos, acciones y responsabilidades...
¿Cuando surgen conflictos? Cuando la actitud es dispareja y las acciones que llevamos a cabo, son deficientes, es decir, no hacemos todo lo que necesitamos hacer para conseguir las metas y nuestra actitud es pobre, nos movemos poco o nada...
Esperar no lleva a nada cuando se necesita avanzar, esperar es dejarle la responsabilidad a los demás de decidir y actuar, esperar no es lo mismo que estrategia, podemos esperar y dar un tiempo, pero creer que el tiempo nos resuelve las cosas, es la mayor mentira que nos contamos para no hacer lo que necesitamos hacer y para no tomar decisiones. Tomar decisiones implica compromiso y responsabilidad, esperar es dejar al tiempo que resuelva por nosotros... pero el tiempo tiene sus propias metas, las cuales, rara vez coinciden con las nuestras.
El Síndrome de Indefensión Aprendida, implica autodespedirnos de la vida. Cuando no miramos hacia a adentro, y buscamos siempre fuera de nosotros, nos convertimos en monos de feria, todo lo bueno está afuera, e inconscientemente decimos que todo lo malo está adentro, así que buscamos quedar bien, incluirnos, aparentar, buscar la aprobación de los demás.... ¿y donde queda nuestra propia aprobación? Sin ella no somos nosotros, sin ella somos lo que los demás quieren que seamos.
No es fácil decidir quien queremos ser y tomar al toro por los cuernos, no está mal decidir que ya no queremos ser como nos estamos comportando hasta ahora, no está mal cambiar de opinión, si decidimos que no, es respetarnos a nosotros mismos y a los demás. Muchos buscarán chantaje emocional, muchos buscarán excusas, muchos nos señalarán... ese es su problema... no el nuestro... cuando no hacemos lo que los demás quieren que hagamos, si se enojan por no conseguir lo que quieren que es manipularnos... es su problema, es su hígado.
El perfecto manipulador, busca echarte la culpa de no conseguir sus metas de manera satisfactoria, y cuando le reclamas, son excusas, sobre excusas... su vida es una excusa permanente, no saben vivir sin ellas, porque si desaparecen... se darán cuenta que la razón de no conseguir las cosas de manera efectiva son ellos mismos, y su soberbia no se lo permite... es más te llamarán soberbio a ti antes de admitir que no están siendo efectivos.
Suelen tener una doble vida.... Te dicen una cosa, y hacen otra, la apariencia es sumamente importante para ellos, por eso creen que el título nobiliario de su tarjeta de presentación, es más importante que ellos mismos, su título les hace sentirse importantes y eso les genera que su trabajo no sea de calidad, sino mediocre... Cada vez que hablas con ellos, solo cuestionan y no hacen nada más, buscan cuestionar el trabajo de los demás, en vez de enfocarse en la calidad del suyo, ¿y qué hace tal? ¿Y qué hacen los demás?.... no hablamos de los demás... hablamos de ti, lo que hagan los demás no es ni la razón ni la causa de tu falta de resultados, a cada uno se le valora por sus resultados, de manera personalizada.
Los manipuladores en el fondo siempre envidian a los otros, creen que tu éxito debe ser de ellos, pero se olvidan que no han nada para conseguirlo... su actitud es pasiva, quieren conseguir las cosas sin esfuerzo, quieren que les regales tu éxito y así no tener que esforzarse en conseguirlo, porque ellos “lo merecen más que tu y son mejores que tú”. Los chantajistas siempre van llorando por los rincones... como no se hacer esto... como soy tonto... como yo no tengo esto, como no tengo lo otro... su estandarte es el drama.
Cualquier transformación y crecimiento proviene del interior, no del exterior. El exterior nos proporciona información, herramientas, conocimientos, pero el aprendizaje y las reflexiones, son nuestras y adaptadas a nuestras vivencias, cada uno de nosotros entendemos lo que vemos acorde a como somos y cómo las hemos sentido, vivido y observado, así como las analizamos acorde a las herramientas que poseemos.
Si lo que poseemos no es suficiente, la actitud nos impulsa o nos limita, nos estanca o nos hace avanzar, y la actitud es la que nosotros decidimos tener frente a los retos. Si nos quejamos y buscamos culpables de por qué no hemos conseguido nuestros objetivos de manera satisfactoria, en los demás, no avanzaremos y seguiremos hundiéndonos más en nuestra desesperación y en nuestro drama, pensaremos que nosotros no tenemos nada que ver, así que trasladaremos nuestras propias responsabilidades a otros y aunque parezca una salida y una comodidad, solo nos llevará a deprimirnos y desmotivarnos... podemos engañar y adornar las cosas para los demás, pero no para nosotros, el inconsciente lo sabe, sabe que no estamos haciendo lo suficiente y por eso buscamos señalar a otros como responsables de nuestras acciones improductivas y pobres.
Si buscamos dentro y analizamos los procesos, podemos modificar los parámetros y las estrategias, si no lo hacemos, seguiremos haciendo lo mismo, con los mismos ojos, pensando que algo va a cambiar y obteniendo los mismos resultados.
Dar palos al agua, a ver si acertamos, solo nos causa desesperación y ansiedad, porque no estamos viendo hacia a delante, estamos buscando sin saber ni cómo algo que nos de un poquito de paz y así pensar que no estábamos mal, que por fin algo salió, y creer que hicimos todo lo que pudimos...
Creer que siempre hacemos todo lo que podemos, es un desmotivante natural, ya tenemos en nuestro cerebro la orden de que no lo hacemos bien, que es mi límite, de que no puedo hacer más y por eso reconozco un pequeño logro... es pensar en pequeño, no pensar en grande.
Pensar en grande implica ser y actuar en grande, y no me refiero a un objetivo con impacto mundial, hablamos de actitud de nuevo. Los detalles son mas importantes que la meta, ya que ellos definen el cómo y el durante, la estrategia de vida, la evaluación y la calidad del resultado, pensar en grande viene determinado por lo “grandes” que nos sentimos y por la grandeza de la calidad y la efectividad de nuestro trabajo, no lo da un título, ni una posición, la grandeza se refleja en los resultados, no en palabras, no en explicaciones, no en discusiones... el que no se siente grande y piensa en grande, no tendrá resultados excelentes, sino pobres, mediocres o buenos.. y se conformará con ellos, porque quiere confirmar que “algo” está saliendo. Cuando le exijan resultados óptimos, defenderá a muerte que estos resultados, sin ver que no son suficientes, porque por lo menos sirvió de algo... y vuelta al drama... volteando las cosas, las responsabilidades y exigiendo ver el resultado de otros a ver si puede agarrarse de algo para justificarse.
Este círculo vicioso, sigue y sigue y sigue... mientras no se mire hacia dentro y se quiera crecer, desarrollarse y avanzar, va a convertirse en un partido de tenis sin resultados.
Observar es el primer paso para analizar, la actitud es nuestro primer parabrisas...
Lau