Tenía ganas yo de volver, me picaba ya el gusanillo del “escritor quejica”.
Hace ya un tiempo que circula un tema que me tiene algo mosca y que está directamente relacionado con el artículo que se publicó ayer en esta nuestra morada, efectivamente, el descenso del Real Murcia.
Incluso después de haber disputado el ascenso a Primera División con los cabeza de lista, finalmente se decidió que el conjunto pimentonero debía descender a Segunda B, cosa que explicó la LPF en un comunicado oficial y que se resume básicamente en esto:
“Esta decisión le fue comunicada el día 31 de julio de 2014, al no cumplir con los requisitos legales y estatutarios para la participación en competiciones profesionales, concretamente por haber incurrido en el supuesto contemplado en el apartado c), del artículo 55 (el no cumplimiento de los ratios económico financieros previstos en el apartado 17º del artículo 55 de los Estatutos Sociales) y, asimismo, al haber sido sancionado por el Juez de Disciplina Social con ‘Descenso de categoría’ y multa accesoria por importe de 180.303,63 euros, en el marco del expediente 2/2014-15, al concurrir reincidencia“.
Yo también he decidido pararme a pensar en la pregunta que lanzó ayer mi compañero a nuestros lectores: Fútbol, ¿deporte o negocio? Desde que se dictaminó el descenso del equipo grana a Segunda B, además de quejas porque haberlas haylas, no he visto sino muestras de apoyo al club y, más que al club, a los jugadores porque ya es sabido que los murcianistas no guardamos una especial estima a Jesús Samper. Investigando un poco acerca del tema, encontré la declaración que un aficionado del Racing hizo ante los micrófonos del Marca:“Nos solidarizamos con la gente de Murcia porque son un equipo modesto como nosotros. Que no abandonen, que luchen y que echen a Samper, eso es lo que les he dicho, que no esperen nada de los políticos. Nada va a ser fácil pero al final se tiene que conseguir porque el fútbol no son los políticos, ni la Liga de Fútbol Profesional… somos los aficionados“.
Maldita sea, tiene razón. No sería la primera vez que tacho a las más altas esferas de mandamases de este deporte como una auténtica mafia oculta tras millones de euros disfrazados de fichajes y estadios innecesariamente gigantescos pero, ¿qué sería del fútbol sin la afición? ¿qué sería de nuestros equipos sin nosotros?
Y más que de nuestros equipos… ¿qué sería de este gran negocio si desaparece su mercado objetivo? Porque probablemente los aficionados nos seguiríamos juntando los domingos cerveza en mano y bufanda al cuello en cualquier terreno de juego que tenga una buena cantina pero, ¿y los jefazos?
En fin, a lo que yo quiero llegar es a que cuando un equipo se hermana con su afición, como ha hecho últimamente el Real Murcia, es cuando se consigue extraer la verdadera esencia del fútbol, aquello por lo que nosotros los forofos acudimos en tropel a defender nuestros colores. En los malos momentos, sobre todo para los equipos modestos, la afición es el verdadero sustento.
La afición del Murcia manifestándose
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Cristina Egea Pelegrin
Estudiante de periodismo en la Universidad de Murcia y futbolera hasta la médula. Eternamente madridista y raulista. El merengue de todas las tertulias. A veces me sale la vena pimentonera, la tierra siempre tira.Últimos artículos de Cristina Egea Pelegrin (ver todos)
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